Lo mexicano y los mexicanos de hoy

martes, 11 de julio de 2017 · 13:15
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La concepción de México y de los mexicanos se ha transformado a lo largo de las décadas, desde la definición que en el siglo XX ofreció el filósofo Samuel Ramos hasta la actualidad, donde no caben las generalidades ni un solo punto de vista. Como miembro de El Colegio Nacional, el historiador y nahuatlato Miguel León-Portilla, investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), organizó el ciclo Quiénes somos los mexicanos. Diálogos de multiculturalidad, en cuya sesión inaugural se desarrolló la mesa “Derechos humanos, justicia y lenguas indígenas”. En un mensaje que se leyó en la inauguración, dado que por motivos de salud el historiador no pudo asistir, destacó que México es una nación pluricultural y plurilingüística y desde tiempos antiguos, antes de la llegada de los españoles, sus habitantes han tenido formas de vida y lenguas distintas. Incluso se desarrollaron de maneras diferentes, pues mientras los mayas, nahuas, zapotecos, mixtecos, otomíes, purépechas y otros llegaron a tener ciudades con palacios, templos, escuelas, bibliotecas y escritura, en lo que se conoció genéricamente como Chichimeca había gente que deambulaba sin vivir en aldeas y pobremente vestidos. Desde entonces había diferencias culturales y lingüísticas que aumentaron con la llegada de los españoles, con quienes venían africanos, y más tarde arribaron alemanes, franceses, italianos, chinos, japoneses, libaneses y judíos. Así, destacó León-Portilla: “Hoy México es un país pluricultural y plurilingüístico. Pero quiero preguntarles: ¿Piensan ustedes que esta pluralidad de pueblos, culturas y lenguas, es algo bueno o malo? Mi respuesta es que será muy bueno si se logra la convivencia y la participación de todos en el crecimiento cultural de México. En cambio, será mala, si eso no se logra y hay enfrentamientos entre los diversos grupos.” Cuando en 1934 Samuel Ramos publicó por primera vez su obra cumbre El perfil del hombre y la cultura en México se le consideró el primer intento por definir la identidad mexicana y la existencia de un modo de ser de los mexicanos. Hace un par de años, la Secretaría de Educación Pública (SEP) lanzó una nueva edición del libro al cual calificó de “pionero, fundamental, y por tanto, de interés general para entender la construcción de México”. La institución citó a la académica Bárbara Monroy Gómez, especialista en Estudios Latinoamericanos, quien señaló: “El gran mérito de Ramos es que es el primero que hace un estudio y publica un libro en torno a quién es el mexicano; lo hace de una manera muy honesta, por todo lo que ha ocurrido, sobre todo por la llegada de los revolucionarios al poder. “Surge en el mismo año de la llegada de Cárdenas al poder y, en ese momento, la gente de derecha lo toma como bandera… A mí me gusta ver el gran misterio de quién es el mexicano; es el gran mérito de Ramos, para dar el salto al Laberinto de la soledad (de Octavio Paz).” Labor ya imposible Con motivo de una edición de este libro de Ramos en 1984, el escritor José Emilio Pacheco advirtió en su Inventario del 20 de octubre de ese año que una obra así sería quizá imposible de repetir, pues no había ya a mediados de los ochenta del siglo pasado quién reuniera esos saberes “pluridisciplinarios que requiere una tentativa semejante”. El saber, explicó, se dividió en parcelas: sociología, demografía, historia de las ideas, historia de las mentalidades. Y ponderó que México se había transformado tanto y las ciencias sociales se habían desarrollado a tal punto que habría que pensar dos veces antes de decir “el mexicano”, para concluir que no se podía ya decir “el mexicano” sin especificar sexo, clase, edad y lugar geográfico. En la mesa organizada por León-Portilla se puso el acento en pensar un México que establezca un diálogo entre indígenas y no indígenas, un país que respete la pluralidad y los derechos humanos, como expresó el escritor indígena Juan Gregorio Regino, director general del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, quien consideró que para entender el México de hoy hay que “trazar un nuevo imaginario nacional en el que el pensamiento indígena debe tener voz propia”. Se habló de las situaciones hilarantes a las que puede llevar la discriminación y la falta de reconocimiento a la pluralidad, cuando se expuso el caso de las mujeres otomíes Jacinta Francisco Marcial, Alberta Alcántara Cornelio y Teresa González Cornelio, presentes en el acto, que fueron acusadas falsamente de haber secuestrado a un grupo de agentes federales en el año 2006 y condenadas a 20 años de cárcel, y a quienes no se les brindó la asistencia de ningún intérprete durante el proceso, violando los artículos 2º y 4º de la Constitución. Para León-Portilla, si bien cuando existen tantas lenguas en un territorio se hace necesario una lengua que facilite la comunicación entre todos --en el México antiguo fue el náhuatl y hoy el español--, cada legua indígena debiera ser la lengua oficial del lugar donde se habla. Y deseó que todos los mexicanos quieran aprender una lengua indígena para estar más cerca de sus raíces más profundas. La directora general de Estudios, Promoción y Desarrollo de los Derechos Humanos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Leticia Bonifaz, aseguró durante la mesa en El Colegio Nacional que, luego de la reforma constitucional de Derechos Humanos de junio de 2011, la ratificación de convenios internacionales y la reforma de la Ley de Amparo, se ha avanzado en favor de los pueblos indígenas y de las mujeres, aunque reconoció que falta “fortalecer la interculturalidad”.

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