Oaxtepec: Adiós a la utopía de la salud integral

jueves, 14 de septiembre de 2017 · 12:41
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- ¿Necesita el Centro Vacacional Oaxtepec --del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)-- ser “reactivado”? La pregunta es pertinente porque mediante un comunicado de prensa se da a conocer la realización, el sábado 30, de “un gran festival”: Electropical Colors, que anuncia el propósito de la Secretaría de Turismo del gobierno del estado de Morelos de “reactivar” dicho espacio construido a principios de los años sesenta, durante el gobierno de Adolfo López Mateos. Se trata de un evento donde habrá música electrónica, exhibición de globos aerostáticos, polvos holi (surgidos originalmente en festivales de la India para pintar a las multitudes), camping y pool party (así en inglés, para referirse a campamento y fiesta en las albercas). “¿Por qué y para qué hacer el Electropical Colors?” --pregunta la información enviada vía correo electrónico a Apro por los organizadores, que se responden a sí mismos: “Porque buscamos impulsar nuevamente el Centro Vacacional Oaxtepec (CVO) con nuevas actividades y eventos, la idea primordial es activar el turismo en este maravilloso espacio de recreación y relajación. Gracias al apoyo de la Secretaría de Turismo del Estado de Morelos y el Ayuntamiento de Yautepec, esto es posible.” En una entrevista con el semanario Proceso publicada el 28 de diciembre de 1991, el director general del IMSS entre 1958 y 1964, Benito Coquet, rememoró los propósitos por los cuales se creó el paradisíaco centro vacacional ubicado en el kilómetro 27 de la autopista México-Cuautla, en el centro del poblado de Oaxtepec, y en cuyas aguas azufradas --se cuenta-- se bañaba el emperador Moctezuma: “Era una utopía destinada a los trabajadores: kilómetros de verdes campos, piscinas, espacios deportivos, atención médica especializada, talleres de artes y oficios, conjuntos habitacionales con todos los servicios al alcance y, además, teatro para todos.” Se construyeron también la Unidad Independencia con cientos de departamentos, en San Jerónimo, el Centro Médico Nacional, los Centros de Seguridad Social para el Bienestar Familiar y 70 teatros en todo el país. Pero, se consigna en aquella entrevista, el proyecto comenzó a decrecer cuando se nombró a Gustavo Díaz Ordaz como el sucesor de López Mateos en la Presidencia. No obstante Oaxtepec tuvo décadas de gloria; había opciones de hospedaje con precios accesibles para jóvenes, tipo hostal, o el campamento; hoteles económicos para familias, cabañas un poco más elevadas de precio o casas. Pero éstos ponían el lugar al acceso del público en general. Beneficiarios y trabajadores del IMSS podían gozar de descuentos. Tanto en las vacaciones de verano, como en las de fin de año e incluso sólo los fines de semana, el centro vacacional se poblaba de familias, niños y jóvenes, no sólo en los sesenta, sino en los últimos años, cuando para las llamadas temporadas altas había que hacer reservaciones si la gente no quería llevarse la sorpresa de llegar y no encontrar vacantes. Se ofrecían cada día diversas actividades recreativas para los visitantes, como recorridos nocturnos, fogata en un solar apto para ello, funciones de cine, teatro y otras actividades artísticas, así como deportivas. Las instalaciones cuentan con un estadio de futbol que fue sede por años del equipo Oaxtepec --perteneciente al propio IMSS y que formaba parte de la Segunda División. Ya para los años ochenta comenzaron a aparecer pequeños signos de “privatización” de espacios, o concesión, para decirlo en términos neoliberales, que parecían nimios entonces pero ahí estaban: El puesto de helados Holanda, cada vez más locales con venta de quesadillas, tacos y demás antojitos, y un minisúper en el espacio que guardaba las camas para el hospedaje de una persona “extra”. Así hasta que en el sexenio de Ernesto Zedillo se despojó al centro de casi la mitad de sus áreas, concesionándoselas a la iniciativa privada para la creación del Parque Acuático Oaxtepec (PAO). Se habló de “modernización” y de otorgar capacidad autogestiva y autonomía financiera, para elevar la calidad de los servicios, cuando lo cierto es que los recursos del PAO no se reflejaron en las instalaciones del CVO y, para colmo, los usuarios debían pagar doble entrada si querían ocupar ambos espacios. En 2011, a finales del gobierno de Vicente Fox, el PAO quebró y abandonó las instalaciones que comenzaron a sufrir deterioro. Muchos trabajadores del Centro Vacacional creyeron que se recuperaría el espacio, que el IMSS podría administrarlo y, entonces sí, generar recursos para el CVO. Todo un sueño, pues nunca ocurrió. El año pasado el gobierno de Graco Ramírez anunció que la empresa estadunidense Six Flags Entertainment Corporation instalaría ahí su primer parque acuático “único en América Latina”, para lo cual obtuvo una licencia por 20 años, y abrió sus puertas hace unos meses con el nombre Hurricane Harbor. Six Flags paga una renta mensual de un millón 710 mil pesos más IVA --seguramente riendo, se dice en el argot popular--, pues la entrada tiene un costo de 295 pesos para adultos y de 260 para niños de más de 90 centímetros de altura, y espera 2 millones de visitantes que le generarán ingresos por más de 500 millones de pesos. El compromiso es que con parte de sus ingresos invierta en el mantenimiento del Centro Vacacional del IMSS, en el cual no se ha dejado de invertir realmente, pues sus cabañas, casas y hoteles han sido remodelados recientemente, y prácticamente año con año han subido sus cuotas de hospedaje e ingreso. Ahora viene este festival Electropical que tendrá un costo de entre 150 y mil 800 pesos para la zona VIP, que incluye acceso a albercas y regaderas (propiedad del IMSS todavía), y barra libre de snacks y bebidas, y centros de carga para celulares, entre otros servicios. Cabe la pregunta de si este evento aportará también algo para el mantenimiento del espacio recreativo que fundó Coquet con la idea de que el IMSS brindara una “salud integral”. O cuál es el sentido de llevar música electrónica a un sitio de relajamiento para familias, al cual cada vez tienen menor acceso los trabajadores beneficiarios del Seguro Social.

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