El movimiento del 68

lunes, 15 de octubre de 2018 · 18:28
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Para conmemorar los 50 años de la represión del movimiento estudiantil del 68, se llevaron a cabo diversas obras de teatro. Felipe Galván, Miguel Angel Tenorio, Pilar Campesino y David Olguín son algunos de los autores y directores que han puesto en la mesa de la discusión este movimiento político y social que tiene un impacto impresionante en nuestro México actual. Entre las obras que este año estuvieron en cartelera se encuentran: Conmemorantes, dirigida por Emilio Méndez, convocada por la Facultad de Filosofía y Letras y Cultura UNAM; y Olimpia 68, que se presentó en el Teatro Julio Castillo del INBA. Conmemorantes, de Emilio Carballido, es una obra escrita a partir del drama Sumida Gawa, del teatro japonés antiguo noh, sobre una mujer que ha perdido la cordura ante la pérdida de su hijo y que lo busca incansablemente. Marta Aura, de la Compañía Nacional de Teatro, que interpreta a la madre, es acompañada por estudiantes que recuerdan la matanza y asisten ritualmente a la Plaza de Tlatelolco para no olvidar. La madre pregunta, confunde a los amigos de su hijo y se encuentra con él que, como fantasma, le confirma su muerte. El movimiento escénico de los estudiantes, muy bien diseñado por el director, se presenta a manera de un coro griego contemporáneo donde las acciones se suspenden, se aceleran o serpentean armónicamente con el deambular de la madre. Los actores son principalmente estudiantes o egresados del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM. La obra, escrita en 1981, es una propuesta contenida dada la censura de aquella época, que se manejaba de manera oculta y soterrada. Conmemorantes nos remite al presente en donde continúan las desapariciones, y Emilio Méndez lo recrea con habilidad en un espacio visualmente atractivo, donde una escalinata con veladoras remite a la Plaza de las Tres Culturas. Es de llamar la atención la forma en que Flavio González Mello (1967) en Olimpia 68 aborda la problemática; y lo hace desde la perspectiva de los Juegos Olímpicos, a partir del universo de los deportistas, de sus obsesiones y frivolidades, y de su extranjería e ignorancia de lo que estaba sucediendo realmente en nuestro México violentado. La convención teatral alrededor del deporte sirve al autor para estructurar la obra y hacer una intersección con el movimiento estudiantil. Con ingenio e imaginación establece paralelismos, alegorías y metáforas. Los zapatos abandonados por sus dueños son un impacto silencioso y potente de los ausentes, que asociamos con los asesinados. El disparo para que dé inicio una competencia se convierte en los disparos que matan a los estudiantes y que caen al suelo instantáneamente. El juego dual inicia con oscuros donde los gritos se confunden con la algarabía de la inauguración de los juegos y las corretizas de los estudiantes en la Plaza de Tlatelolco. Hay luz y los vemos festejando con globos, y cuando nuevamente se ilumina el escenario, están ahí semidesnudos, de espaldas, siendo interrogados. La dirección de González Mello está llena de recursos visuales, de detalles humorísticos hechos como filigrana. Desde polos opuestos, Conmemorantes y Olimpia 68 nos hablan de lo que fue y de lo que sigue siendo; una manera de recordar, desde el teatro, que no olvidamos y que, hoy por hoy, la lucha por la libertad y en contra de la represión continúa.  Este texto se publicó el 14 de octubre de 2018 en la edición 2189 de la revista Proceso.

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