Alberto Híjar valora la gráfica del 68

martes, 2 de octubre de 2018 · 09:37
Esencial para la creación de conciencia sobre el país en 1968, la gráfica de la lucha estudiantil es dimensionada por el historiador del arte, quien plantea la necesidad de una lectura comparativa con los movimientos contestatarios actuales. Para Híjar, el activismo juvenil en mantas, carteles, hojas, volantes y pegotes, se enfrentó a la “brutal reducción político-militar del movimiento por el Estado mexicano”. Además, aquí, en el aniversario 50 del 2 de octubre, un panorama de libros sobre el tema publicados ahora, un inédito de Vicente Leñero, Historias del 68. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Ante la falta de espacios en la prensa y los medios de comunicación masiva de entonces, el movimiento estudiantil de 1968 encontró en la gráfica, plasmada en mantas, carteles, hojas, volantes y pegotes, un vehículo para crear conciencia sobre la situación del país y comunicarse con la población, al punto de haber logrado su solidaridad y apoyo. Granaderos, aun el propio presidente Gustavo Díaz Ordaz y el secretario de gobernación Luis Echeverría, caricaturizados como gorilas con cascos; la paloma de la paz, símbolo de las Olimpiadas de México 68, recibiendo un bayonetazo o cuchillada; tanques de guerra con diferentes leyendas como “este diálogo no lo entendemos”, consignas como “únete pueblo”, y el universalmente reconocido grabado Libertad de expresión de Adolfo Mexiac, son apenas ejemplo. Varias de estas imágenes pueden verse en en el marco de las conmemoraciones por el 50 aniversario del movimiento estudiantil: El pasado 1 de septiembre se abrió en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), en Ciudad Universitaria, la muestra Gráfica del 68. Imágenes rotundas. Y el viernes 21 se inauguró en las Galería Abierta de las Rejas de Chapultepec, en Paseo de la Reforma, Gráfica. Movimiento Estudiantil de 1968, documentos de la Colección Arnulfo Aquino. Curada por Amanda de la Garza y Sol Henaro, la exposición del MUAC exhibe el acervo completo del recinto universitario, en cuya página web se explica que fue reunido por dos de los integrantes del Grupo Mira, Arnulfo Aquino y Jorge Pérez Vega –uno de los colectivos que produjeron la gráfica del 68–. Y fue donado por Aquino al patrimonio de la universidad. Ambos hicieron en 1982 el volumen Gráfica del 68, testimonio también de esa producción artística (los demás miembros eran Melecio Galván, Eduardo Garduño, Rebeca Hidalgo, Saúl Martínez, Salvador Paleo y Silvia Paz Paredes). Exprofesor en las facultades de Filosofía y Letras, y de Arquitectura (durante el Autogobierno) en la UNAM, estudioso del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap) del Instituto Nacional de Bellas Artes, el historiador de arte Alberto Híjar Serrano habla de la trascendencia de la gráfica del 68: “Ha sido muy importante. Esto se probará en el remate de estas exposiciones con una que estará dedicada a la gráfica de los movimientos contestatarios actuales. Ahí se verá hasta dónde se ha innovado técnicamente la gráfica y las intervenciones del espacio urbano para volverlo espacio público tendencialmente revolucionario como ocurrió, sobre todo, en la lucha oaxaqueña contra el gobierno nefasto y corrupto de Ulises Ruiz.” Con el título #NoMeCansaré, dicha exhibición se inaugurará en el MUAC el 20 de octubre, como parte de una serie de muestras conmemorativas del cincuentenario del 68 iniciada en agosto pasado con Escribir poesía, ¿vivir dónde?, sobre Alcira Soust Scaffo (1924-1997), a quien Híjar describe: “Bruja poeta uruguaya que nos llenó de poesía los pasillos de la Facultad de Filosofía y los amplió a los conciertos y recitales que se hicieron en aquel entonces, pese a sufrir encerrada en un baño la ocupación militar de Ciudad Universitaria; sobrevivió tomando en la tapita de un envase las gotitas de agua que caían, ese fue todo su alimento durante los diez días de la brutal ocupación innecesaria.” El investigador, quien durante el movimiento estudiantil fue funcionario en la rectoría de Javier Barros Sierra, y al mismo tiempo parte de las bases de la Facultad de Arquitectura, menciona también la exposición del Grupo Mira, Una contrahistoria de los setenta en México, cuyo propósito es “contribuir a la historia de los años setenta en México”, según el MUAC, y podrá visitarse hasta el 6 de enero de 2019. Y añade Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971, “para colar a los artistas y los intelectuales que siempre desde las alturas de sus Olimpos hacen el favor de descender un poco y de apoyar algún movimiento popular, pero nunca participan en marcha alguna, ni en movilización, ni en proyectos de largo plazo”. La gráfica de los movimientos sociales actuales, dice Híjar, habla de la recuperación de tradiciones y su asimilación para superarlas: “Que el grabado más emblemático y más difundido sobre el 68 mexicano sea el tzotzil con el candado y la cadena en la boca, con los ojos desorbitados, y que siga circulando en los movimientos populares, es un importante homenaje al Taller de Gráfica Popular y a Adolfo Mexiac.” Recuerda que Mexiac hizo esta obra como protesta por el golpe militar contra el gobierno de Jacobo Árbenz en Guatemala y contra “la cacería de comunistas”, desatada luego de que el pintor Arturo García Bustos (fallecido el año pasado) puso la bandera con la hoz y el martillo en el féretro de Frida Kahlo, durante su sepelio en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes (Proceso, 1717). El grabado titulado Libertad de expresión, puede verse en las imágenes del Mayo del 68 en París y el movimiento estudiantil mexicano. Es, a decir del investigador, el emblema más difundido mundialmente, y ello prueba cómo la tradición plástica de estos movimientos fue asimilada y superada. Incluso, evoca, aparece en la película Munich (2005), de Steven Spielberg, “para identificar una asamblea en México”. Ejemplo de estructura –Están los libros que documentan esta gráfica, ¿se habrá perdido mucha producción? –Sí, por supuesto, hay mucho imposible de recuperar, pero hay fotografías. En la exposición del MUAC, por ejemplo, falta uno de “los compañeros perros” –como los llamaba José Revueltas– con camisetas y con consignas sobre el movimiento, que fueron paseados por el Zócalo durante las marchas y por toda su trayectoria desde el Museo Nacional de Antropología hasta el Zócalo, que es larguísima. “Por fortuna, todos estos esfuerzos de documentación que están haciendo el MUAC y el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, van rindiendo frutos. En esto participan investigadores muy jóvenes, muy ignorantes de lo que pasó entonces quienes, a base de trabajar con los documentos, de irlos digitalizando, restaurando, ahora son excelentes expertos de todo lo que ocurrió.” Y pone el dedo en la llaga, pues se le pregunta si la conmemoración del 50 aniversario del 68 no se está haciendo demasiado oficial. Hay que decir, por ejemplo, que se pondrá la frase “Movimiento Estudiantil de 1968” en letras de oro en los muros de honor de las cámaras de Diputados y Senadores. “Ante la incapacidad manifiesta de las organizaciones de arraigo, el inexistente movimiento obrero y campesino, las premuras y las urgencias del movimiento popular, el Estado aprovecha para organizar una conmemoración a su manera pero con un importante acopio de materiales y de organización de esa memoria histórica.” Señala que la izquierda “desmadrosa, encapsulada en sus propios intereses”, no ha sido capaz de armar archivos y ofrecer homenajes a las grandes figuras. Menciona el caso de la Escuela Mártires del 68, que nació como Escuela de Cultura Popular Revolucionaria “y luego se le quitó lo revolucionaria”, que cumple 30 años este 2018 y “apenas empezaron unas tímidas celebraciones con exposiciones y con público que no tendrá mayor consecuencia en la necesidad de difundir la cultura popular de nuevo tipo que se desarrolla a partir del 68”. En cambio –dice en la conversación con Proceso, realizada el pasado 26 de septiembre vía telefónica– la UNAM está ocupando un lugar de vanguardia en la recuperación de la memoria del 68, sobre todo con la iniciativa del Proyecto Arcadia: “Frente a esto no nos queda más que apoyar estas iniciativas. Ahora en la noche, infausto cuarto aniversario de los hechos de Iguala, será entregada la Medalla de la Filmoteca de la UNAM a Óscar Menéndez. Y ahí participaré con un elogio a su trayectoria documentalista. Esto a cambio de que no hay organizaciones de izquierda que se ocupen de reconocer los méritos de quienes han luchado toda su vida por la memoria histórica de los movimientos populares.” Se le pregunta qué opina de la idea de hacer una suerte de línea del tiempo entre el 68, los terremotos de 1985, las movilizaciones de 1988, como plantea un anuncio comercial del PRD. Para otros, incluso, esa línea concluye con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia. Como si cada hecho fuera consecuencia del anterior. –¿Usted lo ve así? –¡No, por supuesto que no! No se puede reducir el movimiento del 68 ni en México ni en ninguna otra parte del mundo donde hubo manifestaciones semejantes, al desarrollo de la democracia “sin adjetivos” –como diría un funesto socio de Televisa metido a comentarista histórico (Enrique Krauze)–. El caso concreto del 68 da ejemplo de una estructura de poder enteramente distinta a la democracia electorera de los partidos, generosamente financiados por el Estado: “Asambleas de cada institución, delegados de esa asamblea a un Consejo Nacional de Huelga donde se discuten y se toman decisiones, regreso a las asambleas y, sobre todo, brigadas móviles para dar a conocer al pueblo lo que estaba ocurriendo con excelentes resultados de solidaridad y apoyo. Esto dio lugar a que en el movimiento creciera la necesidad de concretar instituciones que tuvieran esta raigambre democrática popular profunda orientada al socialismo.” El movimiento estudiantil, como los movimientos armados que surgieron después de la matanza del 2 de octubre, añade Híjar, respondieron así a la “brutal reducción político-militar del movimiento por el Estado mexicano”. Se dieron también en los setenta los movimientos autogestivos y autonómicos como el Autogobierno de la Facultad Arquitectura y el Cogobierno en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. En Arquitectura hubo “una clara oposición frente a la arquitectura suntuaria que tú dirás si ahorita no tiene sentido pronunciarse frente a esto, en una ciudad donde en el gobierno de Enrique Peña Nieto se ocuparon veinte millones y medio de metros cuadrados en plazas con consorcios mercantiles, cine de porquería y todo lo que esto significa. De modo que esta línea de protesta por la urbanización y el espacio público del lado de los derechos populares es la que está presente por ejemplo en los antimonumentos que se van construyendo en el Paseo de la Reforma”. Del lado de Antropología, añade, se expresó la necesidad de abandonar el indigenismo “rancio, heredado del cardenismo”, donde se veía a los indígenas como “pobrecitos inditos tan tontitos, vamos a ayudarlos”, e iniciaron planes de zonas económicas especiales para sur y sureste del país: “Todo esto prueba que los partidos nada tienen que hacer como herederos del 68. Esto lo tenemos que reivindicar quienes estamos construyendo desde abajo y a la izquierda la necesidad de crear poderes autonómicos, con autodefensas, con policías comunitarias, con coordinación de las resistencias contra la explotación del agua, los bosques, la minería que está azolando regiones enteras en todo el país”. –Si la izquierda del 68 no ha llegado al poder, ¿cuál es la repercusión actual del 68? –Es que, gracias a las instituciones de Estado, la universidad lo es, estamos teniendo una celebración importante. Pero hay otras no atendidas por la prensa, la prensa “fifí” como diría una infausta declaración de un representante del lopezobradorismo (se carcajea). Menciona como un ejemplo la conmemoración realizada el 25 de septiembre en la Universidad Autónoma de Chapingo, donde se rindió homenaje a protagonistas directas del 68 como Ana Ignacia Rodríguez Márquez La Nacha, con la participación de Manuel Aguilar, Lucía González y el mismo Híjar. Hace alusión también el amparo que está en proceso por parte del Comité del 68 para lograr que se asegure la reclusión domiciliaria en contra del expresidente Luis Echeverría, para enjuiciarlo por delitos que por su gravedad “no prescriben”: “Pero esto es lo que tiene que venir del lado de una izquierda radical que no tiene capacidad de información, de divulgación de lo que significa en realidad el 68. Por lo tanto, apoyemos lo que están haciendo las instituciones, participemos con ellas mostrando el radicalismo del movimiento que nada tiene que ver con una trayectoria de democracia burguesa corrupta y antipopular.”

Comentarios