'Fusor de tinta. Un siglo de poesía combatiente”

miércoles, 21 de noviembre de 2018 · 21:53
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- A cargo de los periodistas Roberto López Moreno y Alejandro Zenteno Chávez, Fusor de Tinta. Un siglo de poesía combatiente (Vosabizal. 255 páginas, con dibujos por apartado) es una compilación de poesía a contracorriente, un acto de soberanía intelectual; un vaso de acero donde hierve la tinta; metal y sangre en el espíritu de los combatientes. Este conjunto de voces se inscribe en la conmemoración del medio siglo del movimiento estudiantil del 68; del 90 aniversario del natalicio de Ernesto Che Guevara y de Enrique González Rojo; del centenario de Nelson Mandela, y de los nacimientos número 200 de Carlos Marx e Ignacio Ramírez El Nigromante. De igual forma, rinde homenaje a 50 años de la muerte de los poetas León Felipe y Pablo de la Rokha, muertos en septiembre de 1968. La antología Fusor de tinta incluye capítulos con versos de poetas de Estados Unidos y Canadá; México; Centroamérica; Sudamérica; El Caribe; España; Europa; África; Asia; Homenajes a León Felipe y a Pablo de Rocha. Al final, aparecen los triunfadores de “Voces nuevas, flamas nuevas”, concurso abierto para jóvenes poetas que enviaron sus poemas en castellano de 12 países de Hispanoamérica. El límite de edad fue de 32 años, los que cumpliría Miguel Hernández el 31 de octubre de 1942, de no ser por su temprana muerte el 28 de marzo de ese mismo año. Aquí ofrecemos los tres poemas ganadores: Narda Paola (Polet Andrade García), poeta y artista independiente; Mauricio Sergio Lavalle Moscoso (blog Gaceta Iluminada http://blog.puep.edu,pe/blog/gacetailuminada); y José Daniel Arias Torres, estudiante de la Universidad Iberoamericana de Puebla. “El mejor amigo del hambre” Narda Paola (Morelia, Michoacán, México, abril 20 de 1994)  He visto a perros cabalgando sobre lobos Los he visto pasearse sobre los tejados aullando a su luna de pieles escondida bajo la almohada seguros que la noche les pertenece por llevar espuelas filosas y correas más largas --Siempre más largas— Que las de sus sometidos   Ellos ladran muerden fuerte donde duele   La vida en pleno celo Germinando en una aurora de cigarros   Dicen El pasto siempre es mejor al otro lado Minutos antes de arrebatar los recién nacidos de sus cunas como yerbas con los brotes cancelados   Esto segundos serán la eternidad para nosotros y todos los que nos atrevimos a seguir viviendo   Digo eterno porque nos he visto desangrar hasta morir He visto nuestras calaveras atadas a sus cinturones Una por cada hubiera   Holocaustos instantáneos Pirotecnia servida en tazones llenos para rebajarnos este nudo en la garganta Nos mataron a todos Vino la muerte y fue nuestra madre Ahora sólo quedamos sus errores   La suerte echada esperando a que le rompan la quijada. “Un pueblo, un poeta” Mauricio Lavalle (Arequipa, Perú, julio 13 de 1995) --Para Nathalie, libertad del poeta— Nadie debía mirarlo porque hasta las miradas le dolían. A él lo atraparon con sangre, con disparos de trigo y de manos, con la herida abierta, con la triste intimidad de su pecado. Su crimen fue el de pronunciar versos, esos que jamás se decían ya sea por estar prohibidos, ya sea por estar de día. Cuando le pidieron salvarse al precio de nombres, de dos o tres hermanos su respuesta fue siempre negarse; él ya había muerto en su campo. Y así fue, se murió sosteniendo un libro, sus últimas palabras marchitas. Si la memoria tiene precio hizo bien en olvidarla, la historia es de quien escribe palabras que no pasan. “Fuego libertad” Daniel Arias (Puebla, México, marzo 10 de 1997) Y seremos como el fuego Como llamas infernales que nunca se consumen Como una serpiente ardiente que nunca se extingue Que repta y hace arder al sentido del tacto. Y seremos como el fuego Un fuego salvaje que galopa y se expande Que no hay jinete que lo monte ni látigo que lo domine Que ardan, que ardan el campo y las ciudades Que ardan, que ardan el cuerpo y el corazón Y que todo se consuma en esa hoguera a la esclavitud. Y seremos como el fuego Indomables serpientes llameantes, libres águilas de humo Eternizados al rojo vivo de la carne de la historia Fusionados en una magnánima llama infinita. ¡Y seremos como el fuego, maldición, como el fuego! Una enorme flama que todo lo rodea Que atraviesa mares e incendia las nubes Una ola incandescente que prende ciudades y consume reyes. Y seremos como el fuego, sí, fuego Y arderemos juntos y clavaremos nuestras garras en la historia Danzaremos ondulantes sin cadenas Como liebres ardientes saltaremos en los prados secos Como lobos aullaremos juntos en una melodía dedicada al fuego como artistas de pincel ardiente pintaremos extasiados de llamas los valles. Y seremos fuego… fuego… fuego Hasta que el sol vuelva a salir.

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