Tetetlán, un lugar fascinante

lunes, 19 de marzo de 2018 · 19:17
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Con una inteligente estrategia empresarial y cultural, el excoleccionista de arte conceptual César Cervantes se ha propuesto enaltecer la figura y producción de artesanos mexicanos. A diferencia de la tendencia de utilizar la manufactura artesanal para integrarla en propuestas de artistas y diseñadores, el interés de Cervantes se concentra en promover la valoración estética, social y económica de creaciones tradicionales de comunidades indígenas. Entre ellas, prácticas vinculadas con la alfarería, gastronomía, vestimenta y calzado (huaraches). Reconocido durante la primera década del siglo XXI como uno de los principales coleccionistas mexicanos de arte contemporáneo, el exintegrante de numerosos comités de importantes museos nacionales y extranjeros se hartó de la banalidad neoliberal de la escena mainstream –incluyendo obras, artistas, galeristas, promotores y compradores–, y vendió en 2013 su colección de aproximadamente 800 piezas –muchísimas adquiridas en la galería Kurimanzutto. Entonces adquirió la Casa Prieto (en 2014), construida por Luis Barragán en el fraccionamiento del Pedregal de San Ángel de la Ciudad de México entre 1945 y 1950, la restauró como parte de su compromiso de rescatar la historia arquitectónica de esa zona ecológica, y en 2017 inició una fundación que bajo el título de Tetetlán (lugar entre muchas piedras) tiene la misión de activar el contacto y responsabilidad vecinal mediante la convivencia cultural. Sin establecer diferencia de disciplinas ni jerarquías entre creadores, Tetetlán es un lugar fascinante montado en las rocas volcánicas del Pedregal que se exhiben a través de un gran piso de vidrio, en el que conviven la gastronomía de autor servida en alfarería artesanal, fotografías sobre el lugar de Armando Salas Portugal, la biblioteca especializada en Luis Barragán y arte contemporáneo de consulta abierta, música grabada en acetatos, tres estancias para residencias de creadores, exposiciones pictóricas o escultóricas de vecinos, la exhibición comercial de alfarería de Puebla y Oaxaca, y las intervenciones de artistas galerísticos entre y sobre las rocas del piso. Conocedor de los precios que circulan tanto en el mercado del arte contemporáneo como de otros productos de lujo, César Cervantes, además de criticar severamente la acumulación inútil del arte –considera que sólo corrompe al sistema–, se ha propuesto dinamizar un mercado artístico con precios que, al no rebasar los 5 mil pesos, serán fácilmente adquiribles por los consumidores de lujo. A través de un proyecto de residencias con la Galería Páramo de Guadalajara, Tetetlán presenta actualmente una instalación del tapatío Adrián Bará (1982) con pequeñas esculturas blancas de barro que reproducen marcas del cuerpo. De formas casi imperceptibles, las piezas descubren la dificultad de competir con el protagonismo y belleza de las rocas. Diseñado como un proyecto autosustentable que apoya la producción artesanal a través de dinamizar su demanda comercial, Tetetlán destina el 40% de sus ingresos a alguna causa social. A partir del terremoto de 2017, para la reconstrucción del centro comunitario de Juchitán. Este texto se publicó el 18 de marzo de 2018 en la edición 2159 de la revista Proceso.

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