CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La cinta dirigida por John Stevenson es una dispersa película animada -secuela de Gnomeo y Julieta-, que mezcla el espíritu del detective creado por Arthur Connan Doyle con unos gnomos decorativos de jardín que tiene su propio mundo cuando los humanos no están mirando.
Sherlock Gnomes (2018) tiene momentos ingeniosos y entretenidos, pero las líneas narrativas abarcan tanto que terminan por dispersarse y la cinta comienza a perder la atención del espectador.
La historia se desarrolla en un mundo fantástico en donde figuras hechas de cerámica cobran vida, en una dinámica similar a la saga Toy Story. Los protagonistas de este mundo son los gnomos de jardín y una figura de Sherlock Holmes conocida como Sherlock Gnomes, que se dedica a proteger a los gnomos del malvado Moriarty. A Holmes. Lo acompaña su amigo el Doctor Gnomeo Watson.
Al inicio de la cinta, Holmes vence a Moriarty, quien muere en esta lucha. Pero tiempo después, diversos gnomos comienzan a desaparecer y es entonces que Holmes debe entrar a investigar el caso.
En este contexto, encontramos a la pareja de Gnomeo y Julieta, quienes recién acaban de llegar a un nuevo jardín con sus amigos, en donde ellos son los nuevos líderes. Casualmente, los amigos del jardín de la feliz pareja desaparecen, así que ambos deberán hacer equipo con Holmes.
Dicha situación pondrá a prueba la relación entre Holmes y Watson, así como a Gnomeo y Julieta, y su respectivo liderazgo. Las dos narrativas se salen del control del guionista y del realizador, de tal manera que como espectadores va despareciendo nuestro interés. Para mantenerlo, se recurren a giros en la trama que en ocasiones sorprenden, pero en la mayoría de los casos se sienten artificiales y predecibles.
Es una lástima, porque la cinta había iniciado bien. Al final, no nos importa mucho el destino de los personajes. Y es entonces que Sherlock Gnomes termina siendo una cinta menor dentro del género de animación.