El "Lugar sin límites" de Ripstein, entre los mejores clásicos restaurados

viernes, 31 de agosto de 2018 · 11:18
Rodada hacia 1976 por el cineasta mexicano Arturo Ripstein en un pueblito de Querétaro, El lugar sin límites llega al LXXV Festival Internacional de Venecia para competir en la sección de los Mejores Clásicos Restaurados (a la par de Nuestro tiempo y Roma de los connacionales Carlos Reygadas y Alfonso Cuarón, quienes participan respectivamente por el León de Oro). Ripstein detalla a Proceso cómo filmó aquella obra maestra basada en la novela homónima del chileno José Donoso, debiendo convencer a Gonzalo Vega de besar a Roberto Cobo en una escena memorable de esa dramática cinta, ganadora del Premio del Jurado de San Sebastián, España, en 1978. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Cuatro largometrajes mexicanos van a la 75 edición del Festival Internacional de Cine de Venecia. Para el León de Oro compiten Nuestro tiempo, de Carlos Reygadas, y Roma, de Alfonso Cuarón, así como la coproducción Argentina-México Acusada, de Gonzalo Tobal; pero la mayor sorpresa es El lugar sin límites, rodada por Arturo Ripstein hacia 1977, la cual concursa en la sección de los Mejores Clásicos Restaurados. Además, de presidente del jurado va el director, guionista y productor mexicano Guillermo del Toro, quien el año pasado ganó el León de Oro en esta misma reunión fílmica en Italia con su famosa película estadunidense La forma del agua, misma que después logró cuatro reconocimientos Óscar, entre ellos a Mejor Dirección y Mejor Película. Cabe destacar que el actor Gael García Bernal colabora en Acusada, con un papel pequeño. Este filme, de 112 minutos, lo protagoniza Lali Espósito, quien es Dolores Dreier, mientras que Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez interpretan a los padres de Dolores. El resto del elenco lo integran Daniel Fanego y Gerardo Romano. Buñuel quiso filmarla El lugar sin límites, basada en la novela homónima escrita por el chileno José Donoso (1924-1996) en 1966, estrenó en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián en 1978, donde desató discusión por el beso entre dos hombres (Roberto Cobo en el papel de La Manuela y Gonzalo Vega en el del camionero Pancho), recibiendo el Premio del Jurado.  Luego, en ese año se estrenó en México con éxito. Ahora, cuarenta años después, vuelve al ser parte de la sección Venezia Classici (Clásicos de Venecia) proyectándose el jueves 30 de agosto y el viernes 1 de septiembre. El jurado de Venezia Classici, donde comparecen un total de 17 largometrajes, lo preside el italiano Salvatore Mereu (Three Steps Dancing y Pretty Butterflies). 26 estudiantes de historia del cine otorgan este reconocimiento por sexta vez a la Mejor Película Restaurada y el Mejor Documental al Cine. “¡Qué curioso! ¡Es un privilegio! –enfatiza Ripstein en entrevista en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, lugar que él mismo escogió para la charla–. ¡Yo no voy a Venecia, va el largometraje…!  “En dicha área se incluye este cine viejo que de pronto pasa la tremendísima prueba del tiempo. Existen filmes que los ve uno años después y se percata de la solidez que siguen manteniendo. Las obras que se muestran en Venezia Classici han pasado la prueba del tiempo, yo muy humildemente espero que mi película también.” En la impactante El lugar sin límites (de 110 minutos y rodada fundamentalmente en ruinoso prostíbulo de un pueblucho queretano), aparte de Cobo y Vega actúan Fernando Soler (el cacique del pueblo), Julián Pastor, Carmen Salinas, Lucha Villa, Martha Aura, Emma Roldán y Ana Martin (La japonesita). Ripstein, quien en 1972 rodó la también controversial cinta El castillo de la pureza, relata que la Cineteca Nacional y El Instituto Mexicano de Cinematografía efectúan labores de recuperación de varios filmes, “lo cual es complicado, caro y un proceso complejo, y entre ellos hay un par de cosas mías”: Principio y fin (1993) y La mujer del puerto (1991); ésta “una película que nunca se estrenó en México aunque sí en otros países” y, por supuesto, la clásica El lugar sin límites. Expresa: “Soy afortunado de que haya algunas cintas mías que están en proceso de restitución, digamos, y no es una remasterización en el sentido riguroso del término, sino una reparación.” Fue convocado a la labor restaurativa de El lugar sin límites: “Sí, estuve presente en pasos sobre los que tenía algún conocimiento; no en todos, porque es un proceso complejo, ajeno, técnico y extraño. Yo nada más decía: ‘Eso debe ser más obscuro, lo otro un poco más claro, más rojo, menos...’, tal como recordaba que habíamos realizado el largometraje.  “En aquel momento (1977) El lugar sin límites se realizó con poquísimos medios, sufrió castigos por anteriores películas que realicé. Entonces me enviaron a los Estudios América, donde se elaboraba el material más grosero del cine nacional. Fue un rodaje muy rápido; pero bueno, el largometraje funcionó.” –El lugar sin límites lo quería rodar Luis Buñuel, ¿verdad? –Es verdad. Yo conocía a Donoso porque vivía en la casa del escritor Carlos Fuentes, al sur de la Ciudad de México. Era una casa preciosa y a veces se quedaban algunos huéspedes. Ya imaginará usted las personalidades que llegaron ahí… “Donoso me dijo un día: ‘¿Por qué no lees esto?’, y me dio el manuscrito de El lugar sin límites; de amigos, pues, ¡seguramente luego de tres o cuatro tequilas! Lo leí y me pareció formidable. Le manifesté que me dejara filmarlo y expresó que no porque ya estaba por publicarse, y además Buñuel deseaba realizar la película. ¡Ni hablar, entonces uno da un paso para atrás! Le manifesté: ‘Ahora sí que donde manda capitán…’”  Sólo que Buñuel buscaba para La Manuela a cierto actor específico que había conocido antes de que saliera de España. Lo buscó, pero ya había fallecido años atrás. La leyenda del beso Relata Ripstein: “Mucho tiempo después, Donoso me exteriorizó si quería filmar el largometraje y me dejó los derechos, porque lidiar con la agente literaria Carmen Balcells era una cosa enloquecida, finalmente eso ya estaba resuelto por Donoso y la adaptación la empezó a laborar el argentino Manuel Puig.  “Él hizo la primera versión. Era un guión que estaba bien, pero no acababa de amarrar del todo, a mí me dejaba insatisfecho. Entonces cogí el guión y me fui a trabajar un rato con José Emilio Pacheco, con quien habíamos escrito varias cosas. Estuvimos haciendo el guión entre varios.” –Pero Puig no firmó el guión, ¿por qué? –Le pregunté y resultó que no quería ser conocido como un escritor homosexual, y le expresé: ‘Si eres un escritor y eres homosexual, no tienes por qué no ser conocido como tal’. Pero respeté su decisión. Mi impresión es que Manuel Puig tenía un poco de celo de que un director heterosexual filmara una película donde el personaje central es un homosexual, ya que había una larga historia de ‘mariquitas’ en el cine mexicano que se veían modosos y feminoides y caricaturescos en general. “De pronto, temía que un director no homosexual pudiera jugar a las caricaturas con su personaje y pensó: ‘Yo mejor me salgo’. Yo firmé el guión por órdenes de Paco del Villar, el productor de la película.” –A usted, ¿desde el guión no le preocupó el beso entre los actores Roberto Cobo y Gonzalo Vega? –De ninguna manera. A Gonzalo Vega sí. Estaba muy inquieto el día que íbamos a rodar la escena del beso, ya se había discutido mucho cómo se iba a realizar. Ese día llegó muy reacio. Le expliqué: ‘No hay absolutamente ningún problema que le des un beso’. Yo le agarré la cara y le planté un beso a Gonzalo de varios segundos, lo solté y le dije:  “Ya vez, ni te convertiste en príncipe, ni te convertiste en sapo’. Es actuar. De darle un beso a otro señor como yo actuando te lo di a ti. Fin del cuento.” Luego de “esa actuación”, explica el cineasta, “la repetimos varias veces y cada vez quedaba mejor”. Enseguida, aclara por qué rodó El lugar sin límites: “Deseaba abordar personajes de un cuento. Un homosexual y un no homosexual que son iguales, no realizan cosas distintas; hay otras sensibilidades, por supuesto, pero esencialmente son lo mismo. Como todos”. Al preguntarle sobre la presencia de Cuarón, Reygadas y Del Toro en Venecia, relata: “Es absolutamente circunstancial que en este momento estén estos nombres tan notables. Del Toro no es del cine mexicano y Cuarón prácticamente tampoco, ¡pero Reygadas sí! Los tres son mexicanos, eso que ni qué. A mí me emociona.”   Este texto se publicó el 26 de agosto de 2018 en la edición 2182 de la revista Proceso.

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