Desde el 'Viva México” de París, Yalitza Aparicio habla sobre derechos indígenas, el aborto y feminismo

domingo, 13 de octubre de 2019 · 18:20
PARÍS, Fra. (proceso.com.mx).- Invitada especial del festival de cine mexicano “Viva México” que acaba de concluir en esta ciudad, Yalitza Aparicio reafirmó sus valores como embajadora de buena voluntad por la Unesco para los pueblos autóctonos, al participar en una mesa redonda organizada en la Universidad de la Sorbona. El tema fue el cine como herramienta de lucha contra la violencia de género, y en su nuevo papel de representante, la actriz de Roma consintió en un diálogo: -¿Luchar a favor de las comunidades indígenas es una lucha de toda la vida, o es algo que llegó con el papel de Cleo, en Roma, lo que le permitió desarrollar este sentimiento? -Eso vino con lo de la película. De hecho, ni siquiera soñaba con ser representante de algo de una forma tan grande. Mi sueño, desafortunadamente, había llegado a cierto límite porque la sociedad te dice que no puedes aspirar a más. Donde estaba yo antes era hasta donde había llegado mi sueño más alto. Simplemente ese era mi tope, ser maestra, no había algo más después de eso.  “Estudiando escogí ser maestra de niños de tres a seis años porque pensé: ‘de mí va a depender si un niño va a querer seguir estudiando o si no va a querer regresar a la escuela’. En la educación, enseñaban a todos por igual. Y yo quería ser una maestra que le dijera a los niños: ‘todos son diferentes, todos aprenden de formas diferentes”. Ese había sido mi máximo límite, ayudar a esos niños a que siguieran su camino. -En su nominación como embajadora de la Unesco, dijo usted que antes no admitía ser feminista, y ahora sí. ¿Es verdad? -Sí, esto se debe al contexto en el que uno crece. En el contexto en el que yo crecí y con las personas que yo convivía, me decían que eran feministas. Me decían: “Las mujeres somos superiores a los hombres. Nosotras somos lo mejor, no necesitamos a los hombres”. Pero yo no lo sentía así y pensaba: “Si eso es ser feminista, yo no lo quiero ser”. Es cierto que en una entrevista una vez dije “no soy feminista”, porque yo crecí con este concepto en el que me decían que ese comportamiento era ser feminista. Ahora siempre digo que soy feminista, pero recalco: busco una equidad de género. -Se ha manifestado a favor del aborto legal en México y ha sido muy criticada, y hasta insultada por personalidades políticas por esa posición… -Hay críticas porque hay personas que no están a favor de esto. Pero yo digo simplemente que se le otorgó un derecho a las mujeres que son libres de decidir. Una vez yo entré en debate con mis amigas, que eran como mitad a favor, mitad en contra, y alguien que estaba en contra del aborto me dijo: “Claro, es que tus derechos terminan hasta donde empiezan los míos”. En cuanto a las críticas, siempre pongo en práctica el lema: “Si quieres respeto, respeta”. Yo no sé la historia de las personas que critican, yo no sé qué es lo que está pasando por su mente. Entonces los malos comentarios es lo que tiene, no puedes exigirle más, pero si tú tienes un buen corazón, tú simplemente brindarle amor a los que están a tu alrededor. -¿Cómo reaccionar frente a los comentarios negativos que se multiplicaron con la fama y sus posiciones a favor de las comunidades oprimidas? -Esos comentarios negativos realmente también te ayudan. Eso sólo depende de la forma con la que tú las tomas. Y yo decía: “Por supuesto que soy indígena y estoy muy orgullosa de ser indígena, así soy y así seguimos”. Para mí es un orgullo, no lo voy a negar nada más para darle gusto a otras personas. -Con el éxito y la fama, ¿como es el regresar a Tlaxiaco, la ciudad en donde usted creció? -Antes de todo esto, tenía una vida común, donde tienes que trabajar, estudiar, volver a trabajar si quieres terminar tu carrera. Yo estaba muy encerrada en mi mundo, mi burbujita, mi círculo social muy pequeño, y de ahí no salía. Ahora, cuando regreso a Tlaxiaco, lo siento diferente. Pero no yo hacia Tlaxiaco, sino Tlaxiaco hacia mí. Le voy a dar un ejemplo: señoras que me cuidaban desde pequeña, ahora me tratan diferente. La última vez una me dijo: “¡No hija, no te sientes ahí, te vas a ensuciar tu ropa, tu cabello se va a maltratar, no hagas esto!”. Y yo le contesté: “No se preocupe, yo sigo la misma, no ha cambiado nada en mí, no me da pena sentarme en una banqueta con ustedes”. Me decía ella: “Es que tú te ves igual, te sientes igual, crees que eres la misma, pero nosotros ya no te vemos así. ¿Quién de nosotros ha ido a Estados Unidos con el título que tienes, quién de nosotros ha ido al extranjero a recorrer el mundo como tú lo haces?”. -Ellas tienen razón. Aunque no lo quiera, las cosas han cambiado mucho… -Sí, es cierto, han cambiado muchas cosas, antes mi perspectiva era súper limitada. Al momento de la cena era: “Bueno, tenemos para tres comidas con tanto dinero, ¿qué comemos?” No tienes derecho de irte a tal lugar, tienes que buscar qué museos están gratis... El hecho de poder viajar es muy diferente. La semana pasada tuve la oportunidad de entrar a la Unesco. Antes ni siquiera tenía la oportunidad de viajar hasta acá. A las señoras les decía: “Usted me regalaba un vaso de agua cuando salía de la escuela y no tenía nada. ¿Por qué hoy voy a llegar con aires de grandeza si gracias a usted yo estoy aquí?”. -¿Como se maneja el éxito? -Lo siento extraño, a veces siento que el estar ahí me está alejando de ellos (la gente de Tlaxiaco) y trato de pensar: “Sigo siendo la misma, yo no puedo alejarme de ustedes, ni me quiero alejar de ustedes, voy a seguir aquí”. Parte de la comunidad piensa que ya no voy, que no estoy allá. Sí voy seguido, realmente cada vez que tengo tres días libres, pienso: “¡Ya me voy! Si estoy yendo seguido, llego directo a mi casa para estar con mi familia. Sólo que ahora las personas te conocen más, quisieran que caminaras con ellas en las calles y platicar contigo. Pero sigo con el hecho de no estar acostumbrada.

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