"Los niños de éxodo", infantes desplazados por la violencia

martes, 22 de octubre de 2019 · 15:55
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Wilma Gómez Luengo realizó en cuatro años y medio el documental Los niños del éxodo sobre infantes desplazados de la sierra de Guerrero por la violencia, con la finalidad de visibilizar ese conflicto en México, destaca su realizadora. El filme, de 83 minutos, se mostró por primera vez en la 14 edición del festival de documental DocsMX, efectuado del 10 al 19 de octubre, compitiendo en la sección Hecho en Docs. Gómez Luengo platica a Proceso que siempre le ha interesado el desplazamiento forzado porque ella es hija de asilados políticos chilenos. Llegó a México de pequeña, en 1974, después del golpe militar: “Entonces, poseo una historia de éxodo”, subraya. Debido a su experiencia personal se centra en los niños: “El desplazamiento provoca una desintegración, un desarraigo y un empobrecimiento, pero sobre todo se destruye el futuro de los pequeños”. La cineasta buscó en Chilpancingo, Guerrero, a una comunidad que había salido de la sierra de ese estado. En 2014 se hallaba una en un refugio, y hacia 2015 se cambió a otro espacio. Ella pidió permiso para entrevistar a los infantes, quienes además se expresaron con dibujos de cómo era su pueblo, los enfrentamientos que veían y el día que escaparon de su hogar. El rodaje duró dos años. “¿Qué va a pasar con eso niños? Nacen en la violencia, ven militares y armas, y hablan de muertos. Me conmueve mucho que sientan miedo, se quieren morir, ya no quieren ver eso. Espero que vean el documental para que se haga algo al respecto”, apunta. Gómez Luengo inició cómo asistente de cámara desde finales de 1986. Desde entonces ha trabajado en más de 300 comerciales, videoclips, documentales y setenta largometrajes (treinta de estos eran producciones extranjeras) ocupando la posición de extractor de enfoque en la cámara principal. Ha trabajado con diversos directores de fotografía, como Maryse Alberti, Affonso Beato, Laurent Dailand, Henner Hofman, Darius Kondji, Emanuel Lubeski, Phil Méhiux, Robert Mclachlan, Guillermo Navarro, Xavier Perez-Grovet y Vittorio Storaro. Menciona que al ver una cantidad de reportajes en la prensa acerca de comunidades que se desplazaban, se interesó más desde la perspectiva de los niños: “Empecé una investigación acerca del éxodo forzado sobre todo en Guerrero, en el año 2014, se habían desplazado muchas comunidades a partir del 2011. Muchos periodistas me ayudaron a buscar a la gente y contactarla. La comunidad era muy desconfiada, pero me acerqué poco a poco y les dijimos que queríamos que hablaran los pequeños”. --¿Cómo logró la charla con los infantes? --Buscamos todas las técnicas para acercarnos a ellos, y la forma más segura fue lo que se ha manejado con los niños refugiados, el arte-terapia a través del dibujo, que era un espacio de apertura y seguridad para ellos; de un cierto contrato con ellos de decir: ‘Vamos a hablar hasta que tú quieras, y cuando no quieras comentar más, me indicas que ya no’. Vivir en un refugio es desesperante para los adultos. Los niños poseen como un antídoto, juegan y juegan, y se defienden ante toda la realidad. “En cambio, los mayores se encuentran deprimidos, desesperados, enojados, no cuentan con dinero, no tienen trabajo, ni futuro. No son libres, se hayan encerrados”. Se refiere a que en México no hay leyes que protejan a los desplazados: “Se habla de los desaparecidos y los asesinados, pero los desplazados como que no existen. Además, esta gente carga con un estigma porque muchas veces los criminalizan. Les dicen que por algo los corrieron, por lo cual no quieren darse a notar”, finaliza Wilma Gómez Luengo.  

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