Llanto fiel del Zócalo a 'El Príncipe de la canción”

sábado, 26 de octubre de 2019 · 14:26
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- El fallecimiento del cantante José José sigue calando en lo más profundo del espíritu de los mexicano: más de 100 mil fans se reunieron este viernes 25 en el Zócalo capitalino para homenajearlo. Fue un espectáculo de belleza sublime. Los reunidos le lloraron incesantemente a lágrima viva; pero sobre todo, le cantaron a todo pulmón y con su corazón entero cada uno de sus éxitos, sin importar la intensa lluvia que azotó previa al espectáculo y casi al terminar el mismo. Como doña Carmelita Hernández, de la tercera edad, quien viajó de La perla tapatía a la CDMX para presenciar esta festividad dedicada al ídolo (quien el pasado 28 de septiembre de 2019 trascendió físicamente): “Valió la pena esperar con todo y la lluvia, tenía que estar aquí por ‘El Príncipe’, es una de las figuras irrecuperables de nuestra cultura”. Ya lo pasado, pasado, no me interesa… Había público desde jovencitos, niños, adultos y abuelitos; familias enteras, congregadas bajo un mismo sentimiento. Empapados, pero con la energía en alto los asistentes recibieron en el ápice del show las gracias por el hijo de la celebridad del canto popular, José Joel Sosa, quien manifestó con voz en cuello: “¡José José es de todos, José José de México, para el mundo, por siempre!”. [caption id="attachment_604808" align="alignnone" width="1280"]Los asistentes disfrutaron de los temas interpretados por un nutrido elenco en homenaje a "El Príncipe de la canción". Foto: Eduardo Miranda Los asistentes disfrutaron de los temas interpretados por un nutrido elenco en homenaje a "El Príncipe de la canción". Foto: Eduardo Miranda[/caption] La Plaza de la Constitución hizo suyo a El Príncipe de la Canción, y ejemplo de ello fue la señora Carol Ovando, de Iztapalapa, quien acompañada de sus dos retoños no mayores a siete años, expresó a este reportero: “Les hemos inculcado escuchar a los buenos cantantes y mis pequeños fueron los que me trajeron, me dijeron ‘¡Mamá tenemos que estar ahí!’; entonces los estoy complaciendo, será un gran recuerdo para ellos”. En su oportunidad, la también hija del intérprete, Marysol Sosa, correspondió cariñosamente la fidelidad con que la gente aguardaba: “Muchas gracias, llovió y aquí se quedaron, el cielo lloró un ratito; ¡pero fue también por toda la alegría que estamos viviendo ahorita!”. Clamor de Mon Laferte pro Chile Los adeptos llegaron desde tempranas horas al tributo brindado a José Rómulo Sosa Ortiz (1948-2019), José José, príncipe cantor de la colonia Clavería; su homenaje empezó puntual a las 18:00 horas, justo cuando el aguacero concedía tregua para arrancar la celebración. Después de un breve documental sobre los orígenes y éxitos de la estrella nacida en la alcandía de Azcapotzalco, el desfile de artistas emprendió sobre la plancha del centro de la ciudad su reconocimiento abriendo María León (Zapopan, febrero 14 de 1986) al ritmo de “Una mañana”, mientras los encargados de amenizar fueron Karla Gómez y Mauricio Mancera como presentadores. Continuó el turno para el grupo Mentiras, de quienes se escuchó “40 y 20”, para dar estafeta a las Pandora con “Almohada”. Grandes aplausos recibió la veracruzana Yuri (enero 6 de 1964) con “El Triste” del compositor Roberto Cantoral (1935- 2010), provocando el coreo generalizado:          Qué triste todos dicen que soy,          que siempre estoy hablando de ti.          No saben que pensando en tu amor,          en tu amor, he podido ayudarme a vivir...  Le pedían “¡otra, otra, otra!” a la rubia; pero el programa transcurrió seguidamente con la popera Paty Cantú (Guadalajara, noviembre 25 de 1983) para “Lo dudo”. Con la Catedral Metropolitana como telón de fondo, la producción relució por las pantallas donde se podía apreciar una serie de collages con imágenes de la carrera de José José; como aquella ocurrida el 15 de marzo de 1970 cuando lo ovacionaron de pie en el Teatro Ferrocarrilero por su excelsa interpretación “El Triste” en el Festival OTI. Destacó el ensamble de músicos que dieron un sabor a bohemia con sonidos instrumentales suaves al estilo de una big band para una velada plena de romanticismo, al tiempo que se oía a Mijares (D.F., febrero 7 de 1958) para “Desesperado”, del madrileño Rafael Pérez Botija (octubre 26, 1970). Un estilo diferente le imprimó la tabasqueña Sonora Santanera para “Amar y querer”, del hispano Manuel Alejandro (Jerez de a Frontera, febrero 20 de 1933); versión tropical que puso a bailar a los reunidos para sumarse a la larga lista de talentos la bella tamaulipeca Dulce (Matamoros, julio 29 de 1955) con “Gavilán o Paloma”, y el chiapaneco Reyli Barba (Pichucalco, abril 12 de 1972) con “Lo pasado, pasado”, rolón del michoacano Juan Gabriel (1950-2016). Uno de los instantes más emotivos quedaron plasmados cuando caía la noche con la presencia de los herederos José Joel para entonar “Voy a llenarte toda” y Marysol Sosa con “Dos”, ambos agradeciendo el amor hacia su padre. Acto inmediato dio continuidad el cantautor Leonel García (D.F., enero 27 de 1975) para “La nave del olvido”; el también actor Erick Rubín (Puebla, enero 30 de 1971) con “Amor, amor”; la española Natalia Jiménez (1981) con “Me basta”, y Mœnia con “Volcán”. La cantante chilena Mon Laferte (Viña del Mar, mayo 2 de 1983) aprovechó el escenario para lanzar su sentir hacia su país por las recientes protestas sociales, mientras con lágrimas desentrañaba “Amar y querer”. Casi todos sabemos querer          pero pocos sabemos amar.          Es que amar y querer no es igual,          amar es sufrir, querer es gozar… La protesta de Mon Laferte contra la violencia fue como sigue: “Quisiera desde aquí, como chilanga y como chilena expresar el máximo repudio a los actos de represión realizados por el gobierno chileno desde hace una semana. Que el presidente de Chile, Sebastián Piñera escuche a la gente porque ya hay mucha sangre derramada. Tanto en Chile como en México necesitamos diálogo, justicia, música y no más violencia. Los tiempos del toque de queda ya pasaron, lo que un día fue, no será más.” Karaoke más grande del mundo El comediante Jorge Coque Muñiz (D.F., mayo 1 de 1960), junto a su primo Rodolfo, ofrecieron un hondo romanticismo para el soneto del “Tiempo”, de Renato Leduc con las rimas: Sabia virtud de conocer el tiempo:          a tiempo amar y desatarse a tiempo.          Como dice el refrán, dar tiempo al tiempo;          que de amor y dolor, alivia el tiempo… DLD rasgaban un poderoso acoplado rockero para “Mi vida”, siendo aclamados especialmente por las nuevas generaciones cuando regresaba nuevamente la pertinaz lluvia para recibir a Kalimba (D.F., julio 26 de 1982), quien hizo lo propio para “El Triste”, mientras el dueto masculino de Tulancingo, Hidalgo, Río Roma derramó “Lágrimas”. Tras tres horas de concierto el ocaso vislumbraba y el aguacero sin menguar mantenía a todos sin moverse frente al escenario. El extorero y Poeta de la canción José María Napoleón (Aguascalientes, agosto 19 de 1948) mantuvo la buena vibra y los ánimos incandescentes regalando como cierre “Lo que no fue no será”. Lo que un día fue, no será;          ya no vuelvas a buscarme,          no tengo nada que darte,          de tu alpiste me cansé… Los anfitriones Karla Gómez y Mauricio Mancera invitaban al respetable sumarse al “karaoke más grande del mundo”, mientras en las pantallas desfilaban las letras de “La Nave del Olvido”, la concurrencia correspondía prendiendo el foquillo de sus celulares y entonando con ojos destilando líquido humor: Espera un poco, un poquito más          para llevarte mi felicidad.          Espera un poco, un poquito más,          me moriría si te vas… Así, se comprobó lo que alguna vez dijo Armando Manzanero acerca de que “lo importante no es cantar bonito, sino hacerlo con el sentimiento”, ya que “los más desafinados pueden sentir más la música y gritarla con su mala voz, que aquellos quienes cantan muy bonito pero se hacen de rogar a la hora que les piden cantar y cantan de mala gana”. El reloj pasaba de las 21:00 horas y la gente emprendió la retirada masiva con el temporal sobre sus cuerpos acuosos, sin dejar de entonar una incondicionalidad y un amor ilimitado hacia El Príncipe de Clavería, por toda la eternidad. Pido un aplauso para el amor que a mí ha llegado.          Mil gracias por tanto y tanto amor,          vivo enamorado y me he enamorado          ¡qué feliz estoy!

Comentarios