Alejandro Marcovich, alma de caifán en el Lunario

domingo, 31 de marzo de 2019 · 20:14
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Con invitados, canciones de Caifanes de los álbumes donde participó, además de temas de su disco Alebrije y diez músicos en el escenario, el guitarrista argentino nacionalizado mexicano Alejandro Marcovich realizó, la noche del sábado, un viaje por su larga trayectoria musical en el Lunario del Auditorio Nacional. “El diablito” (1990), “El silencio” (1992), “El nervio del volcán” (1994) y el citado Alebrije (2015) son los discos que incluyen las canciones interpretadas por el exrequintista de Caifanes, nacido el 3 de junio de 1960 y quien llegara a nuestro país desde 1976. El Lunario lucía semivacío una hora previa al show. El escenario tenía presentes a los instrumentos, coprotagonistas de la velada: Las percusiones, con el juego de luces en tono rojo, parecían brindar un saludo de bienvenida a los que llegaron temprano para estar en primera fila. Al centro, una batería color plata, protegida por una especie de vinil, provocaba la sensación de que las notas que orquestarían a la banda habían de cuidarse de manera perfecta. Sintetizadores y metales casi en penumbras. Del lado izquierdo del escenario, junto a camerinos, las guitarras, aquellos instrumentos preciosos desde donde a decir de muchos fans, el sonido distintivo de los viejos Caifanes constituía su alma encarnada por las manos creativas de Marcovich. Una hoja con el setlist del repertorio para la noche en cada espacio posible; además, una botella de agua entre cada esquina del escenario donde los músicos pudiesen alcanzarla, dando detalles finales en señal clara de que el show estaba a punto de comenzar. Las luces se apagaron exactamente a las 20:08 horas y los protagonistas de la noche arribaron al foro. El último en subir, entre elogios y gritos fue Alejandro Marcovich, con pantalón y botas en color negro, camisa color naranja con figuras aleatorias y sombrero en tono café; tomó su guitarra, la conectó al amplificador y comenzó con los primeros acordes de “Hasta Morir”. Las notas que los “fans” buscaron infructuosamente aquella noche en el pasado Vive Latino durante la presentación de Caifanes por el escenario principal, estaban justamente ahí en el Lunario del Auditorio Nacional. Un “buenas noches” bastó para que el público explotara en alaridos; sin más palabras, continuó “Nubes”. El momento en el que llegó el solo de dicha canción, el Lunario parecía tambalearse entre las distorsiones y arreglos únicos. “Muchas gracias por estar aquí, la vamos a pasar increíble. Les voy a presentar una canción, es de mi disco solista (Alebrije), si la conocen la pueden cantar, si no la conocen la pueden aprender, se llama ‘Gozar Contigo’. Como lo prometí en mis redes (sociales), vamos a hacer una especie de recorrido por mi historia discográfica.” La interacción con el público fue totalmente visible, además de que el Lunario, a diferencia de otros recintos, hace posible que entre músicos y público se escuchen perfectamente todos los comentarios que emanan. “La siguiente canción se llama ‘Nada que decir’ y es mi versión punk de una relación amorosa... Quiero presentarles a Penny Pacheco”, dijo Marcovich y a dueto interpretaron la rola. Luego, anunció: “Esta canción viene en un disco que conocen mucho… Para mí no es una canción de luto, para mí es una canción de luto del corazón nada más.” La guitarra de Alejandro Marcovich viajó a 1992, época de El Silencio, para interpretar “Estás dormida”. “¡Oh, voy a estrenar guitarra!” dijo al micrófono, previo a contar una anécdota sobre sus antepasados, en la que refirió que “esta canción la compuse a los 24 años y se grabó mucho después”. Segunda invitada de la noche: Madame Recamier subió al estrado para interpretar “El Viaje”. Continuó la intimidad de “Ayer me dijo un ave”: Que saque el aire de mis ojos/ que abraza el miedo con tus sueños/ que sea un guerrero de sangre/ para que nadie te haga daño… “Vamos a remontarnos en el año 90, a ver ¿qué hay en el año 90? Y antes de recibir respuesta por parte de los asistentes, hizo sonar “Sombras en tiempos perdidos”. “Vamos a avanzar un par de años y así nos vamos a ir yendo…”; la tocada avanzó con los éxitos de Caifanes “El Comunicador” y “Aviéntame”. “Esta canción también fue grabada en el año 94, pero fue compuesta entre ya saben quiénes”, expresó en un momento que hizo reír a todos, por el distanciamiento existente entre él y sus excompañeros de banda, interpretando “El Animal”. Pero no sólo fue noche de viejos discos emblemáticos, también su Alebrije fue protagonista del concierto. “Con el permiso de ustedes, ¡y sin él también!, voy a cantar una canción de mi disco” mencionó para dar cabida a “Cables”. “Somos una gran banda, ustedes son un gran público y el Lunario es un gran lugar” fue la alabanza que dio pauta para interpretar “No Volveré”, con la voz de Carol Villagrán. Aclaró el artista argentino-mexicano: “No he presentado las canciones, porque las canciones son de ustedes, esta es la última canción que compuse con Alfonso André y Saúl Hernández, la cantamos con muchas ganas y ustedes la pueden cantar si quieren”, haciendo retumbar “Aquí no es así” y “El año del dragón”.

Viaje continuo

Desde la guitarra de Alejandro Marcovich pueden crearse diferentes ritmos, ricos fraseos y diálogo armonioso; es así como llegaron un par de canciones que incitaban a danzar al centro del Lunario. “Lo prometido es deuda, viene la parte bailable”, apuntó para dar vida a “Es para mí” y “Wa Wa”. “Mi Alfombra Mágica”, “Miedo” y “Afuera” fueron la parte final del toquín; los músicos abandonaron entonces el escenario por primera vez. Los gritos de “¡Otra, otra, otra!”, no se hicieron esperar; Marcovich y banda regresaron al escenario, y antes de que volvieran a acomodarse, la batería tronó “El Negro Cósmico”, canción donde el artista dejó de tocar unos segundos para cambiar de guitarra debido a que se le quebró una cuerda durante la interpretación. “Bueno, ya nos vamos ahora sí, hasta rompí una cuerda… ¡Y si rompí una cuerda es que sí es rock! Me la voy aventar así, sin palanca, a lo bestia” dijo al micrófono para sacar de su eléctrica “El Elefante”. El reloj marcaba las 22:40, cuando por segunda vez se despidió: “Adiós, Gracias, Hasta la próxima”. El también productor abandonó la escena. Las primeras filas empezaron a tomar camino rumbo al hogar, incrédulos de que Marcovich y banda se atreviesen y volvieran por última vez, luego de más de dos horas y media de concierto; no obstante, aquel recorrido musical no podía quedar completo sin una canción que el Lunario entero esperaba. Ocurrió el milagro y Marcovich, su novena musical y las dos chicas invitadas subieron al escenario una vez más. “Vamos a tocar una que se saben y nosotros también, por cierto”, y los acordes de “No dejes que” fueron la pista de llegada tras el periplo. Cuando veo a través del vaso/ veo a través del tiempo/ donde los sentidos se dislocan/ donde los temores se evaporan… Ésta fue la estrofa que quedó como eco en las paredes del recinto. “Ahora sí, adiós… Vayan con cuidado”, con el cual Alejandro Marcovich hizo mutis a eso de las 22:49 horas. Y Carol Villagrán (voz), Beto Obregón (bucle y trompeta), Brandon Caporal (voz), Iván Rosa (sintetizadores), Rubén Baeza (batería), Pablo (bajista), Madame Recamier (invitada), pilotos del viaje bajaron del foro, satisfechos.

Y su guitarra “habló"

A la salida, pudimos conversar con algunos de los "fans" asistentes. Como lo contara Juan Antonio Alegría, quien asistió en familia al concierto, Marcovich es parte fundamental de Caifanes: “Hemos tenido la oportunidad de escuchar a la banda sin él y no es lo mismo, el toque de Marcovich viene a realzar el nombre de Caifanes, hoy les hace falta como tal”. Camino a la salida del Lunario, Alegría refirió que la hoja con el repertorio de rolas (setlist) que obtuvo tendrá un lugar especial en su casa. Y agregó como comentario postrero en el silencio lunar: “Tengo la fortuna de que mis hijos son músicos, y hemos detectado perfectamente cómo suenan Caifanes con Marcovich y también sin él. Ellos pueden pelearse y decir lo que sea, habrá muchas opiniones sobre el requintista; pero la guitarra habla por sí sola, y la guitarra de Alejandro Marcovich hoy habló profundamente.” Otro admirador de nombre Isaac coincidió: “Alejandro es una pieza fundamental de Caifanes, ha metido mucho de su trabajo (en aquellas grabaciones). Caifanes sin él no son nada.” Y Martha Rosete: “El día de hoy pude encontrar a un Marcovich enamorado de la música y lo mejor es que nos lo transmite, es impresionante ver el contacto que hay entre el músico con sus fans. Me voy enamorada de su guitarra y de su talento.”

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