Vega-Gil en el recuerdo de Lalo Barajas

domingo, 14 de abril de 2019 · 09:46
Antes de asistir al velorio de Armando Vega-Gil, bajista fundador de Botellita de Jerez, quien se suicidó la madrugada del lunes 1, el promotor Eduardo Barajas (quien en los ochenta abrió el foro de rock LUCC) alzó la voz exigiendo controlar el rigor en el abuso de información vía las redes sociales. El deceso del Cucurrucucú tras acusaciones de supuesto acoso sexual hacia 2005, aparecidas en el sitio del movimiento #MeToo de Twitter, dio pie a una polarización entre la comunidad artística.  CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Sorpresa, consternación y escándalo provocó el lunes 1 la noticia del suicidio del músico Armando Vega-Gil, 14 horas después de ser delatado anónimamente de supuesto acoso sexual por una mujer en #MeTooMúsicosMexicanos, plataforma femenina que cerró su foro en Twitter el miércoles 3 tras el funeral del bajista y cantautor de Botellita de Jerez. Expone el promotor cultural Eduardo Barajas: “Convivimos mucho, fue un cuate con muy buen humor y ánimo, con muchos planes y proyectos, así que nos ha desconcertado la decisión que tomó de suicidarse luego de que lo acusaran justo por esa razón, si bien defendió su inocencia. Evidentemente hay una gran descomposición en nuestra sociedad; pero también pienso que los linchamientos públicos hoy a través de internet y ya desde los tiempos medievales son efecto de una barbarie en sociedades con serios problemas de injusticia e ilegalidad.” –¿Cómo conoció al Cucurrucucú Armando Vega-Gil? –A comienzos de los años ochenta, antes de que en 1983 formara con Sergio Arau, El Uyuyuy, y Francisco Barrios, El Mastuerzo, el vaciadísimo trío de charrocanrrol Botellita de Jerez, conjunto parteaguas del rock nacional. “Yo era productor de la televisión cultural, y Héctor Ibarra González era director de producción de Canal Once. Junto a la Secretaría de Educación Pública (SEP), Héctor Ibarra sacó Tiempo de niños, una barra infantil que en su momento representó como la mamá de lo que hoy es Once niños.” Los guiones de Vega-Gil poseían gran atención pedagógica.  “Había un programa infantil bastante simpático que se llamaba La tía Chonita, creo; pero en la primera reunión que yo tuve como productor y realizador del proyecto, me presentaron a los escritores Laura Esquivel y Armando Vega-Gil. Ambos me daban un guion y yo le daba forma al programa, lo editaba y demás. El elenco ya lo tenían seleccionado, Laura y Armando ya tenían a los niños y niñas que participaban allí con ellos, yo entregaba el programa a continuidad y lo sacaban al aire. Armando trabajaba en los gags de niños y La Tía Chonita era un personaje muy creativo, despierto, que lidiaba con los chavitos de manera simpática; había algo que se llamaba rolling gag, que era un gag que se repetía a lo largo de todo el programa, y lo manejaban de forma impecable Armando y Laura. “Un poco después de esa época empezó él a trabajar también con Andrés Bustamante como parte del equipo de escritores que redactaban los guiones para El Güiri Güiri”. –¿En algún momento llegó a correr algún rumor de que acaso Armando Vega-Gil abusara de niños o niñas? –No, absolutamente no. Al contrario. O sea, en realidad creo que la visión de Armando era muy respetable, no era alguien que fuera machista. Al contrario, todo lo que escribían él y Laura tenía que ver con valores éticos para los niños, solidaridad, respeto, inclusión. Es decir, Armando era alguien que lo habían metido con Laura Esquivel justamente porque manejaba un programa en el que se impartían o impulsaban valores a los infantes. La década “guacarrock” Los Botellita de Jerez se dieron a conocer en un bar coyoacanense denominado La Rockola, en Miguel Ángel de Quevedo, donde los vio Rockdrigo González, quien murió en los sismos de 1985. El trío le grabó “Asalto chido” en su tercer LP para la disquera Polydor Naco es chido (1987).  “Ya posteriormente yo lo reencontré cuando Fernando Arau abrió el concepto de Rockotitlán en avenida Insurgentes Sur, por 1985, y empezó toda una lucha en pro del rock en español, fue una década en la que se abrieron otros espacios, como El Chopo UNAM. Armando y Botellita de Jerez reivindicaron lo nacional, porque antes estaba el Three Souls in My Mind, con Alex Lora, que era un rock más de hoyo fonqui y de los suburbios de la capital. Botellita fue justo un puente entre las clases sociales de gente que consumía rock.” En septiembre de 1987, Eduardo Barajas fundó el LUCC (La Última Carcajada de la Cumbancha) no muy lejos de Rockotitlán,­ foro cultural donde comenzaron Café Tacvba y la Maldita Vecindad y que cerró en 1993. “Pienso que Botellita de Jerez es un pilar muy importante para el rock en español, sobre todo porque viene de una propuesta mexicana, igual que la visión conceptual de Rockotitlán, que sería una metáfora con gran sentido del humor acerca del lugar precolombino donde supuestamente se oía rock desde la época de Moctezuma; la Botellita es una agrupación ícono y simbólica, un rock lúdico que podían consumir chavitos de escuelas de paga o de gobierno. –¿Cuál fue el papel creativo de Armando Vega-Gil musicalmente? –Es un intelectual, había estudiado antropología, tomado cursos de guion cinematográfico con Vicente Leñero, escritor, pintor, conductor radiofónico, fotógrafo de primer nivel y con gran experiencia en el humor y el gag. Ahí están sus discos, sus libros, sus videos… Armando Vega-Gil incursionó en las narraciones de viajes, novela, aforismos, cuentos de terror para adultos y literatura infantil. El tema de su corto Fuera de cuadro (2003), actuado por Roberto Sosa, gira en torno al suicidio (https://youtu.be/GV07lOU9Lu8). –¿Cómo se llevaban? –En general, era un cuate muy carismático, se llevaba bien con todos. Los últimos dos contactos que tuvimos fue por motivos laborales, primero cuando se enteró de que yo iba a abrir La Plaza de la Caricatura Germán Butze en el Centro Histórico, por marzo de 2017; él me hizo favor de conducir el evento inaugural, en el que estuvieron Las Reinas Chulas, El Fisgón, Manjarrez, los hijos de Germán Butze e hijas, etcétera. “El año pasado formamos un grupo de jugadores de dominó con Armando Vega-Gil; estaban el guitarrista José Manuel Aguilera, de La Barranca; Alfonso André, de Caifanes; Federico Fong, Rodrigo Vázquez, Pablo Zeta, Federico Quintana, Claudio Pezzotti, Froylán Mauricio López Lavín e Iker Moranchel. Nos denominamos La Mula de Blancas, jugábamos cada 15 días en una cantina diferente. Luego, en el proyecto que tengo con mi pareja bailarina Fernanda Parra en la colonia Obrera ArO (Arte Obrera), él vino a tocar y a cantar para mis niños y niñas. Les dio una especie de clínica de humor y musical con el proyecto musical padrísimo El ukulele loco.” Lalo Barajas lo despide: “Entiendo también que el hecho de haberlo incluido en la lista de mujeres supuestamente acosadas de #MeTooMúsicosMexicanos, que él menciona como la principal razón para la decisión que tuvo para su suicidio y diciendo que es un acto de protesta radical matarse porque es inocente, muestra una temática clara que nos lleva a la conclusión de que las personas no piensan que hay respeto a las leyes. Toda la frustración que impera en la sociedad actual y en las mujeres sobre todo, considero que es resultado de décadas de impunidad y de una política corrupta, de influyentismo. Ha sido muy grave el suicidio del Cucurrucucú,­ de verdad nos tomó a todos por sorpresa.”    Este texto se publicó el 7 de abril de 2019 en la edición 2214 de la revista Proceso

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