Día del Niño, bajo 'el universo de Pescetti”
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Con una naturalidad que contagia a cualquiera, el cantante argentino Luis Pescetti aplica la fórmula de ser niño eternamente, sin importar edades.
Y, así, padres, abuelos y niños se fundieron ayer en el Teatro Meropólitan en un solo espíritu infantil bajo “el universo Pescetti”.
Una magnífica oportunidad para celebrar el Día del Niño, que se celebra el 30 de abril, y cerrar las vacaciones de Semana Santa.
Antes de que iniciara el recital, en la pantalla principal se pidió guardar los celulares para gozar de la experiencia al máximo. Los presentes respetaron en todo momento la petición desde el inicio del concierto, pasadas las 17 horas, cuando apareció en el escenario el también escritor, quien ha dedicado su obra a la infancia.
El cantante de 61 años rápidamente conectó con su público que alegremente le esperaba en el recinto, lleno a reventar; desde los más pequeños hasta los más grandes gritaron al verlo y cuando interpretó “Vinieron tarde” y “No hay otro lugar como mamá”.
Mamá es el mejor lugar que hay.
Es mi vereda, mi frazada, mi sillón,
es una hamaca, mi rayito de calor…
La magia entre Pescetti y su gente calaba en cada rincón; su inigualable carisma atrapaba, dando espacio para contar los chistes blancos que lo caracterizan y para los cuales tuvo como obsequio francas carcajadas.
Acompañado de su banda, y por lapsos con solos en guitarra acústica, el show de Pescetti, de poco más de una hora, recreó a cada uno de los reunidos con los que interactúo constantemente.
El foro se transformó en una fiesta infantil, en un espacio de absoluta libertad. Todos bailaban entre los pasillos y butacas, juagaban y brincaban, canturreaban las rolas. La buena vibra bañaba al rock star de los niños al son de “Tiburón, tiburón” y la escatológica “El moco”, con seguimiento enloquecedor:
Si tú quieres ser feliz
mete un dedo a la nariz
Si quieres ser otro poco
mete el otro y saca un moco
El moco el moco, ya lo verás…
Al repertorio se sumaron “Una niña de cuarto”, “Empecé naciendo en Rusia” y “Los sapitos de la noche”, además de “Cenicienta estaba hambrienta” y “Cinco ranas con pequitas”. Especiales momentos se vivieron con “Si tú tienes muchas ganas”, de rebosante regocijo y éxtasis generalizado.
La producción contó únicamente con una gran pantalla central, donde desfilaban las letras de cada tema al estilo karaoke, escuchándose así: “Es una nave espacial”, “El campamento”, “El niño caníbal”, “¡Ay, Lilí!” y “El vampiro Negro”, con su chispeante estrofilla:
¡Scobby du by du by du by du by du!
Parecía que culminaría la colorida pachanga, pero el universal Luis tenía un regalo más: “Los Changos”. Se despidió feliz, con una radiante sonrisa de satisfacción tras la ensordecedora ovación de los niños.
Las familias salieron con la energía en alto y las pilas bien puestas, afrontando la realidad del regreso a clases, pero llevándose la clave Pescetti: disfrutar de la vida siendo niños eternamente.