La última gran aparición de Chen Kai
CIUDAD DE MÉXICO (apro).– En memora de Chen Kai, acaecido este viernes 17 a los 73 años en la Ciudad de México, Apro reproduce la última entrevista al mago, publicada en febrero de este año en Proceso, titulada “Reaparece Chen Kai en ¡Qué grande eres, magazo!”.
En ella, el reportero Roberto Ponce logró obtener y precisar algunos detalles poco conocidos sobre la vida del afamado ilusionista, sus éxitos –hacer magia a quien lo inspiró de niño, el mago Fu Manchu–, y fracasos –como el de no haber encontrado un discípulo digno a pesar de haber sido uno de los más reconocidos internacionalmente.
La conversación nació para hablar sobre el cortometraje realizado por nuestra colaboradora Indira Cato –¡Qué grande eres magazo!–, cuyo estreno se efectuó en esta agencia:
“Que caiga el mal gobierno” es el deseo que una joven soñadora traicionada por el novio pide a un mago ambulante, desencantado a su vez porque en el mundo actual “ya nadie cree en la magia”. El ilusionista es el yucateco Chen Kai, el más conocido de los artistas mexicanos del género.
Tras cuatro décadas hace su reaparición fílmica en el cortometraje de ficción de 14 minutos ¡Qué grande eres, magazo!, dirigido por Indira Cato (Llévate mis amores), donde interpreta el taumatúrgico papel de Reynaldo en mancuerna con Lupe, la actriz egresada del Centro Universitario de Teatro Berenice Mastretta.
La cinta acaba de estrenarse en el VideoForo del sitio internet de www.proceso.com.mx/cultura.
“Esta película se filmó en partes, fueron diferentes escenas grabadas en sitios distintos del barrio de La Conchita, en Coyoacán. Cuando me mandaron el cortometraje terminado, le di vueltas y vueltas al significado, y creo que finalmente se trata de brindarle un reconocimiento al nuevo presidente Andrés Manuel López Obrador”, dice Chen Kai en su casa de la colonia Narvarte.
–Cuando Susana Cato lo llamó y le mostró el cuento en el que se basó su guion de ¡Qué grande eres, magazo!, a usted no le animó gran cosa participar por tratarse de una frase que popularizó Beto El boticario.
–Bueno –sonríe–, es que era un slogan de Beto El Boticas o El Beethoven, como le llamábamos; yo se los hice ver, pero ellas ya tenían bien hecho su libreto y había que respetarlas. Él quiso ser mago en serio, pero como que a la hora de la hora le faltaba algo y el público se daba cuenta que se le olvidaba un truco o fallaba, se reían de él, y así creó su éxito porque la gente disfruta si alguien hace el ridículo o sufre. En su caso, era algo intencional.
Este corto de Chumbera Producciones con Itzel Dekovic y Mónica Cruz, en edición de Carlos Enciso e Indira Cato, se estrenó el martes 4.
“Salí en una película de ficheras cuyo nombre no puedo acordarme con Carmen Salinas y Andrés García, a quien le enseñaba unos trucos para que se convirtiera en mago. Pero nunca nadie me ha invitado a filmar mi vida en la magia, ni a mí tampoco me gustaría escribirla, además de que muchos de los trucos de magia que yo inventé jamás los daré a conocer. Sólo un reducido grupo de amigos saben de mis aventuras en el ancho mundo de la magia.”
Nacido el 30 de agosto de 1945 en Mérida, Chen Kai tomó su apodo de dos voces mayas que equivalen a “Sólo manos”, inspirado por el personaje de Fu Manchú, nombre del villano chino creado por el novelista Sax Rohmer en 1913. Sus padres eran del Mayab: Fausto Aníbal Hijuelos y Ester Cervera.
“De niño me influyeron las cintas del verdadero mago Fu Manchú, quien filmó seis películas en nuestro país por los años cuarenta, en torno a un detective que ayudaba a la policía a resolver ciertos casos, y dentro del tema se veía que era un mago que actuaba en espectáculos nocturnos de teatro. Fu Manchú me dejó una huella imborrable, era continuador de siete generaciones de magos holandeses, se llamaba David Tobías Theodore Bambergy, y en 1969 lo conocí en Río Bamba 143, en Buenos Aires, porque ahí él tenía un estudio de magia, daba clases y vendía objetos de magia. Me habían contratado para trabajar en la Semana Mágica de Salta, al norte de Argentina. Fui a Buenos Aires exclusivamente a verlo en su pequeño teatrito que tenía en la parte baja de su local, a un costado, lo recuerdo bien y me pidió ‘Hazme algo de magia’.”
Hacerle un truco al mismísimo Fu Manchú (quien tenía como asistente al “gran” Houdini, fue un reto descomunal:
“Llevaba yo un efecto de una argolla en una cuerda, y me felicitó: ‘No lo conocía yo, está interesante, muchas gracias’. Me regaló dos efectos de magia que él inventó y conservo en mis espectáculos. Uno consta de dos vasos que se ponen boca con boca, se sacuden y se llenan de leche; otro es una guillotina que aparentemente corta la mano de un espectador.”
La magia es sorpresa
Chen Kai estudió arquitectura en la UNAM y la Universidad Iberoamericana. Actualmente sus únicas lecturas versan sobre un tópico y nada más:
“Para mí la magia es todo. En el mundo, luego de la pesca y la filatelia, es el tercer pasatiempo más popular.”
Su inicio en la televisión sucedió el 15 de enero de 1960 (“era un miércoles”) con el programa infantil Club Quintito, que conducía tres veces por semana Genaro Moreno a través de Canal 5, donde duró 11 años. Posteriormente tuvo su propio espacio televisivo y fundó en su casa “El salón de fiestas infantiles Chen Kai”, que ya no ofrece servicios pese a mantener el anuncio en la calle de Xochicalco número 424, donde se le entrevista.
–Cuando lo conocí a usted, un Día del Niño hace medio siglo en el teatro de la Suprema Corte de Justicia, me hizo un truco de cartas francesas.
–Se dice que las cartas son la mitad de la magia. Al comienzo yo las usaba mucho, pues en la escuela me decían El mago, porque era muy fácil para mí llevar en el bolsillo un paquetito de cartas, y el entretenedor era yo. Después incursioné en otros terrenos mágicos, porque las cartas requieren bastante destreza, práctica y excelente memoria. Hay una gama de efectos infinita con líquidos de colores, monedas, vasos. El mentalismo o la telepatía también es parte de la magia, aunque hace tiempo que ya no la practican porque existiendo los aparatos celulares y de tecnología electrónica, pues ya hoy se presta a que suene a fraude.
La boda de la Lupe es el tema musical que incluye ¡Que grande eres, magazo!, escrito por el grupo Thesconek-t. Chen Kai lleva medio siglo de casado y tuvo cuatro hijas. Las fotos de sus nietos ocupan la pared de la sala.
–Usted no usa sombrero de copa, sino un paliacate negro…
–Sí, le dicen paliacate y hace que me parezca a don José María Morelos y Pavón, pues de niño iba a las matinés donde salían los chinacos, cuyo traje es antecesor del de charro.
Solía escuchar las palabras mágicas de Dante, un famoso mago alemán, con su frase “Sim Saladín”. Viajó por toda la República Mexicana, Sudamérica, Estados Unidos, Francia y España, e invitado por el príncipe Raniero dio funciones en Montecarlo. Frente a su ayudante apodado Rojo, Chen Kai expresa sin amargura:
“He recibido más homenajes fuera de mi país, porque en México somos un país tremendamente malinchista.”
Fiel al credo de Fu Manchú, lo repite:
“Una vez me explicó que los secretos se transmiten de boca a oído y de generación en generación, es un pensamiento que se me quedó en el corazón. Fu Manchú fue el séptimo de una generación de magos holandeses. Él nació en Inglaterra, pero su padre era Okito (anagrama de Tokio), otro mago, y yo intenté educar a discípulos magos, pero tuve experiencias nefastas con mis seguidores que prefiero olvidarlos.”
–¿Por qué no quiere dar a conocer sus secretos?
–Publiqué algunas de mis ideas en los cinco volúmenes de la londinense The Enciclopaedia of Doves (“La enciclopedia de las palomas”), pero otras las guardo pues revolucionarían esta tierra tan hermosa que es el gran país de la magia. En buen plan. No sé si estoy bien o mal, pero el 80% de los videos en YouTube donde salen magos con palomas, son de ideas mías.
–¿Qué espera en la vida?
–Crear magia.