Muere el cubano Roberto Fernández Retamar, hito de la poesía en lengua española 

domingo, 21 de julio de 2019 · 18:34
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- El poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, falleció la tarde de ayer en La Habana, Cuba, informó la Casa de las Américas a través de su cuenta de Twitter y en un comunicado, en la cual el intelectual y también político se desempeñaba como su presidente. El diario Juventud Rebelde también difundió la noticia y recordó que el autor de Todo Caliban, Caliban y otros ensayos y Pensamiento de nuestra América, entre otros libros, fue diputado en la Asamblea Nacional del Poder Popular y miembro del Consejo de Estado entre 1998 y 2013. Premio Nacional de Literatura en 1989, ingresó a la Academia Cubana de la Lengua en 1995, y llegó a ser su presidente. Entre 1947 y 1948 fue jefe de información de la revista Alba para la cual entrevistó al escritor estadunidense Ernest Hemingway, y colaboró desde 1951 en la revista Orígenes. Nació en La Habana el 9 de junio de 1930. Fue doctor en Ciencias Filológicas e investigador titular y profesor honorario de la Universidad de San Marcos, en Lima, y doctor honoris causa de las Universidades de Sofía (1989), Buenos Aires (1993 y Central de las Villas (2011), esta última de Santa Clara del Cobre. En 1958, durante la dictadura de Fulgencio Batista, integró el Movimiento de Resistencia Cívica y publicó en la prensa clandestina, dice el medio cubano y recuerda que, luego del triunfo de la revolución encabezada por Fidel Castro en enero de 1959, se incorporó nuevamente a la universidad. Y en 1960 se desempeñó como consejero cultural en París.  De 1959 a 1960 colaboró en la Nueva Revista Cubana, posteriormente de 1961 a 1964 fue secretario de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), en la cual fundó en 1962 y codirigió con Nicolás Guillén, Alejo Carpentier y José Rodríguez Fero, la revista Unión. Desde 1986 hasta sus últimos días presidió la Casa de las Américas, cuyo órgano de difusión comenzó a dirigir en 1965. Otros de sus libros son Órbita de Rubén Martínez Villena, la antología Cinco escritores de la Revolución rusa y la antología poética Para un mundo amasado por los trabajadores, además de la antología Poesía joven de Cuba, realizada en colaboración de Fayad Jamís. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y se ha publicado en Alemania, Brasil, Bulgaria, Checoslovaquia, Corea, Cuba, Estados Unidos, Francia, Galicia, Grecia, Italia, Jamaica, Polonia, Portugal, Unión Soviética y Yugoslavia. La Casa de las Américas expresó que “la muerte de Roberto Fernández Retamar es una pérdida irreparable para la cultura cubana. Desde que se dio a conocer en 1950 con el poemario Elegía un himno, su obra fue abriendo cauces y marcando hitos en la poesía de lengua española, a la que legó textos que quedarán para siempre como ‘Felices los normales’, ‘¿Y Fernández?’ o ‘Con las mismas manos’. “No menos relevantes son sus penetrantes y esclarecidos ensayos, que ponen en evidencia la vastedad de su pensamiento y la magnitud de su labor intelectual, tanto si recordamos ese clásico de la reflexión latinoamericana y caribeña Caliban, como si pensamos en Para una teoría de la literatura hispanoamericana, en su fervorosa pasión por la obra martiana (José Martí), o en sus lúcidos ensayos sobre el papel del intelectual y los procesos de descolonización cultural en nuestra América.” El presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez lamentó la pérdida y escribió en su cuenta de Twitter: “Hay luto en la Casa de la intelectualidad latinoamericana. En Cuba y en Nuestra América. Retamar ha muerto. Abrazo sentido a su hija Laidi y a toda su familia de sangre y de la Casa de las Américas… “Querido Roberto, gracias por dejarnos obra, lucidez y compromiso. Somos Cuba.” El poema “Felices los normales” es publicado por Juventud Rebelde y dice: A Antonia Eiriz Felices los normales, esos seres extraños. Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente, Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida, Los que no han sido calcinados por un amor devorante, Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más, Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros, Los satisfechos, los gordos, los lindos, Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí, Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura, Los flautistas acompañados por ratones, Los vendedores y sus compradores, Los caballeros ligeramente sobrehumanos, Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos, Los delicados, los sensatos, los finos, Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles. Felices las aves, el estiércol, las piedras. Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños, Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos Que sus padres y más delincuentes que sus hijos Y más devorados por amores calcinantes. Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.

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