'El faro”: Entre lo sobrenatural y la perversión

sábado, 11 de enero de 2020 · 21:33
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– Es 1890 y nos encontramos en una pequeña isla cerca de la costa de Nueva Inglaterra. En ese lugar, Ephraim Winslow (Robert Pattinson) y Thomas Wake (Willem Dafoe) deberán cuidar del faro y que funge como guía de los barcos que por ahí transitan. Wake es el encargado del cuarto del faro, mientras que Winslow es su asistente que se hace cargo de las engorrosas tareas del día a día; el primero cuenta con gran experiencia para los “asuntos del mar”, mientras que el segundo es un sujeto sin oficio que toma los trabajos que va pudiendo. Este es el contexto de la cinta El faro (The Lighthouse, EU-2019) de Robert Eggers (La bruja, 2015), un drama malviajante, cargado de terror con elementos surrealistas, en ocasiones de un naturalismo atroz que permite prácticamente oler a los protagonistas. La cinta es en blanco y negro, llena de claroscuros, y el formato no es widescreen sino cuadrado (Académico), para dar la sensación de que estamos viendo una cinta vieja. En un inicio, las cosas no serán fáciles para Winslow, ya que deberá soportar el yugo de Wake, situación que resulta sumamente humillante. Y para colmo, debe aguantar a una gaviota que se la pasa “molestándolo” de manera regular. Winslow trata de ahuyentarla, pero deberá tener cuidado de no propasarse, ya que matar a una gaviota podría desatar una racha de mala suerte. Poco a poco, Winslow irá experimentando algunas visiones extrañas como, por ejemplo, unos tentáculos que parecen pasearse por la sala del faro, mientras que Wake se encuentra desnudo, dándose placer. El tiempo en que estos hombres estarán juntos será de cuatro semanas, sin embargo un cambio en los vientos genera una tempestad que los dejará varados con sus demonios y mucho alcohol, mientras que Winslow se encuentra con una sirena, más alucinaciones y la pérdida del sentido del tiempo. Lo que empiezan a vivir estos sujetos es el horror absoluto de encontrarse atrapados con un extraño en el cual no confían; en demonios que no sabían que existían, en un ambiente hostil que los mantiene confinados a manera de castigo por alguna transgresión… y en lo alto, un cuarto “misterioso” que encierra al faro. No hay propiamente buenos ni malos, sino dos hombres con sus pecados a cuestas en medio del mar que, por momentos, Wake lo hace parecer como si fuera una entidad con voluntad, gobernada por Poseidón y por los espíritus de los viejos marineros. ¿Qué están viviendo estos dos fareros? ¿El horror de la realidad? ¿Un episodio sobrenatural? ¿Alucionasiones creadas por su mente y sus remordimientos? ¿La ira del Dios del mar? El faro, cargado de grandes actuaciones, elementos mitológicos y simbología mística, nos confronta con las miserias humanas y la desesperación del encierro, tanto físico como mental, pero en este contexto, ¿cómo saber cuál es cuál cuando el faro ilumina nuestra existencia y nuestros pecados de manera tan brutal que es capaz de cegarnos? Y es que dicen los místicos que quien no está preparado para ver la luz de Dios puede caer en la locura. Sea lo que sea, El faro es una película excepcional que requiere de paciencia y apertura para el espectador convencional.

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