Cultura

"Mank": genio y cínico

"Mank" es una soberbia película, soportada totalmente en Gary Oldman. Enseña cómo fue la increíble historia, hasta ahora desconocida, de un clásico de la cinematografía universal: "El Ciudadano Kane"
sábado, 5 de diciembre de 2020 · 12:18

MONTERREY, NL. (proceso.com.mx).– Mank (Mank, 2020) es una película en la que todo se desborda hacia el virtuosismo. Es exuberante su ambientación de la década de los 40. Es genial Gary Oldman como Herman Mank Mankiewicz, el escritor detrás del guión de El Ciudadano Kane. Sobrecoge la música melancólica de Trent Reznor y Atticus Ross. Remite, el suntuoso guión de Jack Fincher, a las películas que se hacían en la época. Establece, la dirección de David Fincher, una atmósfera de irrealidad en un tiempo ido que, por lejano, parece que solo existió en la leyenda.

En un universo retratado en blanco y negro, Mankiewicz es presentado como un genio desilusionado. Estados Unidos está en guerra, los estudios cinematográficos, que florecen con grandes producciones, rivalizan inescrupulosamente para capturar a los talentos. En esta atmósfera de gran excitación social y creativa, irrumpe un joven prodigioso a quien el mundo conocerá como Orson Welles. El muchacho maravilla recibe toda la libertad de la compañía para que haga su próxima película.

El prometedor director le encarga entonces el trabajo de un guión a Mank, un singular escritor borracho, mujeriego, conyugalmente emproblemado, que necesita retirarse para escribir el texto por encargo, y en una carrera contra el tiempo.

Con valioso respaldo de Netflix, Fincher lanza una historia brillante y singular, que muestra con un tono irónico de comedia en el contexto del arte en su variante corporativa, cómo son los sótanos de Hollywood. Lo que aquí se ve es la descarnada lucha en una industria en la que circulan millones, como la cinematográfica, por presentar un producto que genera inmensa riqueza.

Los cinéfilos que acuden a las salas a ensoñar con las películas que ven cada semana, no saben lo que ocurre en las oficinas, donde las decisiones ejecutivas deciden la vida de miles de trabajadores que, con su trabajo, alimentan sus fantasías.

Mank se encuentra postrado, con una pierna rota por un absurdo accidente vial. Sus esfuerzos para hacer el encargo para Welles se ven entorpecidos por su irremediable dipsomanía. De esta forma, entre ensayos para escribir una historia que va a hacer que estalle un tremendo escándalo en la clase alta, Mank tiene evocaciones, en forma de saltos en el tiempo, sobre lo que ha sido su vida, y los momentos que lo han llevado a convertirse en una figura que es respetada por su capacidad literaria, pero, al mismo tiempo, despreciado por sus dislates públicos provocados por el alcohol, y sus posturas políticas provocadoras.

Por encima de todo, incluso de la producción y las actuaciones, se encuentra el guión. La progresión dramática está fundamentada en diálogos. Los personajes son parlanchines, principalmente el escritor, que no para de expresar su amargura a través de afilados comentarios. Pero los intercambios son vertiginosos y mágicos, como si los personajes fueran filósofos de la desilusión y el sarcasmo.

Abundan las referencias culturales de la época, y se detalla con grata precisión el ambiente político de la época. Jack Fincher le da a la película un formato de guión, como si la narración fuera la propia proyección de su mente, que va escribiendo lo que se ve.

Mank es una soberbia película, soportada totalmente en Gary Oldman, insuperable, y con gran trabajo de apoyo de Amanda Seyfried. Enseña cómo fue la increíble historia, hasta ahora desconocida, de un clásico de la cinematografía universal.

 

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