El poema que Ernesto Cardenal escribió en 1976 para Proceso

domingo, 1 de marzo de 2020 · 22:13
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso Digital).- El 20 de diciembre de 1976, el poeta Ernesto Cardenal saludó la fundación de Proceso, con el poema Valle de Cuernavaca / Desde el monasterio, que envió para su publicación en el número 7 de la revista. El poeta, sacerdote y traductor nacido en Granada, Nicaragua, el 20 de enero de 1925, falleció este 1 de marzo en la capital del país centroamericano. Afligida, su asistente Luz Marina Acosta declaró a Armando Ponce: “Se me fue el poeta”. E informó que mañana lunes 2 de marzo se llevará a cabo una misa de cuerpo presente en la Catedral de Managua. Y el viernes será enterrado en Solentiname (JAT). A continuación, se reproduce el poema arriba mencionado: Después de la lluvia el aire del valle es más diáfano: más blanco el humo de las chozas más azules los volcanes y más claras las campanas.   Por el camino empedrado un muchacho descalzo va arriando unas vacas.   En las montañas azules, sombras más azules: las sombras de sus relieves o de las nubes. (Y en el hilo del teléfono, el pajarito rojo).   Sube el humo de las chozas entre los maizales; y el de la ladrillera. Hay una fábrica lejos, al pies de las montañas con un humo muy alto.   Y por la planicie azulosa el humo largo de un tren, y su silbido largo.   El ruido de los carros acelerándose y de los autobuses, en la carretera. Y el tic tac del picapedrero picando la piedra. De este otro lado: un camión pesado subiendo una cuesta.   Vienen las cabras con sus campanitas y queda quieto en el aire un tibio olor de cabras y de leche de cabra.   Los pájaras están cantando y en Santa María de Ahuacatitlán están tocando las campanas.   El sol poniente dora el Teposteco y pinta de rosa la nieve del Popo Ice-cream rosado como un cono de helado rosado.   Sale la luna detrás del Popocatépetl.   (Una luna tenue como una nube y una nuebe sobre el Popocatépetl, color de nieve y la nieve del Popocatépetl de color de luna)   Titilan a los lejos las luces de Cuernavaca; y más lejos las de Cuautla, ya casi en el cielo pequeñitas y apiñadas, casi entre estrellas. En el campo hay un radio cantando un corrido. Un millón de grillos cantan en el pasto. Cantan y se callan y vuelven a cantar. ¿Nunca duermen los grillos? Y los cocuyos brillan como las estrellas y como Cuautla y como Cuernavaca.   Un tren pita lejos. Pita en la noche. Pita triste tres veces. Es el viejo tren que va a México. Parece un pájara solitario llamando a su pareja que no existe

Comentarios