'Familia de medianoche”: ¿Quién podrá rescatarnos?

sábado, 21 de marzo de 2020 · 11:20
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– La terrible escasez de ambulancias en la Ciudad de México genera una enorme área de oportunidad en la cadena del sistema de salud; dicho vacío es cubierto por un grupo de ambulancias privadas cuyo personal, generalmente bienintencionado, navega entre la legalidad y las argucias para “ganar heridos a quienes transportar”, negociar sus pagos de manera sorpresiva y las corruptelas de un sistema policial. En este contexto se desarrolla Familia de medianoche (México, 2019) de Luke Lorentzen, donde la familia Ochoa vive al día –o más bien, durante la noche–, salvando vidas mientras regatea y manipula para cobrar sus servicios. Con un estupendo trabajo de edición y cinematografía, el documental nos lleva de la mano de los Ochoa durante varias noches: Fernando, Juan y Josué (principalmente), luchan por ganarle a otras ambulancias privadas los eventos desafortunados que se presentan. Si nuestros protagonistas consiguen llegar primero a la escena de un accidente, deberán lidiar con el hecho de que el paciente no sabe que le van a cobrar por el servicio, sin mencionar que tampoco sabe a qué hospital debe dirigirse; es aquí donde los Ochoa intentan llevar a los paciente a algún hospital privado con el que tienen un convenido monetario. Los accidentados se enfrentarán a algunos dilemas: de entrada, deben pagar por el traslado al hospital. y luego preguntarse si pueden pagar por el hospital al que los paramédicos los llevaron o si es ahí donde deben y quieren estar. Pero regresemos a los Ochoa: A pesar de sus argucias para ganar pacientes y cobrar por su servicio, no son unos fascinerosos. Saben hacer su trabajo y se sienten orgullosos y contentos cuando pueden salvar a alguien. De igual manera, los vemos sufrir cuando pierden una vida. Así pues, no cabe duda de que los Ochoa, a pesar de sus formas, quieren un buen trabajo, pero también enfrentan otros obstáculos: al parecer el marco legal en el que operan –según se ve en el documental–, es un poco ambiguo ya que todo el tiempo son abordados por la policía bajo el argumento de que no operan dentro de la legalidad. ¿Mera corrupción? ¿Falta de claridad en el marco legal? Sea lo que sea, los Ochoa se las arreglan para sobrevivir, sacando apenas para pasar la noche y lo que queda del día siguiente, y no más. Es decir, no se están haciendo ricos ni nada por el estilo. Por su realización, Familia de medianoche parece más una película de ficción que un documental: los elementos narrativos parecen acomodarse de manera perfecta en un guión mandado a hacer. Familia de medianoche nos empuja a una reflexión profunda sobre el sistema de salud y sus reglas, las cuales nos hacen padecer, más que generar tranquilidad. Y aplica para todos, tanto para los que trabajan en él –como los protagonistas–, e igualmente para los que lo necesitamos.

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