'Yes, God, yes”: todos esconden algo

viernes, 31 de julio de 2020 · 20:19
MONTERREY, NL (apro).- Alice (Natalia Dyer) estudia la preparatoria y, por razones de desarrollo corporal, repentinamente se ha convertido en un coctel explosivo de hormonas. Las urgencias naturales de madurez la mueven a explorarse, a reconocerse y a proporcionarse satisfacción solitaria. Pero, ¡cuidado!, las llamas del infierno la esperan si busca gratificarse a través de actos impíos, según le dictan las reglas de la Iglesia católica, que la hacen sentir culpable por todas las sensaciones relacionadas con el placer de la carne. ‘Yes, God, yes’ (2019) es una comedia extraordinaria sobre la inquietud de los púberes, que sienten que todo el mundo los observa cuando buscan aislamiento para encontrar satisfacción, y comienzan a fantasear sobre las posibilidades del sexo, a través de imágenes o de ilusiones. El afortunado debut de la escritora y director Karen Maine se basa en sus propias experiencias, que pueden definirse como una complicada historia de amor entre ella y su vagina. La cinta protagonizada por la intérprete, mejor conocida como Nancy en ‘Stranger Things’, es un espejo en el que pueden reflejarse los jóvenes de todas las épocas. En este caso, la historia está ubicada al inicio del nuevo milenio, cuando el internet comenzaba a popularizarse y las interacciones de sexo virtual eran muy diferentes a lo que ahora se puede experimentar en vivo. Al ingresar por curiosidad a una de esas salas llenas de pervertidos, Alice se encuentra con contenidos obscenos, pero realmente excitantes, que la mueven a buscar la autocomplacencia. Sintiéndose impura, se anima a ingresar a un retiro espiritual lleno de jóvenes que, como ella, son como bombas molotov a punto de estallar, y con preceptores que promueven la castidad como virtud suprema. Mediante una serie de situaciones hilarantes que la hacen avergonzarse y sentirse culpable de ser adolescente, Alice va descubriendo la hipocresía en la que se desenvuelven algunos de los líderes de la religión. Ellos y ellas, bajo sus hábitos, vibran con la pasión y necesariamente deben desahogarse. Es así como entiende que absolutamente todas las personas tienen secretos que esconden. Muchas de esas facetas privadas provocarían vergüenza y desdoro, de ser descubiertas, aunque afortunadamente todas son prácticas íntimas de las que nadie debe tener noticia. En algún punto ella carga con la Letra Escarlata que injustamente la estigmatiza por comportamiento impropio. Sin embargo, al aceptar que la difamación es un deporte estudiantil que no debe ser tomado tan en serio, experimenta una liberación que le evita culpas posteriores. Natalia Dyer luce espectacular como la chica inocente, atrapada en sus inquietudes y la confusión propia de la edad. Es una especie de Molly Ringwald en su versión centeniall. Fresca y recatada, se proyecta como una de las nuevas presencias juveniles de la pantalla. ‘Yes, God, yes’ es una grata sorpresa de la cinematografía actual. John Hughes, gran maestro del cine teen, estaría orgulloso de Maine, una de sus legatarias, quien como él comprende a los chicos y los guía, arropándolos con ternura.

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