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CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Edad difícil, edad de la punzada, pubertad significaba desarrollo y transición hacia la adolescencia, conflicto y camino hacia la identidad. Pero en busca de nuevos mercados, el cine y la tele comenzaron a sobre erotizar la imagen de estos niños y niñas a punto de dejar de serlo, y terminó por imponerse un estereotipo del preadolescente.
El internet, las redes sociales, no han hecho otra cosa más que reforzar la tendencia.
La franco-senegalesa Maïmouna Doucoré enfrenta el tema de manera directa, sin concesiones, en su primer largometraje, Guapis (Mignonnes; Francia, 2020), que cuenta la historia de Amy (Fathia Youssouf), una niña de 11 años, hija de emigrantes senegaleses, que habita en un barrio pobre del norte de París; desgarrada entre dos culturas, Amy debe optar por rendirse bajo el peso del rol de la mujer musulmana –como lo hace su madre, que prepara una recámara para la nueva esposa que va a traer su marido a casa–, y tratar de ser aceptada por las mignonnes, el grupo multiétnico de danza formado con niñas de su edad.
Nadie mejor que Doucoré, realizadora inteligente, quien, por su condición de hija de emigrantes, bióloga para más señas, formada en la Universidad Pierre et Marie Curie, ha vivido el conflicto en carne propia. Como entre dos dragones, entre Escila y Caribdis, como dirían los mitógrafos, Amy y su grupo de amigas se debaten entre el sometimiento a una cultura machista –que sólo adquiere mujeres para la procreación– y otra cultura que impone la imagen de la sexualidad como único camino a la aceptación –fetichizar el cuerpo femenino como forma de identidad.
La cinta fue premiada en el Festival de Sundance, y a punto de ser exhibida se atravesó la pandemia. Netflix la adquirió y acaba de ponerla a disposición del público. Pero, oh sorpresa, grupos de conservadores, como los del ala radical del Partido Republicano, a la que pertenece Ted Cruz, muy nerviosos, califican a Cuties (título en inglés) de pornografía infantil; claro, sin siquiera haberla visto.