CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– Al conmemorarse en 1991 el bicentenario del fallecimiento de Wolfang Amadeus Mozart, el médico, científico y académico mexicano Adolfo Martínez Palomo (1941) comenzó la búsqueda bibliográfica, la redacción y presentación en público de los textos que ahora publica El Colegio Nacional en catorce entregas dobles.
Esta nueva serie de formato compacto incluye las biografías de: Monteverdi y Vivaldi, Bach y Handel, Haydn y Mozart, Beethoven y Paganini, Rossini y Schubert, Donizetti y Bellini, Berlioz y Mendelssohn, Chopin y Schumann, Liszt y Wagner, Verdi y Gounod, Clara Schumann y Brahms, Borodin y Bizet, Chaikovski y Puccini, Mahler y Shostakóvich.
Hoy ofrecemos fragmentos del segundo volumen intitulado Músicos y medicina. Historias clínicas de grandes compositores. Bach y Handel (86 páginas en formato de 12 por 18 centímetros, bibliografía, ilustraciones y créditos iconográficos, www.colnal.mx), escrito por Martínez Palomo quien se ha destacado por sus investigaciones del doloroso virus Herpes Zóster.
“Dos colosos de la música clásica Johann Sebastian Bach (1685-1750) y Georg Frideric Handel (1685-1759), nacidos ambos el mismo año en Alemania y sin embargo, no lograron conocerse personalmente. Bach permanece siempre en su país, donde tiene veinte hijos. Handel, en cambio, hace fama y fortuna en Inglaterra, sin llegar a contraer matrimonio. Largas y prolíficas vidas las dos, unidas con un final común: la ceguera, propiciada por la torpe intervención del mismo aprendiz de cirujano ocular.”
Creatividad: ¿herencia o aprendizaje?
(…) Con perdón de los fanáticos de la teoría hereditaria de la creatividad, quisiera insistir que nada indica en la infancia o la adolescencia temprana de Johann Sebastian la existencia de un genio, más bien, se aprecia, eso sí, un empeño excepcional por aprender de sus mayores. (…)
A los quince años, nuestro personaje copia con empeño composiciones de otros, de noche, a una edad en la que otros genios musicales llevan ya un buen tiempo escribiendo música. A esa edad tiene que abandonar la casa de su hermano, que resulta ya insuficiente por el nacimiento de cuatro sobrinos más.
Por cierto, uno de los atributos físicos de Johann Sebastian que ha llamado la atención de sus biógrafos ha sido… ¡la fortaleza de sus piernas! Y no es para menos. ¡Cuánto camino tuvo que hacer en su juventud para absorber los conocimientos musicales de los grandes de su época! Nada estaba demasiado lejos, ni había tiempo tan malo que le impidiera hacer a pie viajes en busca de mejores conocimientos. Así, recorría 40 km entre Ohrdeuf y Eisenach y 360 km entre Ohrdruf y Luneburgo. (…)
Bach, como hemos dicho, tuvo una salud a toda prueba a lo largo de su vida, hasta bien entrado su periodo de madurez. Un neurólogo ha comentado, al analizar el retrato de Bach, la obvia obesidad del compositor y la presencia de una discreta parálisis facial, debida tal vez a un infarto cerebral. En todo caso, la única debilidad física bien documentada fue su problema ocular.
Para los oftalmólogos que han revisado su historia, Bach probablemente tenía miopía, a juzgar por la apariencia de los ojos en el único retrato veraz que se conserva, realizado a los sesenta y un años [por Elias Gottlob Haussmann, en 1746, reproducido a colores en este libro de Martínez Palomo] el cual muestra al compositor “forzando la vista”. Esta miopía le pudo haber permitido el arduo trabajo de leer y escribir innumerables partituras. (…)
Bajo el consejo de sus amigos, el compositor consultó a un oculista inglés, el caballero John Taylor, quien había operado, algunas veces con cierto éxito, a muchas personalidades europeas, incluyendo al contemporáneo Handel. Taylor era realidad un gran charlatán, dominador más del arte de la publicidad que de la ciencia (…)
En tiempos de Bach el tratamiento médico habitual para las cataratas variaba desde dietas esotéricas, hasta sangrías y la aplicación de sanguijuelas. El procedimiento quirúrgico era seguido de lavado de ojos con una mezcla de bálsamo del Perú y agua caliente. A continuación, venían cataplasmas adicionadas con pulpa de casia, fomentos alcanforados, vendajes, dieta ligera y medicamentos para evacuar sin esfuerzo.
A menos de cuatro meses de la muerte de Bach, la sala de operaciones se instaló en el restorán Tres Cisnes (…) A los tres meses y tres semanas de operado, Bach presentó parálisis cerebral de origen vascular y quedó inconsciente. Desarrolló fiebre, posiblemente neumonía, y falleció en la noche del 28 de julio de 1750 a los sesenta y cinco años de edad, a pesar de los esfuerzos de los mejores médicos de Leipzig. (…)