Música

Entre alegría y pandemia: Los 30 de la Orquesta Carlos Chávez

La Sinfónica Simón Bolívar es la cumbre del Sistema de Orquestas de Venezuela, modelo educativo adoptado por México en el Sistema de Fomento Musical que dirige Eduardo García Barrios.
sábado, 16 de enero de 2021 · 13:49

La Sinfónica Simón Bolívar es la cumbre del Sistema de Orquestas de Venezuela, modelo educativo adoptado por México en el Sistema de Fomento Musical que dirige Eduardo García Barrios. Y en la tesitura bolivariana, el maestro sueña con el día en que haya una orquesta escuela en cada estado del país como la Carlos Chávez, donde se prepara a los artistas del futuro. En entrevista, evalúa con datos los avances del conjunto treintañero, incluidos los actuales, a pesar de los impactos de la pandemia.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En los atriles de la Orquesta Escuela Carlos Chávez se han formado varias generaciones de músicos que hoy enriquecen con su talento sinfónicas, ensambles y conjuntos de cámara profesionales en todo el país.

La agrupación fundada por el director Fernando Lozano en 1989 está celebrando 30 años. Lozano tuvo el apoyo del fallecido promotor cultural Manuel de la Cera, luego de que el director Eduardo Mata fuera huésped de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, cumbre del Sistema de Orquestas de Venezuela, impulsado por el músico, economista, político y educador José Antonio Abreu.

Y aun en medio de la pandemia por el coronavirus, la orquesta integrada por 105 jóvenes logró realizar 8 mil 850 clases, 302 exámenes virtuales de seguimiento teórico y de repertorio, y se titularon también virtualmente nueve de sus miembros.

Claro, como a todos, la contingencia le ha pegado; al propio Sistema de Fomento Musical (SFM), dirigido por Eduardo García Barrios, del cual forma parte la orquesta como cúspide: si bien pudieron impartirse más de 30 mil sesiones de trabajo a distancia (con 104 agrupaciones musicales comunitarias, en las cuales participan 5 mil 839 niños), la falta de internet o recursos tecnológicos ha impedido a algunos tomar sus clases.

Y prácticamente todos los grupos, incluida la Chávez, han tenido que interrumpir sus presentaciones. Las videocámaras y pantallas no sustituirán jamás una sala. La sincronía entre lo que se ve y el sonido no serán iguales. Dice en entrevista el director:

“Quien diga que se pueden hacer conciertos sinfónicos por Zoom, se equivoca.”

De la misma manera, el proyecto “Los Pinos suenan” –dado a conocer por el maestro en estas páginas (Proceso, 2218) el 5 de mayo de 2019–, cuyo fin es adecuar los espacios de la casa Adolfo Ruiz Cortines del Complejo Cultural Los Pinos como aulas y salas de ensayo, está detenido. No obstante que hay un millonario presupuesto (3 mil 508 millones de pesos) para el Proyecto Chapultepec: Naturaleza y Cultura, encabezado por el artista Gabriel Orozco, el del sistema ha quedado a la espera de mejores tiempos para su comienzo.

Vía Zoom, el director fundador de la Orquesta de Baja California habla de este simbólico aniversario, evalúa particularmente los últimos ocho años (seis con el gobierno de Enrique Peña Nieto y dos de Andrés Manuel López Obrador), cuando asumió la dirección del SFM. Luego de explicar que se han reestructurado varias de las propuestas y contenidos, dice sin asomo de duda:

“Hace ocho años la Orquesta Escuela era sólo teoría y hoy podemos decir que es un modelo que está dando resultados.”

Recuerda que en 2008, el entonces titular del sistema, Sergio Ramírez, terminaba su carrera en ciencias pedagógicas con una tesis en la que planteó la idea de “escuela orquesta”. García Barrios continúa con su aplicación cuando, al retornar al desaparecido Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa lo invita a dirigir el sistema. Y se suma también al proyecto de Cultura Comunitaria que Alejandra Frausto, actual secretaria de Cultura, realizaba en la Dirección General de Culturas Populares.

A mucha gente, dice, no le gustaba el nombre Orquesta Escuela, pero él se empeñó en mantenerlo para “imprimirle su sentido”:

“Es una agrupación musical profesional sinfónica que tiene toda una serie de ensambles, de violonchelos, cuerdas, maderas, metales, percusiones, pianos, arpas, con una vida artística muy intensa –más de 100 conciertos al año, recitales individuales, música de cámara, ensambles sinfónicos, corales–, pero al mismo tiempo con una carga muy fuerte en el aspecto académico (teoría musical, lenguaje musical, repertorio, música de cámara, el desarrollo individual en un instrumento).”

Lo describe como una especie de yin y yang (una dualidad que integra un todo), pero termina siendo un yin yang yong de tres partes, pues añade a la dialéctica de lo artístico y académico el factor comunitario. Desde 2013 se han conformado academias instrumentales, cuerpos colegiados, que se unen en un claustro general de maestros para discutir los procesos de formación desde lo general a lo particular. Subraya el director un aspecto fundamental:

“Nosotros no hablamos de estudiantes ni de alumnos, sino de jóvenes artistas en formación. ¿Es algo nuevo? No, es como se hizo la música durante miles de años. Más bien, con la creación de los conservatorios, a partir del siglo XIX, se academiza demasiado la formación.”

Su propósito es, entonces, que los jóvenes tengan su aprendizaje a través de la práctica misma, la confrontación con el público y el manejo de amplios repertorios, eclécticos, que van desde “los grandes autores, voy a llamarles universales, europeos, asiáticos, americanos, norteamericanos, hasta cantos indígenas, música popular y tradicional”.

Antes le decían que la orquesta estorba el desarrollo individual de los músicos, “echa a perder el sonido, la afinación, ésa es la idea de las escuelas, incluyendo la mía que es la rusa” (estudió en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú). Ahora tiene argumentos para defender el modelo.

Se ha demostrado, afirma, que en la Chávez el crecimiento ha sido mucho más integral y rico. Y abundan los testimonios, desde los fundadores, exalumnos y el de una joven, Adriana Valdivia, violinista de 18 años, quien vive en Tepalcatepec, Michoacán, ganadora del premio a la mejor intérprete en el certamen de Iberorquestas, que sueña con integrarse “sin perder sus raíces”.

Impactos del coronavirus

La Chávez es la cima del SFM, de todas las orquestas comunitarias, y sin duda muchos jóvenes anhelan estar en ella, pero una vez que lo logran no pueden quedarse por mucho tiempo, deben seguir con su desarrollo profesional.

El director lo explica al destacar que varios de los egresados ya se han incorporado a la Sinfónica Nacional, la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, la Filarmónica de la Ciudad de México, a ensambles. Y en tanto que cada vez salen “mejor preparados” técnica, artística, musical y conceptualmente, también están dando clases a las orquestas comunitarias.

Al enfatizar que la Orquesta Chávez es una licenciatura, admite:

“Siempre he hablado con la verdad, nos falta el nivel medio. Tenemos a la Orquesta Sinfónica Infantil de México (OSIM). De ahí han salido estudiantes para la Chávez, pero es un campamento.”

Adelanta que ya tienen todo un plan para hacer una banda escuela de nivel medio superior, en un sitio fuera de la Ciudad de México que podría ser Ciudad Juárez. Existe en el Bajío la Orquesta Jóvenes Líderes, reconocida como la mejor agrupación por parte de Iberorquestas, que igual podría ser una escuela de nivel medio. Detalla la necesidad de contar con este grado:

“Hay jóvenes de las orquestas comunitarias que van directamente a la Carlos Chávez, pero es por su enorme talento. Otros necesitarían ese nivel medio, y ahí hay mucho trabajo por hacer. Soñar que un día haya una orquesta escuela en cada estado, es un camino larguísimo, pero creemos en el modelo porque ­vincula el trabajo profesional con el trabajo comunitario.

“En Venezuela son ya 45 años. A veces la memoria histórica se pierde, se cree que las cosas aparecieron así nomás, y no. Un día el doctor José Antonio Abreu me dijo una frase genial: Eduardo, paciencia, paciencia y luego, paciencia. Y pues sí, no hay de otra. Uno puede desarrollar más rápidamente unas etapas que las otras, pero no te puedes saltar, no se puede construir un tercer piso si no se tienen los cimientos. Y la Chávez surge como esta gran orquesta arriba, ahora se trata de bajarla, de vincularla con las comunitarias y es por lo que estamos luchando.”

–¿Cómo les impactó la pandemia, sobre todo en la parte de la escuela?, ¿cómo ensayan?, ¿cómo siguen en contacto y ensayan?

–Voy a generalizar, no sólo a la Orquesta Escuela Carlos Chávez sino a todo el trabajo comunitario: una de las premisas del modelo es la práctica musical colectiva, el coronavirus lastimó definitivamente este aspecto. No es cierto que se pueden hacer orquestas por Zoom, la tecnología no lo permitió, yo digo que sueño con Star Trek (serie de televisión sobre viajes al espacio de los años sesenta) cuando se puedan hacer hologramas, por ahora no es posible.

“Es más, si tú y yo comenzamos a hablar ahorita al mismo tiempo, veremos cómo empiezan a chocar las voces. Entonces, no hemos podido hacer práctica musical presencial colectiva, hombro con hombro, donde la respiración, la mirada, la corporalidad, crean esa sinergia que el sonido mismo en un espacio te permite, y me puedo ir a las partes técnicas, de creación, de armónicos, y ni modo… El reto es cómo mantenemos el espíritu de comunidad, y se han realizado horas y horas de reuniones, de discusión, de reflexión, talleres de capacitación, que no son otra cosa que acercarse al grupo para conversar. Yo mismo he dado un par de talleres, conferencias, priorizando la cercanía, aunque sean por Zoom para compensar de alguna manera.”

Se hacen reuniones virtuales con los padres de familia, entre los niños y niñas. Se dan clase por teléfono, con grabaciones por WhatsApp que los integrantes envían a sus maestros, y en fin, que han diversificado y aprendido con las nuevas herramientas, que –acota– suman miles de horas de videos, tutoriales, y varios de ellos “por su calidad” han sido incluidos en la plataforma Contigo en la Distancia de la Secretaría de Cultura.

Pero lo más importante –significa– ha sido acompañar a la comunidad, porque el agobio, la tristeza y la incertidumbre son muy grandes.

En contraparte, insiste en que la tecnología no reemplaza a la música y el manejo del sonido de los actuales medios es muy deficiente, “se corta, no tiene la pureza, la dimensión y lo de la imagen: si ves un violinista tocando en el Zoom, te das cuenta que su mano siempre va adelante, porque la imagen llega antes que el sonido, entonces para el maestro es muy complicado decir si está moviendo bien el arco, si respiró a tiempo, la tecnología no lo permite…”.

Pero, finalmente, manifiesta optimista, “se va a regresar, y mientras tanto el fin es mantener el ánimo de la comunidad en alto”.

La SC anunció que continuarán los llamados Semilleros Creativos en los cuales el sistema participa, y sus maestras y maestros son “el motor de lo que estamos haciendo”.

Con certeza dice que en la Carlos Chávez los jóvenes no se han apartado o desvinculado de su enseñanza, pero en el caso de las orquestas comunitarias ­calcula una pérdida de 15% de niños que no han podido conectarse, quizá no tienen acceso a la tecnología o cuentan con un solo teléfono en casa, y qué tal si hay tres niños y se deben atender además las clases de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el saldo no alcanza… en fin.

Otros, seguramente, es por el agobio provocado por la pandemia. Ya no pueden más y se ha tratado de darles un “acompañamiento amoroso” motivándolos a seguir tocando su instrumento. Se ha buscado vincular las materias de la SEP al quehacer musical, “cómo hacer por ejemplo que los niños piensen en la geografía con cierto repertorio que les permita saber dónde queda Francia, por ejemplo”.

–El 15% del que habla, ¿es deserción?

–No lo sabemos, lo que pasa es que hubo chicos que se fueron de sus pueblos, tuvieron que irse a la sierra con sus familias. A algunos los hemos contactado por teléfono e incluso ha habido maestros que se han ido ahí al rancho a ver cómo están. No han podido estar conectados, pero no es una deserción y ya se acabó, es la imposibilidad de estar todos los días.

“El grupo de armónicos trabaja todos los días cuatro horas, porque es un contingente de autistas, de jóvenes con síndrome de Down, a ellos no los puedes abandonar, tienes que estar ahí porque es la contención: ¿te imaginas ser un niño Down y estar encerrado? Y ahí sí ha sido implacable e impecable el proceso de continuidad.”

Puntualiza que sólo sabrán si hubo o no deserción cuando regresen, ahí lo medirán. Se han dado situaciones tan ­inusitadas como maestros ayudando a los niños a afinar sus instrumentos por teléfono, lo cual es complicado. Pero destaca por otro lado que quienes se han mantenido en contacto han tenido la oportunidad de hacer actividades extraordinarias: se les pidió una composición en dos semanas y hubo obras realmente sorprendentes, hacen videos, dan conferencias, hacen poesía. Hay un video de una niña sobre su viola y la soledad, la angustia que le producía, que incluso ganó un premio de videos en Oaxaca.

La contingencia impidió también que la Orquesta Escuela celebrara con un concierto en vivo su 30 aniversario. Sin embargo, el pasado 17 de diciembre se transmitió el programa Festival virtual “La Chávez 30 años contigo”, que puede verse íntegramente en You Tube, conducido por García Barrios, en el cual se recogen los testimonios de varios directores que han compartido el escenario, desde Lozano su fundador, Guillermo Salvador que fue su director adjunto, Enrique Diemecke, Sergio García y el flautista Horacio Franco.

Además, egresados que ahora forman parte de su plantilla de maestros, como la flautista Julieta Cedillo, Jacob Tapia, ahora novel profesor orquestal, la maestra de la cátedra de violonchelo Loudmila Beglarian, el famoso director venezolano Gustavo Dudamel, egresado del Sistema de Orquestas de Venezuela, y el compositor Arturo Márquez que compuso especialmente para el estreno del sistema la obra Alas (a Malala), entre otros.

La Orquesta planea también este 2021 hacer una presentación para continuar con el homenaje a Ludwig van Beethoven por el 250 aniversario de su natalicio celebrado en 2020, con un proyecto llamado Madre Tierra, cuyo eje temático será la naturaleza. Tomarán fragmentos de la Sexta y Novena sinfonías y un poema de Fernando Pessoa. Se cantará la Oda a la Alegría de Friedrich Schiller, que uno de los niños tenores o quizá una niña cantará en alemán, pero también será cantado en tres lenguas indígenas y en español.

Sin manera

–Aunque está la contingencia, hay obras que no se han detenido, como el Proyecto Chapultepec. ¿Cómo va la adecuación de la casa que el sistema ocupa en el Complejo Cultural Los Pinos?

–Te cuento: tiene que ver con la casa, con la cancha de tenis y la sala Adolfo López Mateos, pero se nos cayó. Te lo digo así de sencillo, no hubo manera, aunque está en la agenda. Es muy importante adecuar estos espacios para que florezca la escuela, convertir la cancha en una verdadera sala de conciertos, una sala interdisciplinaria con niveles acústicos, con su teatralidad, lo mismo la López Mateos.

“Se pueden hacer muchas cosas, pero los tiempos… pues es una pregunta para Homero Fernández, director de Los Pinos. Yo como miembro del Comité de Programación participo en las reuniones y vamos viendo qué es lo que podremos realizar este año, lamentablemente vino la pandemia y no ha sido posible. Es un sueño, como dice Arturo Márquez.”

Lo cierto es que en las entrevistas que Fernández, coordinador de Los Pinos y del Proyecto Chapultepec, ha dado a Proceso y a otros medios, no se menciona el proyecto de la Casa Ruiz Cortines.

–¿Sabe si le han asignado a la remodelación de la casa algo del presupuesto tan debatido del Proyecto Chapultepec?

–No lo sé, no te puedo contestar esa pregunta. La verdad.

–¿Cómo se inscribe el proyecto de las orquestas del SFM en este del Bosque de Chapultepec?

–Uno, a través de Los Pinos suenan, que espero termine llamándose Los Ahuehuetes suenan o algo así, es decir, somos una fuerza artística. Y además de tener presencia en Los Pinos habrá otros espacios en el Bosque de Chapultepec, en donde tengamos no sólo la obligación, sino la alegría de tocar. Ahí está la fuerza de Fomento Musical, en sus grupos artísticos, ensamble escénico vocal, Orquesta Escuela Carlos Chávez, todos los grupos que conforman los ensambles internos, el gran coro sinfónico, por supuesto que Armónicos y la Orquesta de Pinos que ha seguido trabajando increíble y que tendrá una vida artística ahí, eso es importantísimo.

–Sólo para precisar, porque en la página web del Proyecto Chapultepec no aparece el plan de la orquesta… ¿lo siguen dialogando?

–¡Por supuesto, por supuesto! Eso sí te lo puedo decir, ahí con Homero Fernández son cuestiones pequeñas, inversiones pequeñas, pero sustantivas, son fundamentales, y Homero está totalmente de acuerdo. En febrero del año pasado ya teníamos incluso los proyectos a concurso para rehabilitar la Orquesta Escuela y había conceptualizaciones sobre cómo se podía mejorar la acústica y la imagen estética, que es muy importante, de la cancha de tenis y la Sala López Mateos. Es decir, estaba ya sobre la mesa y estábamos trabajando sobre esto, se detuvo esta parte, pero hay que estar conscientes en este momento.

Falta tan sólo, dice, que alguien voltee los ojos y diga “hagámoslo”, porque “Los Pinos va a florecer cuando la gente quiera ir a estos espacios”.

Expresa su confianza en que cuenta con el respaldo tanto de la secretaria de Cultura como del presidente, porque se atienden a 5 mil 800 niñas y niños, y detrás de todo ello a sus familias. Pero manifiesta:

“Lo prioritario en este momento, es la vida.”

Reportaje publicado el 10 de enero en la edición 2306 de la revista Proceso.

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