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"Titane": brutal, grotesca, brillante

"Titane" es una singular obra maestra del horror, envuelta en drama social francés, sobre personas que viven en territorios de la insanidad, aunque escapan de sus propios delirios para instalarse en la realidad con la ilusoria esperanza de que encontrarán la paz que nunca alcanzan.
sábado, 23 de octubre de 2021 · 13:37

MONTERREY, NL (proceso.com.mx).– Titane (Titane, 2021) es una singular obra maestra del horror, envuelta en drama social francés, sobre personas que viven en territorios de la insanidad, aunque escapan de sus propios delirios para instalarse en la realidad con la ilusoria esperanza de que encontrarán la paz que nunca alcanzan.

Aunque no entra en el género del terror, es terrorífica la propuesta de la guionista y directora Julia Ducornau, que se mueve entre lo brutal y lo grotesco para mostrar la vida sorprendente de Alexia, una chica que crece con la psique afectada a causa de un accidente vial que sufrió de niña y tras el cual le han colocado una placa de titanio en el cráneo.

El salto temporal instantáneo hacia la niña convertida en mujer es una colisión de frente, a alta velocidad. Su futuro está en el exhibicionismo, como modelo que baila en público con escasa ropa. Por ahí aparece engalanando un show de coches vistosos, danzando en el cofre y el capote. Pero ella no solo baila sobre el auto, si no que, de alguna forma retorcida, busca poseerlo, como un objeto sensual, delante de fans que la siguen y la admiran, como una diosa nudista. Su atractivo está más en la seducción que en la belleza.

Lo que sigue después de esa exhibición automotora es un baño de sangre, en el que Alexia se mete en forma aparentemente inexplicable. Desde el inicio desconcertante de su violento desdoblamiento, surgen una tras otra las preguntas sobre su conducta cada vez más errática, hasta que es necesario aceptar que las reglas de este universo son únicas, en una atmósfera de surrealismo donde la violencia y el engaño se normalizan.

Hay que estar preparado, porque las respuestas escasean y la frustración puede convertirse en una carga pesada. Pero, en verdad, no importa lo que se piense sobre lo que está pasando con esta chica, porque la lógica no tiene control sobre los actos irracionales de alguien que, de pronto, opta por el crimen repetitivo como una forma de liberación. Siente que no tiene alternativas entre la sociedad, este ser marginal que se siente rechazado.

La progresión de situaciones es fascinante, desde una perspectiva perversa. En una serie de estampas que bien pudo salir del catálogo de Jodorowski, la chica se transforma en un adorable ángel de la muerte. Insensible, quita y da vida a voluntad. Se entusiasma con un automóvil y se introduce en él para ensayar adentro infernales contorsiones de goce erótico, de la que resultan efectos de reproducción. El guiño es hacia Cronenberg.

La única forma en que Alexia pueda escapar de su permanente pulsación homicida, es a través del timo. Para ello decide cambiar su identidad, para hacerse pasar por el chico que años antes había desaparecido y cuyo padre ahora acepta de vuelta, como recién encontrado. Vincent es un jefe de bomberos, viejo y vigoréxico, que ha decidido asumir en su vida una ceguera salvadora para negarse a aceptar el engaño, pues por más arreglos que haga esta persona que regresa a su vida, evidencia el género equivocado, como todos los demás pueden ver.

Agathe Rouselle da una interpretación demoledora. Sigilosa y letal, pasa por una enorme gama dramática marcada por la violencia y la tolerancia al dolor en un umbral muy elevado, como se ve en insoportables escenas en las que ella misma se martiriza. En su presentación estelar ha maravillado como esta mujer letal, con una moralidad de códigos propios y mentalidad enferma, que encuentra redención y afecto en un hombre que la ha acogido como hija en un intento desesperado de recuperar el sentimiento vacío de paternidad que le dejó su niño que nunca volvió.

Titane es una experiencia cinematográfica única. En los lindes de la locura, se muestra la vida de una mujer sin filtros conductuales, que avanza por impulso casi animal, tratando de escapar a su destino, estableciéndose en un hogar en el que espera encontrar la protección que necesita para su futuro que, se percibe, está marcado por la incertidumbre.

¿Es extraña la película? Pues hay que ver a una mujer en estado de gravidez que, de los pechos, en lugar de leche, derrama aceite de motor.

 

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