Cultura

"Perro muerto en Klondike"

Los personajes que habitan la cabaña, muy bien interpretados por Itzhel Razo, Laura de la Maza y Emiliano Cassigoli, se van entrelazando hasta que la irrupción de una mujer en un cuerpo de hombre irrumpe y los confronta.
martes, 21 de diciembre de 2021 · 18:47

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– En una cabaña en medio de la nieve, tres personajes se preguntan, esperan, sueñan y se confrontan. Perro muerto en Klondike plantea una inquietante situación dramática donde parece no haber salida y lo único que queda es esperar. A la manera de un teatro donde el realismo, el existencialismo, el absurdo y la ficción se entrecruzan, el colectivo Vincent Kompany (conformado por jóvenes actores y no actores) explora el tiempo detenido y una atmósfera enrarecida en la que los personajes apenas se conocen. Ellos han ido a las montañas buscando fortuna pero sus anhelos­ se van evaporando mientras avanza la trama.

Aunque es extraño que el autor mexicano José Emilio Hernández Martín haya elegido al Canadá invernal y su contexto para contar su historia, entramos a la ficción que se plantea: han recolectado oro y necesitan que la tormenta se aleje para abandonar la cabaña; son capaces de comerse hasta un perro muerto por el hambre que padecen, y establecer tratos con desconocidos.

El misterio se mantiene al inicio de la obra y lentamente se develan las condiciones en las que se encuentran. Los personajes que habitan la cabaña, muy bien interpretados por Itzhel Razo, Laura de la Maza y Emiliano Cassigoli, se van entrelazando hasta que la irrupción de una mujer en un cuerpo de hombre irrumpe y los confronta. Ella vende perros que han sido muertos por el maltrato de sus dueños con el látigo. Su presencia crea diferencias entre ellos y les infunde temor por un pistolero, apodado Perro muerto, que ronda por esos lares y es capaz de todo. Si bien las actuaciones de los habitantes de la cabaña son veraces y con variedad de matices, los personajes que irrumpen en la cabaña resultan forzados; ella exagera el llanto y el otro no vence la rigidez de su cuerpo. La obra da un buen viraje a la manera de un thriller pero el desenlace tiene dificultades de verosimilitud.

En Perro muerto en Klondike, dirigida por Olinmenkin Sosa Nájera, el autor nos sumerge en esa realidad a través de códigos contemporáneos, donde no se dan explicaciones, y conocemos a los personajes a partir de sus acciones y sus respuestas ante lo que va sucediendo. Los personajes se transforman al igual que los vínculos­ que entablan entre ellos.

El dispositivo escénico concebido por el director y diseñado por Juan Palomino es un atractivo de la obra. Se va moviendo para crear distintos espacios al interior de la cabaña: cambia la perspectiva y se despliega con gran agilidad. El vestuario de Pablo Galán es original y de una paleta cromática armoniosa. Juega con materiales diversos y desiguales y nos ubica en una época en el tiempo. La obra está bien acompañada por la composición musical de Joaquín Martínez Terrón y Emiliano López Reyes.

Vincent Company es un colectivo joven y arriesgado. Ana Galán, una de sus fundadores, es responsable de la producción. En otras obras de la compañía ha sido escenógrafa, como en Y la guerra sigue, dirigida y escrita por José Emilio Hernández y protagonizada por Emilio Cassiogli, con la cual ganaron en la Categoría B del Festival Internacional de Teatro Universitario 2018.

El lenguaje de los monos, dirigida por Fernanda Bada e inspirada en el mito del Popol Vuh para jóvenes audiencias, es otra obra con la que la compañía ha sido reconocida.

Perro muerto en Klondike se presenta en el Foro Shakespeare hasta el 21 de diciembre.

Reportaje publicado el 19 de diciembre en la edición 2355 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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