Patrimonio/Más que piedras

Arnaldo Orfila, fundador de Siglo XXI: agravios y desagravios

Para hablar de la historia de Siglo XXI Editores es necesario recordar la de su fundador, el editor y promotor cultural de origen argentino Arnaldo Orfila Reynal.
jueves, 18 de marzo de 2021 · 23:05

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Para hablar de la historia de Siglo XXI Editores es necesario recordar la de su fundador, el editor y promotor cultural de origen argentino Arnaldo Orfila Reynal, quien llegó a México en 1921, invitado a participar en el I Congreso Internacional de Estudiantes, realizado en el marco de las fiestas del segundo centenario de la Independencia.

Como se publicó en el semanario Proceso de esta semana (#2315), el futuro de Siglo XXI se ha tornado incierto, luego de que su director y exaccionista mayoritario Jaime Labastida Ochoa diera a conocer la venta de su parte a la empresa chihuahuense Merkcent Consulting and Funding, S. A. de C.V., ajena al medio editorial.

Y con ello pareciera cerrarse un círculo que inició con un desafortunado hecho de censura, detrás del cual estuvo el presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien precipitó su salida del Fondo de Cultura Económica (FCE), del que entonces era director. Se sobrepuso con el apoyo de artistas e intelectuales que le ayudaron con donativos para crear en 1965 la nueva editorial.

Los hechos fueron narrados por el propio Orfila en una entrevista que el 9 de abril de 1984 le hicieron el poeta David Huerta y el reportero Armando Ponce, también en Proceso (#388), donde relata su salida del FCE que dirigió entre 1948 y 1965. La entrevista inicia con una breve y precisa descripción del intelectual argentino:

“… líder estudiantil viajero e inquieto; amigo de los escritores mexicanos de la generación del Ateneo de la Juventud y de los vasconcelistas… jovial y modesto, cordial y conocedor sin par del fenómeno editorial, el doctor Arnaldo Orfila Reynal cumple el 10 del actual, dieciocho años al frente de una de las editoriales más grandes de la lengua española: Siglo XXI Editores…”.

En 1965, prácticamente al inicio del gobierno de Díaz Ordaz, Orfila dio cabida en las publicaciones del FCE al libro ‘Los hijos de Sánchez’, del antropólogo estadunidense Oscar Lewis, una obra que además de haber sido criticada por algunos de sus colegas mexicanos, causó revuelo en el medio político porque aborda el tema de la pobreza de una familia que vive en pleno corazón de la Ciudad de México, cuando el gobierno presumía sus logros en materia de desarrollo económico.

En una nota periodística publicada en ‘El Día’, el 18 de marzo de ese año con el título “¿El estudio de la pobreza es ciencia subversiva?”, el antropólogo Guillermo Bonfil relató que en nombre de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, el abogado Luis Cataño Moret interpuso una demanda ante la entonces Procuraduría General de la República “por considerar que el libro es denigrante para México, usa un lenguaje obsceno y contiene, en fin, elementos delictuosos de variada índole que caen dentro del ámbito de acción de la justicia”.

Lo que no consignó Bonfil, apuntó el antropólogo Carlos Zolla, igualmente a Proceso (#1992) con motivo de los 50 años de la edición del libro, es que detrás estaba Díaz Ordaz.

El conflicto, así, alcanzó a Orfila, quien también fue acusado de denigrar al país, pues como se consigna en la citada entrevista de 1984, hubo alrededor de 650 notas de prensa en favor y en contra, en las cuales se incluyó otro libro, ‘Escucha yankee, defensa de la revolución cubana’, de Wright Mills.

El 9 de noviembre de 1965, el subsecretario de Hacienda, Jesús Rodríguez y Rodríguez, pide a Orfila su renuncia, “por ser extranjero”, y le ofrece “una buena indemnización”. Él no acepta, pero el lunes 8 el periodista Eduardo Deschamps da a conocer en primera plana de ‘Excélsior’ el despido. Entonces comienzan a llamarle intelectuales y amigos, la primera fue la escritora Elena Poniatowska, quien le propone hacer otra editorial.

Consigna en la entrevista que lo visitan 70 de ellos y preguntan cuánto se necesita para hacerla: un millón de pesos. Una semana después se reunieron 400 personas en el Club Suizo, entre ellos Jesús Silva Herzog, Guillermo Haro (esposo de Poniatowska) y los historiadores José Luis Romero y Fernando Benítez.

“Se suscribieron 319 acciones ahí y a lo largo de las primeras semanas y hubo regalo de cuadros de los pintores que recibieron a cambio acciones y se hizo una subasta”.

Así nace Siglo XXI, nombre que el editor tenía pensado para una revista, y fue, a decir del propio Orfila, “el mejor obsequio de los amigos”.

En 1981 el intelectual argentino recibió la más alta condecoración que otorga el gobierno de México a un extranjero: El Águila Azteca. Y él la acepto como un desagravio.

Visión latinoamericana

Si es penosa la desaparición de una institución cultural, en el caso de Siglo XXI se torna más dramática porque tradicionalmente, desde su fundación, hace ya 55 años, se ha dedicado a la publicación de obras fundamentales más allá del marketing. En su catálogo tiene al escritor y filósofo uruguayo Eduardo Galeano, cuyo libro ‘Las venas abiertas de América Latina’ (censurado por las dictaduras de Uruguay, Argentina y Chile, dice al web de la editorial) es la obra más vendida.

Pueden encontrarse libros de Antropología, Pensamiento socialista, Filosofía, Historia, Sociología y política, así como Arquitectura y urbanismo, Ciencia y técnica, Lingüística y teoría literaria, Pensamiento Caribeño, Educación, entre otros. Y cabe destacar que aborda también los temas América Nuestra y América Latina.

Cuando el mundo proclama, por ejemplo, el fin del comunismo y se apresta a tirar al “basurero de la historia” a Carlos Marx, hay cuando menos 90 publicaciones relacionadas con su pensamiento, además de ‘El Capital’, considerada la obra cumbre del filósofo alemán.

El doctor en Filosofía y profesor de Antropología en la Universidad Autónoma de Yucatán, Esteban Krotz, considera que para ponderar adecuadamente el papel e importancia de Siglo XXI se deben tomar en cuenta tres elementos: que aun cuando en los años sesenta ya había diferentes editoriales importantes en el campo de la ciencias sociales y humanas (cita FCE, Porrúa y Era), sólo la UNAM y El Colegio de México contaban con editorial y librerías visibles.

Destaca, asimismo, que Siglo XXI tuvo desde su fundación hasta prácticamente los años ochenta, tirajes que multiplicaban la mayoría de las ediciones de empresas e instituciones académicas en esos campos.

“Era notable la perspectiva latinoamericana que contenían muchos de los libros de Siglo XXI --y esto en una época en la que las ciencias sociales y humanas y la creatividad cultural estaban siendo asfixiadas en la mayoría de los países del continente por gobiernos militares derechistas--. La llegada de numerosos exiliados a la ciudad de México en aquellos años y la ubicación de varios excelentes científicos sociales en instituciones académicas mexicanas, alimentaba también un interés por América Latina y el Caribe, que actualmente parece más bien apagado en México”.

Y, tercera. la “formidable” cantidad de librerías que a finales del siglo XX había sobre todo en el Centro Histórico de la Ciudad de México. En el sur, Gandhi impulsaba estos establecimientos y reforzaba “el papel de la librería como lugar de encuentro con ideas e informaciones nuevas, muchas de las cuales circulaban entonces en México a través de los libros de Siglo XXI Editores”.

Lo que Labastida ha dicho a Proceso es que permanecerá durante un año más en su cargo para una transición con el nuevo director. Después ya nada puede garantizar nada sobre el destino de Siglo XXI.

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