Revista Proceso

Marco Antonio Cruz: El compromiso de la imagen

Este diálogo inédito con Marco Antonio Cruz fue realizado el 21 de octubre de 2008, y formará parte de un primer volumen para el proyecto de historia oral “Imágenes y palabras. Fotografía en México”.
sábado, 3 de abril de 2021 · 22:53

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– Este diálogo inédito fue realizado el 21 de octubre de 2008, y formará parte de un primer volumen para el proyecto de historia oral “Imágenes y palabras. Fotografía en México”, en DVD, por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Colaboraron Yoania Torres Luna y Oscar Farfán. La autora, crítica de la historia de la fotografía y miembro del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, entregó este trabajo a la agencia para su publicación.  

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–¿Cómo podrías definir a Marco Antonio Cruz?

–Es una pregunta compleja. Yo diría que soy un fotógrafo muy creativo y, a la vez, muy obsesivo. Me siento obsesivo ante las cosas. Pero gracias a esta forma de ser he construido varias cosas. Me defino como una persona que diariamente lucha contra sí mismo, en el sentido de no quedarse con lo hecho, sino de tratar de ver hacia el futuro. Es una labor como muy compleja. Enfrentarse consigo mismo es la parte más complicada de las cosas. Pero es la solución para poder avanzar. Es complicada la cuestión de la foto y requiere de cierta obsesión. Y bueno: sin duda todo mi trabajo ha surgido de la obsesión y del compromiso por hacer las cosas.

–Si te preguntara acerca de tu mayor pasión, ¿cuál sería ésta?

–La foto sin duda, aunque tengo muchas pasiones. La foto es la que ocupa el primer lugar. En base a la fotografía he aprendido muchísimo: cada proyecto, cada imagen que he hecho en mi vida han sido lecciones. Y el cúmulo de lecciones ha sido enorme. Y, sin duda, la fotografía me ha mostrado la parte complicada de la vida, tanto como su parte generosa. Pero también me ha mostrado el lado oscuro de la vida. He estado en situaciones muy complicadas y, sin duda, también he aprendido de ellas.

–¿Por qué tomar a la fotografía como tu medio de expresión?

–Creo que la imagen es la forma más contundente de comunicación. Sin duda en México hay una tradición de la imagen hacia la fotografía. Para mí, desde que descubrí la fotografía, ésta ha sido una herramienta muy importante. Al principio no creía tanto en la foto hasta que entendí qué es la imagen, qué es la fotografía y cuál es su valor como herramienta para traducir cuestiones de la realidad. Entonces me quedé con ella.

–¿Cómo llegaste a tomar fotografías con un sentido personal de la composición?

–La composición viene de mi trabajo como estudiante de artes plásticas. Antes de ser fotógrafo fui estudiante de artes plásticas, y sin duda, de ahí obtuve una educación visual muy profunda, que me ha ayudado en la cuestión de hacer fotografía. Tanto es así que cuando hago una imagen, no pienso en la cuestión de la composición: eso ya viene en automático. Me interesa más interpretar lo que tengo enfrente y traducirlo en imagen: esa es la parte que me importa. Lo demás es secundario, no es una preocupación primaria. La composición es una cuestión que, al tomar la foto, ya está ahí.

–La fotografía con compromiso social. ¿En qué momento surge en ti esa idea de una práctica con compromiso social?

–Yo creo que dentro de mi desarrollo como fotógrafo he pasado por varias etapas. Una de las primordiales es aquella como estudiante de artes plásticas en lo referente a la cuestión de la educación visual. Pero para la parte del compromiso, fue trabajar como fotógrafo del Partido Comunista Mexicano, donde adquiero la visión social de mi país. Ahí fue donde entendí muchas cosas. Aquello que no entendía, ahí estaba la gente que me lo explicaba. Fue una etapa muy importante de mi vida.

“Y sin duda, también influyó en mí el compromiso implícito en el trabajo de Héctor García y Nacho López. Todo eso se consuma en lo que hago, en lo que soy. Es un compromiso de vida, no es algo momentáneo. El compromiso como fotógrafo toca las cuestiones sociales: para mi la fotografía es sumamente importante para mostrar hechos y situaciones sociales que se vivieron y que deben mostrarse.

“De hecho, casi todo mi trabajo esta enfocado en ese sentido: por ejemplo, mi serie Contra la pared (la violencia en la Ciudad de México), la de Cafetaleros (en la que retrato a trabajadores en el sur del país), la serie Oscuridad habitada: casi todo mi trabajo tiene un perfil social. Y es la parte en la que creo y en la que retomo muchos conceptos de Nacho López, quién decía que la fotografía solamente artística no llegaba a ningún lado, pues tenía un tiempo de vida muy corto. La fotografía con un compromiso social realmente tenía importancia, ya que, con el tiempo, adquiría un valor histórico como documento. Sigo pensando que López tenía toda la razón, y mi vida como fotógrafo me lo ha ido demostrando”.

–¿Consideras que hay un cambio en tu visión y tu postura desde que iniciaste a hacer fotografía hasta hoy, cuando eres coordinador de foto de la revista Proceso?

–Sí, uno va aprendiendo. La parte interesante es que uno va madurando más por la parte conceptual. Cuando uno realiza un proyecto, lo piensa mucho más. Como que buscas posibilidades y salidas. Es lo que te decía al principio: tienes que luchar contra ti mismo, y eso quiere decir que también has de buscar nuevas formas de expresión.

“Y, sin duda, los caminos son enormes. Tan sólo ahora, con la cuestión del internet, yo me encuentro con la posibilidad infinita de poder mostrar mi trabajo. Ahora no sólo me preocupo por la fotografía, sino por la forma de cómo presentar tus trabajos, cómo armar la narración, la edición. Cómo vas a narrar tus historias. Las cuestiones como el audio y el video vienen a contribuir y a cambiar.

–Tú has estado en Sucesos, Oposición, Así es!, La Jornada, y ahora estás en Proceso. ¿Qué función tiene el fotógrafo en estos medios que tienen un filo político y crítico en este país y en este momento?

–En lo personal, yo siempre he procurado estar en un medio que tenga un nivel de crítica social. Para empezar, el periódico del Partido Comunista, y posteriormente La Jornada en su primera etapa. Luego creando Imagen Latina, y ahora en Proceso. No me imagino estar en otro medio, porque éste corresponde mucho a mi forma de ver y de pensar las cosas. Sin embargo, también estoy convencido de que los medios llevan una línea editorial, y finalmente trabajar para un medio obedece a una guía. En este caso, yo estoy de acuerdo con esta guía. Pero, también, dentro de esta guía, hay cosas que no acaban de entrar. Por ejemplo, lo que yo estoy haciendo, un trabajo de investigación fotográfica de años, no te lo van a publicar en ningún medio. Por lo tanto, busco otras posibilidades. Una es la parte editorial, que es complicada sobre todo en lo económico. La posibilidad que creo más factible es la de internet: yo creo mi propio espacio si pienso que no me van a publicar. En él se empieza a publicar lo que yo creo y siento de las cosas.

–Al principio viajabas con una cámara, y ahora viajas con una cámara, un I-pod, una grabadora. Cuéntame cómo estos nuevos medios han cambiado tu trabajo.

–Todos esos recursos cambian la visión de las cosas. Junto con la fotografía documental esos recursos tienen una gran importancia porque, si haces un proyecto sobre mineros, no sólo estás viendo las imágenes de los mineros, sino que también escuchas la voz de los mineros que estás retratando. La imagen tiene mucho mayor sentido, mucha mayor fuerza. Y luego, no solamente ver las imágenes, sino ves los lugares donde ellos viven en video.

“Ahora se trata de varios niveles: no es sólo ver la imagen, sino el texto, el audio, el video. Y la forma cómo vas a presentar todo: eso implica también la visión y el diseño. Y, sin duda, los proyectos adquieren otro sentido. Uno ya no sólo carga con las cámaras. Una de las últimas cosas que yo hice, con el proyecto del Niño Fidencio, es llevar cinco cámaras, de distintos formatos, desde cámaras de plástico, estenopeica, mi inseparable Leica y video. Y bueno, también llevaba la panorámica. Para mí tener todas esas herramientas me permite traducir mejor lo que estoy viendo”.

–Hay fotógrafos que desconfían de la fotografía digital. ¿Tú, qué piensas?

–Yo creo que la fotografía digital tiene sus grandes aportes. Uno de los proyectos periodísticos que hice para Proceso en China es uno de los primeros que hago en digital y en color. Casi toda mi obra es en blanco y negro, y ahora es digital y en color. Una persona que conoce bien mi trabajo de la Universidad de Texas vio el trabajo sobre China y me dijo: “Oye, retratas igual que en blanco y negro”. Mi forma de ver no ha cambiado, porque se va adaptando a los nuevos medios. En cuestión de imagen no importa que sea análogo o digital, no importa la cámara. Si es la última tecnología, o una cámara estenopeica, o una caja hecha de cartón, no importa: lo importante es la imagen. Para mí, todo es válido.

–¿Destruyes negativos?

–Cuando hay algo que no funciona, sí, claro. Yo mencionaba mucho en los talleres de que, todos los fotógrafos, sin excepción de los grandes maestros como Cartier-Bresson, somos muy malos fotógrafos. Finalmente lo que vemos es el resultado de una edición. Pero hacemos cosas muy malas, y todo lo que hacemos malo se tira, no tiene sentido guardarlo.

–¿Sabes cuántos negativos tienes en tu archivo?

–No, no he tenido la curiosidad de contarlos, son cajas… pero realmente lo importante no es tanto. Tal vez lo importante, no sé, se reúne en una caja de cien rollos o menos. Es muy difícil lograr que una imagen quede. Estaba hablando el otro día que, sobre todo en fotografía de prensa, en toda tu vida solamente una o dos fotos llegan a tener ese nivel de proyección a nivel internacional, con esa fuerza. Y en este caso, fue la foto del terremoto del 1985, pero hasta ahí. Ninguna otra foto ha tenido esa fuerza.

–¿Qué ensayo fotográfico consideras más importante dentro de tu trayectoria como fotógrafo?

–Creo que el de Oscuridad habitada, que trata sobre los ciegos en México, porque es un proyecto con el que empecé a conocer lo que es el trabajo de investigación y del que he aprendido mucho. En ese proyecto está retratada mi visión de la vida como fotógrafo. No sólo es el hecho de que yo documente un tema, sino que, al revés, este tema también me ha enseñado cómo hacer fotografía, cómo ver el mundo. Lo que yo empecé al principio como un proyecto meramente documental, al final terminó como una reflexión sobre la mirada. Esa es una parte muy interesante.

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