Cine

"Otra ronda"

En "Otra ronda", la vida cambia para cuatro personajes gracias a las dosis diarias de alcohol; Ernest Hemingway y Wiston Churchill, míticos borrachos de la literatura y la política, abanderan el experimento.
sábado, 19 de junio de 2021 · 23:14

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– La historia del proyecto de Otra ronda (Druk; Dinamarca, 2020) importa porque se refleja en el logro y en la trama de la cinta. Inspirados por las borracheras de los estudiantes en la escuela de su hija, Thomas Vinterberg comenzó con una obra de teatro, después ella misma le insistió para que realizara la versión en cine en la que actuaría como hija del protagonista, pero la chica murió en un accidente al inicio del rodaje, por lo que el guion cambió; la película está dedica a ella, Ida.

Martin (Mads Mikkelsen), desganado y aburrido profesor de historia en la preparatoria, cumple 40 años, sale a celebrar con sus mejores amigos, otros tres profesores del mismo liceo, que lo notan lloroso y desalentado; el que es maestro de psicología menciona el libro de Finn Skarderud, un psiquiatra noruego para quien el ser humano requiere de un porcentaje mínimo de alcohol en la sangre si quiere funcionar óptimamente. El pacto para un supuesto experimento científico del cuarteto de amigos inicia al día siguiente, cuando Martin, bien servido de vodka, arranca una nueva dinámica de clase con sus estudiantes.

La vida cambia para cada uno de los participantes gracias a las dosis diarias de alcohol; Ernest Hemingway y Wiston Churchill, míticos borrachos de la literatura y la política, abanderan el experimento. Pero, claro, el siguiente paso lleva más lejos hasta llegar a grados extremos de embriaguez y pérdida grave de control, problemas con la familia y el trabajo.

Pensar que Vinterberg se topó con el dilema de tener que moralizar el exceso de alcohol o atreverse a celebrar el delirio báquico, no tiene sentido; Anika (Maria Bonnevie), la mujer de Martin, lo confronta: “en este país (Dinamarca) todos beben demasiado, tu problema no es el alcohol, sino tu personalidad”. Controlar las dosis de alcohol en la sangre para mantenerse desinhibido resulta imposible porque no es la voluntad la que regula el oscuro fondo de miedos e inseguridades en el ser humano, sobre todo en estos cuatro sujetos que deben enfrentar su vulnerabilidad, el fracaso profesional y el miedo a envejecer.

La cita de Kierkegaard que abre la cinta, “¿qué es la juventud? Un sueño. ¿Qué es el amor? El contenido de ese sueño”, no es un simple adorno. El filósofo danés habita esta historia, como parece habitar el alma de su pueblo; en un examen oral de la escuela se plantea su visión acerca de la experiencia del fracaso como toma de conciencia. 

Thomas Vinterberg (Festen), el mejor producto del movimiento del Dogma ’95, celebra no el alcohol, sino la vida; el Oscar a la mejor película extranjera no fue una concesión del moralista Hollywood, Otra ronda va más allá del conflicto cuáquero, se trata de una auténtica tragicomedia, no por la mezcla de comicidad (en la que abunda, con la negrura de ciertos sucesos), sino porque la existencia, propone el director, es gozo y dolor; así lo ilustra la estupenda danza de Mikkelsen festejando con las nuevas generaciones de estudiantes la vida por delante.

Crítica publicada el 13 de junio en la edición 2328 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

 

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