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"First Cow"

"Primera vaca" (First Cow; EU, 2019) cuenta la historia de la amistad improbable entre Cookie, un cocinero arrastrado por un grupo de tramperos, y un chino inmigrante en aprietos, King-lu.
sábado, 3 de julio de 2021 · 22:15

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Basada en una novela de Jonathan Raymond, el talentoso guionista de la realizadora de cine independiente Kelly Reichardt, Primera vaca (First Cow; EU, 2019) cuenta la historia de la amistad improbable entre Cookie (John Magaro), un cocinero arrastrado por un grupo de tramperos, y un chino inmigrante en aprietos, King-lu (Orion Lee); el encuentro ocurre a principios del siglo XIX, en el territorio que posteriormente será Oregón, el contexto es el de la "Fiebre del Oro" y la obsesión por las pieles de castor.

Aunque resuenan modelos del western como Sam ­Peckinpah, en este trabajo Kelly Reichardt perfecciona su estilo personal del género; El atajo de Meek (2010), su anterior western, sería el modelo, y tan fuerte es el carácter de su visón que algunos califican a First Cow de anti western; sin embargo, todos los componentes del género están presentes, tipos desesperados, entorno hostil, suciedad, personaje folclórico con un cuervo amaestrado (el difunto René Auberjonois, actor de un western de Robert Altman); la directora rechaza el gran formato épico y crea la sensación de intimidad con sus protagonistas por medio de un cuadro muy académico.

Por encima de todo, el título First Cow, dirige la lectura de la cinta, esa vaca que pertenece al rico mandamás (Toby Jones) del poblado, y que Cookie ordeña a escondidas para hacer buñuelos y ganar un capital para llegar a San Francisco; es el símbolo mítico de la historia. Cookie y King-lu son un par de vaqueros de clóset que sueñan con una mejor vida; el cocinero encuentra al chino desnudo, escondido de una banda de rusos, imagen que presagia el prólogo de la cinta que comienza en el presente. Si esa primera vaca, primera en el territorio, sonriente y cariñosa, representa los recursos naturales, el potencial de trabajo frente al acaparamiento de la riqueza, Cookie y su amigo chino sugieren al hombre primordial que surge del humus.

Reichardt rechaza etiquetas como la de feminista o realista; el lirismo y la contemplación a la que invita First Cow se hallan más cerca de la poesía pastoral que de Ladrón de bicicletas, su postura es antimachista, su mirada es romántica; la historia es simple pero la composición de cada escena está saturada de naturaleza y humanidad, la mugre de estos trabajadores presagia la fábrica, pero más sugiere el contacto directo con la tierra. El equipo (formado desde hace años) de la directora con el escritor y con su fotógrafo, Christopher Blauvelt (aprendiz de Christopher Doyle, colaborador de Wong Kar-wai) nada tiene de minimalista.

A la ensoñación sobre la vaca y la leche, el agua y la tierra, asocia Kelly Reichardt la poética del trabajo; cuando King-lu invita a Cookie a vivir a su destartalada cabaña, lo primero que hace éste es tomar una escoba y ponerse a barrer, la vaca se ordeña y la leche se cocina, el agua hay que extraerla del pozo, la amistad entre estos dos hombres le da sentido a tales faenas, que no se asocian aún con la enajenación, la esclavitud o la ambición desproporcionada, la traición a lo que alguna vez habría sido el sueño americano.

Crítica publicada el 27 de junio en la edición 2330 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

 

 

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