Teatro

"El asesino del alma"

La verdad oculta que irrumpe es un gancho dramático interesante dentro del psicologismo de los personajes que lleva a actos con dobles interpretaciones y que sorprenden al espectador.
martes, 17 de agosto de 2021 · 14:09

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Basada en la novela Cosmética del enemigo de la autora francesa Amélie Nothomb, El asesino del alma es una adaptación que presenta el encuentro de dos personajes en la sala de espera de un aeropuerto. Las condiciones del encuentro parecerían adecuadas para una versión teatral dadas las características del espacio, pero lo resolución escénica y los cortes de tiempo al pasado no resultan tan viables en su ejecución.

El director Noé Alvarado, también uno de los protagonistas, trabaja escénicamente este texto lleno de convenciones, y a pesar de que la novela fue un hit en 2001 y logró 15 mil ventas del libro en una semana, los diálogos que en ella están contenidos son meramente literarios con formulismos al hablar difíciles de creer en la realidad teatral.

La adaptación de Néstor Galván no contempló la naturalidad como elemento principal para la verosimilitud en el diálogo escénico, y palabras rimbombantes y hasta chocantes aparecen una y otra vez en esta conversación entre dos personajes desconocidos que hablan de moralidad, sentido de la vida y contradicciones internas. El conflicto que se va develando en la última parte de la obra, donde el giro dramático resignifica los acontecimientos, llega tarde, cuando ya el espectador está fuera de la situación, aunque es potente la hipótesis de este thriller psicológico.

En la obra, después de un encuentro incómodo entre dos personajes, donde uno quiere hablar y el otro leer, se va desarrollando una conversación por la insistencia del joven inoportuno que de buenas a primeras cuenta un asesinato que creyó cometer, y posteriormente una violación y un segundo asesinato. Los dos últimos acontecimientos son escenificados por dos actores jóvenes, puesto que lo sucedido fue 10 y 20 años atrás. El tratamiento de la violación y el asesinato es superficial y frívolo, aunque se justifique por ser el punto de vista del asesino que se presenta primero sin escrúpulos y posteriormente como víctima. Es molesto ver la argumentación, el cinismo y la revictimización de la agresión, sin una contraparte. Se intenta hacerlo con los reparos del escucha, pero no basta que se tome la cabeza con desesperación, lanzando algunos comentarios básicos que en nada abonan a las perspectiva sobre los actos cometidos y, sobre todo, que en la actualidad hay ya un posicionamiento crítico ineludible.

El asesino del alma se desarrolla en un espacio escénico en el que la acción principal sucede en dos sillas/sillones rojos bajo un tapete cuadrado, una mesita al centro y una barra de cantina en el lateral.

Nos sentimos inmediatamente inmersos en donde sucederá la historia cuando, al entrar a la sala, nos recibe una azafata con uniforme indicándonos que el vuelo a Barcelona está retrasado y habrá que esperar. Las expectativas de inmersión y realidad se vienen abajo al presentarnos un trabajo donde las actuaciones están alejadas de la verosimilitud, y el villano de la historia, el joven interpretado por Aldo Estuarto, posa y caracteriza a su personaje tan estereotipadamente que las risas y carcajadas que comparten los personajes dejan de impactarnos y hacernos creer en su desfachatez o en la negación de aceptar lo que el otro le está develando.

La verdad oculta que irrumpe es un gancho dramático interesante dentro del psicologismo de los personajes que lleva a actos con dobles interpretaciones y que sorprenden al espectador.

El asesino del alma, por la Compañía Ágora, es un esfuerzo admirable por hacer teatro presencial en estas condiciones tan adversas que trae la pandemia, aunque su resultado no convenza a muchos de los espectadores. Se presenta los miércoles de agosto en el Teatro San Jerónimo Independencia.

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