Cine
"Corazón silencioso"
"Corazón silencioso", que se exhibe este mes en la Cineteca Nacional, contiene todos los ingredientes del melodrama lloroso, adornado, por demás, con mensaje sobre el derecho a la eutanasia.CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– La matriarca de una familia danesa reúne a su marido, dos hijas con sus respectivas parejas, el hijo de una de ellas y hasta a la mejor amiga. El agasajo se siente cálido y querendón. Se trata de una despedida dolorosa, pues cuando termine el fin de semana, Esther, la madre, va a suicidarse porque padece una enfermedad degenerativa sin cura posible.
La primera vez que se había anunciado el suicidio programado, todos estaban de acuerdo; ahora comienzan a manifestarse el miedo y la culpa.
Corazón silencioso (Stille hjerte; Dinamarca, 2014), que se exhibe este mes en la Cineteca Nacional, contiene todos los ingredientes del melodrama lloroso, adornado, por demás, con mensaje sobre el derecho a la eutanasia. Afortunadamente el danés Bille August, de los pocos directores que ha ganado dos Óscar, sabe estirar el drama familiar sentimental hasta reventarlo y abrir dimensiones épicas –como en el caso de Pelle, el conquistador o de Las mejores intenciones–, realizada a partir de un guion de Ingmar Bergman que funciona como novela intimista en el cine.
Asimismo, la presencia de brillantes actores, como Ghita Norby –dama del cine holandés– en el papel de Esther, o de Paprika Steen –conocida por Festen (La celebración)–, como Heidi, la hija mayor–, dan solidez a sus personajes sin recurrir al chantaje emocional. August aprovecha la popularidad de Pilou Asbaek, destacado en series de televisión (The Killing, Borgen), para el rol del personaje más inadecuado, novio de la hija menor que se siente culpable por haber descuidado la relación con su progenitora, y que se dedica a fumar hash y hacer comentarios de humor negro. Asbaek rompe la tensión, permite un desahogo y subraya la trivialidad de la muerte.
La premisa de suicidio como escape al deterioro y a la degradación de una enfermedad como la esclerosis amiotrófica (la que padeció Stephen Hawking), es fuerte, porque la eutanasia no es legal en Dinamarca, Esther tiene que dar el paso ella misma ahora que aún puede; los miembros de esta familia, educada y juiciosa, no cuentan con el apoyo del Estado; sin instancia legal, cada uno se convierte, tácitamente, en cómplice del acto. El conflicto emocional, dolor y culpa, exige también una postura ética a favor o en contra de la eutanasia, por eso la cinta tuvo malas críticas en Estados Unidos, donde la cultura legalista, por lo menos en el cine, se muestra como valor máximo.
Bille August sortea el sin salida de esas paradojas y dirige la atención al problema básico: ¿cómo decir adiós para siempre a un ser querido? Aunque es claro que Esther cada vez padece más dolor, la imagen es la de una mujer que no pierde el humor y la alegría de vivir; el sol sale y brilla sobre esa bella casa de campo donde convive la familia, y donde lo más banal de repente pesa y duele.
Tema delicado el de la eutanasia, todo un derecho a conquistar y regular, y este tipo de situaciones ocurren con más frecuencia de lo que podría pensarse, pero lo que poco o casi nada se explora en Corazón silencioso es la dosis de egoísmo y narcisismo de quien impone, cuando aún es consciente y autónomo, un proceso tan doloroso a sus seres queridos.
Crítica publicada el 12 de septiembre en la edición 2341 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.