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"Benedetta": lujuria en el convento

El director Paul Verhoeven coescribe y dirige esta anécdota presentada como una historia de la vida real, en la que dos religiosas de belleza imposible alteran a la santa institución de la iglesia.
viernes, 28 de enero de 2022 · 16:48

MONTERREY, N. L. (apro).- Benedetta (Benedetta, 2021) es una joven monja que busca la santidad, adentro de un convento donde prevalecen el recato, la discreción, el silencio la sumisión y todos los demás atributos que hacen digna a una novicia.

Es el siglo XVII, en la campiña italiana. Europa se encuentra en una crisis permanente y el claustro es un lugar de refugio para algunas mujeres que no tienen hogar. Es aquí donde florece Benedetta (Virgine Efira), convertida en una bella mujer, que es provocada y seducida por la recién llegada hermana Bartolomea (Daphne Patakia), quien le revela las delicias del lesbianismo.

En una época de represión y dominación masculina, las dos toman control de su sexualidad, se liberan y gozan. El placer se duplica, porque deben disfrutar de sus encuentros en secreto, con el riesgo de ser severamente castigadas por la transgresión.

El director Paul Verhoeven coescribe y dirige esta anécdota presentada como una historia de la vida real, en la que dos religiosas de belleza imposible alteran a la santa institución de la iglesia, por los encuentros íntimos que hay entre ellas, y que son del dominio de la comunidad monacal a la que divide, entre la denuncia y el solapamiento.

Presentada como lo que sería, en la actualidad, un caso para los tabloides, la película está sobrecargada de lubricidad y violencia, elementos que la mantienen, permanentemente, al borde de la risa. El maestro holandés, a quien se les deben las geniales Bajos Instintos y Robocop, hace un ejercicio fílmico tremendista y provocador, como si hiciera una cinta B de giallo, con un suspenso truculento relacionado con las visiones que tiene la monja, que dice hablar con entidades supraterrenales.

En una línea de cine de explotación, en la variante de las monjas italianas, lo que se muestra es un drama solemne bien contado, pero con situaciones irreales, que la hacen parecer un ejercicio de excesos, para exhibir la intimidad del retiro. Entre las habitaciones y los pasillos en penumbras, permanentemente hay una nube de libido, con las mujeres bellas consagradas a la castidad, pero con deseos dolorosamente reprimidos. Dedicadas a cuidar su cuerpo como templo del alma, se dan regalos de lujuria y pecado, inspiradas por Satanás. El ojo de reproche de la Superiora Felicita (Charlotte Ramplig, magnífica, como de costumbre) no hace más que atizar sus fantasías prohibidas.

Esta chica apegada a los hábitos, tiene visiones con Jesús, pero sus percances son de corte sensual. Se siente atraído por el hombre, en vez de adorarlo como hijo de Dios. Eventualmente es, también, interlocutora del Maligno, que la coloca en trance de posesión, enronqueciendo su voz para anunciar calamidades al pequeño pueblo donde residen. Es tiempo de la peste, y ella llega incluso a hacer profecías sobre el bienestar colectivo, lo que la hacer ser objeto de temor en la comunidad, que la ve como una santa que puede protegerlas.

En ese ambiente cargado de manipulación religiosa, a través de la fe, entra a escena la Santa Inquisición, caricaturizada, como siempre, en la persona del confesor, presentado como un bufón señudo, que también debe contener sus propias perversiones, en el nombre de la verdad que debe emerger, aún a costa del terrible tormento, que ordena ejecutar con placer insano.

El tumulto es ocasión para que Benedetta, ascendida entre los directivos del claustro, opere para que sus permanentemente cuestionados milagros la beneficien y la protejan, pues parece ser que el demonio del deseo ha superado cualquiera de sus aspiraciones, pese a que sus decisiones inciden en la comuna. Lo que más anhela es mantener la carne vibrando con los placeres que le otorga su compañera de pecado.

Benedetta es interesante y eróticamente explícita, y aunque cuestiona a la Iglesia, por abusiva ante una feligresía supersticiosa e ingenua, se concentra en su enorme poder para generar escándalo.

 

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