Cine
“Pacifiction”, en la Muestra
La trama de "Pacifiction" –thriller al estilo Alan Pakula– es lo más cercano a un relato que, hasta ahora, haya contado Albert Serra.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El señor De Moller (Benoit Magimel) llega a Tahití, en la Polinesia francesa, encargado de una misión diplomática poco clara, preside negocios de hoteles y casinos, campo de futbol y discotecas; por otro lado, se rumora que intentará preparar a la población para aceptar pruebas nucleares, pues se han visto submarinos en la costa, o quizá su misión es convencer de que nada de eso es verdad.
Lo cierto es que en ese paraíso de mar y luz, a miles de kilómetros de Francia, el traje de lino blanco y lentes oscuros de este señor ventrudo y de caminar pesado proyecta una figura anacrónica, aunque nostálgica, de un colonialismo moribundo.
La trama de Pacifiction (Francia-España-Alemania-Portugal, 2022) –thriller al estilo Alan Pakula– es lo más cercano a un relato que, hasta ahora, haya contado Albert Serra, si se compara con sus cintas anteriores, como La muerte de Luis XIV (2016), en la cual la cámara se concentra obsesivamente en observar la muerte del Rey Sol asimilado a la decadencia de un actor rey, Jean-Pierre Léaud, o como las meras fantasías sexuales de un grupo de libertinos en el siglo XVIII (Liberté, 2019). No que la narrativa de este director catalán sea voluntariamente incoherente, pero sí tan ensayística que provoca la impresión de mero cine experimental.
Sucede que para este filólogo de la Universidad de Barcelona hacer cine equivale a hacer exégesis de textos literarios: Cervantes, Casanova, Bram Stoker, en sus otras películas.
Difícil imaginar la escenificación de la muerte de Luis XIV, grandeza, decadencia y horror, que Serra poetiza, sin la magnífica prosa del Duque de Saint Simon; en Pacifiction el texto de base es el de Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas. Tal como en la enigmática novela del autor polaco, de acuerdo con el prólogo del maestro Ulrich Baer, la hueca pretensión filantrópica de la que se vale el colonialismo para explotar y civilizar es la moral que guía a De Moller, quien está convencido de su propia buena voluntad y de ser un emisario de la ciencia y del progreso, apoyado en la legitimidad del Estado; sigue el conflicto que provoca la sospecha de ser un mero títere, sin que ello garantice, en el caso de Serra, un viaje auténtico de descubrimiento y de transformación interno, como sí ocurre con Marlow, el protagonista de Conrad.
A diferencia de Coppola (Apocalypse Now) y de James Gray (Ad Astra), cineastas preocupados por expandir el mensaje de Conrad, a Serra le obsesiona reproducir en imágenes, o sonidos, el encantamiento de la prosa y la fuerza de las metáforas del texto. De ahí ese murmullo sinfónico, por ejemplo, que resuena en el horizonte de mar y tierra; las pruebas nucleares van a repetirse como ocurrió hace años (de 1966 a 1996 se estallaron cabezas nucleares en la Polinesia francesa), voz que equivale a la misteriosa coreografía de cientos de nativos, que aparece y desaparece en El corazón de las tinieblas.
Serra incorpora, además, la presencia femenina (a su manera) de la novela que no tuvo cupo en las cintas de Coppola o de Gray; Shanna (la actriz transgénero Pahoa Magahafanau), europeizada pero profundamente nativa, representa la conciencia de la historia. Lejos de ser un panfleto político, ni siquiera una denuncia, Pacifiction ahonda en los temas que Conrad abrió, la falsedad de los estereotipos, la oscuridad y la soledad del europeo cuando habita un mundo que no comprende.
Crítica publicada el 20 de noviembre en la edición 2403 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.