Cine

"Nosotras"

"Nosotras" se halla anclada en una dolorosa realidad, tanto en la normalidad de familias de clase media como en la producción cinematográfica, incómoda ante la sexualidad de los viejos, a quienes reduce al rol de abuelos.
sábado, 21 de mayo de 2022 · 15:28

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Si se indaga en la fórmula del método que le permitió al italiano Filippo Meneghetti, en su primer largometraje, precisión formal, sorprendente ritmo visual y dramático, se atribuiría a un trabajo constante de guion durante cinco años (en colaboración con Malysone Bovorasmy), y la elección de dos actrices veteranas que representan lo mejor del teatro y del cine europeos. Nosotras (Deux; Francia-Bélgica, 2019) aborda un tema descuidado y poco atractivo para los productores en el cine: el amor lésbico entre mujeres de la llamada tercera edad.

Mado (Martine Chevalier), exguía de turistas, es una viuda septuagenaria que vive en el sur de Francia, cerca de Montpellier, y que mantiene desde un par de décadas atrás una relación amorosa con su vecina, la alemana jubilada Nina (Barbara Sukowa); el idilio se mantiene en secreto porque Mado no se atreve a declararse frente a sus hijos, adultos cuarentones que dan por hecho que el difunto padre fue el amor de su vida.

Tironeada entre el escrúpulo de confesar su orientación sexual y la presión de su amante, quien le propone irse a vivir a Roma donde se conocieron, Mado sufre un derrame cerebral, y comienza el viacrucis, el drama terrorífico entre la familia, los cuidadores de la enferma y la desesperación de Nina.

Un país europeo no es precisamente un modelo de tolerancia, como podría pensarse. Meneghetti cuenta, en la entrevista que realizó Columba Vértiz para el número anterior de Proceso, que mientras se elaboraba el guion pululaban en París las protestas contra el matrimonio igualitario, y que de joven conoció a un par de mujeres que vivieron algo muy similar en Italia.

Así, Nosotras se halla anclada en una dolorosa realidad, tanto en la normalidad de familias de clase media como en la producción cinematográfica, incómoda ante la sexualidad de los viejos, a quienes reduce al rol de abuelos. Infernal, también, es la situación que construye una familia con los cuidadores, vigilantes que mantienen al incapacitado sometido al control familiar, capataces todos que funcionan como secuestradores.

Meneghetti organiza un lenguaje sutil de puertas y umbrales que facilitan o bloquean el contacto entre la pareja, metáfora de clóset asfixiante que obliga a Nina a buscar agujeros para monitorear la situación; imágenes de agua, sueños y recuerdos reflejan el flujo de la conexión, anhelo de fusión y erotismo femenino. El par de actrices, opuestas y complementarias en su técnica actoral, ejecuta la música de este dúo de mujeres:

Frágil y tierna una, Mado, quien deberá encarnar la culpa y la rabia no expresada. ¿Cómo rebelarse ante el condicionamiento de toda una vida en el rol de esposa y madre perfecta? Nina es extrovertida y rebelde, heroica en su campaña por rescatar a su pareja.

A sus 73 años, Martine Chevalier condensa, en su tejido de actriz de la Comedia Francesa, personajes nobles y trágicos de Corneille, la poesía de Claudel, la complejidad de Chéjov y Marguerite Duras; el personaje mudo de Mado es posible gracias a esta arqueología teatral. Sukowa es una de las divas de Fassbinder, y fue el personaje de Hanna Arendt en el biopic de Margarethe von Trotta, ni más ni menos, en una de sus últimas creaciones.

Meneghetti tuvo la suerte de contar con este par de actrices que, por su edad, tienden a ser desperdiciadas en el cine. Supo dirigirlas y dejarlas actuar.­

Crítica publicada el 15 de mayo en la edición 2376 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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