Teatro

“Lo que el viento a Juárez”, para ver nuestra historia

Silvia Ortega Vetoretti, como autora y directora de "Lo que el viento a Juárez", elige colocar al héroe patrio durante el triunfo de la guerra con los franceses, en el momento de la decisión de mandar fusilar, o no, a Maximiliano de Habsburgo.
sábado, 28 de mayo de 2022 · 15:31

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Benito Juárez es una piedra de toque en la historia de nuestro México. Es significativa su lucha por quitarle poder económico y político a la Iglesia, su empeño por conseguir la separación Iglesia-Estado, el encabezar al grupo liberal frente a los conservadores y su afán de confirmar la independencia del país frente a los extranjeros.

Silvia Ortega Vetoretti, como autora y directora de "Lo que el viento a Juárez", elige colocar al héroe patrio durante el triunfo de la guerra con los franceses, en el momento de la decisión de mandar fusilar, o no, a Maximiliano de Habsburgo, quien se ostentaba emperador de México. Juárez se debate internamente y discute con su secretario, temiendo siempre la llegada del ejército imperial o sus aliados para matarlos.

Baltimore Beltrán interpreta a Benito Juárez con entereza. Una interpretación cuidada en el movimiento corporal e interior, mostrando un personaje conflictuado y lleno de fantasmas, siempre alerta porque sabe que la traición puede venir de cualquier lado. Arturo Reyes encarna al secretario que le asiste solícitamente pero que sostiene con tenacidad lo que él cree que su presidente tiene que hacer.

El actor le da proyección al personaje y lo dota de distintas intensidades. El toque de humor que la directora imprime a la obra, el tono fársico e irónico que la situación y la relación de los personajes pueden tener, Arturo Reyes lo explora con habilidad. Se crea entre los personajes una relación chispeante y contrapunteada en donde los actores juegan un papel diferente y complementario. Salvador B. Hurtado interpreta personajes variados; personajes fundamentales para Benito Juárez, como su esposa Margarita, o Carlota la esposa de Maximiliano.

El momento histórico ficcionado que Silvia Ortega Vetoretti plantea, se va enriqueciendo con pasajes y sucesos históricos puestos en cuestión; personajes que se desmitifican, y un giro final que, aunque es un giro antidramático, cambia sorprendentemente la visión del espectador sobre el fusilamiento de Maximiliano.

La escenografía de Jorge Kuri de "Lo que el viento a Juárez" visualiza la idea de Juárez con la patria a cuestas, a partir de dos baúles gigantes que se mueven dinámicamente para crear distintos espacios en el desierto de Samalayuca. Al abrirlos nos ubican en distintos espacios, ambientando bien la época.

El ritmo de la obra se beneficia pues son ágiles los cambios. El ritmo es fluido, aunque se resiente el tiempo previo al primer giro dramático –cuando se muestran los motivos del secretario por los cuales sostiene sus posturas–. Antes de llegar ahí, la obra se alarga, pero prontamente volvemos el interés al percibir los secretos y la emocionalidad de los personajes. Los comprendemos y los cuestionamos. "Lo que el viento a Juárez" rompe la tradicional visión de la estampita y los presenta como personajes de carne y hueso, con contradicciones y secretos.

La iluminación de Jorge Kuri consigue atmósferas lunares complementadas por la luz ámbar de los quinqués. El diseño de vestuario corre a cargo de Mario Marín, y va de acuerdo a la época y el buen gusto. Con los diferentes personajes que aparecen en la obra, la directora crea imágenes evocativas y momentos de belleza.

Se presenta de jueves a domingo en el foro La Gruta del Helénico.

Este tipo de obras deberían circular en las escuelas para que los alumnos conozcan –de manera amena y desmontando los mitos de los héroes patrios– de dónde venimos y lo difícil que ha sido mantenernos como una nación independiente y ­soberana.

Texto publicado el 22 de mayo en la edición 2377 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

Comentarios