Cine

“C’mon C’mon: siempre adelante”

"C’mon C’mon: Siempre adelante" revela que la mayoría de los niños y adolescentes se haya preocupado, pero optimista con el mañana, y sorprende la claridad de su postura.
sábado, 25 de junio de 2022 · 15:55

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El dos puntos siempre adelante que el título a la mexicana agrega a esta cinta de Mike Mills se apoya, sin duda, en el elemental mensaje de la historia: ¿cómo imaginan los niños y los adolescentes el futuro? La reflexión se impone porque Johnny (Joaquin Phoenix), periodista radiofónico, participa en un proyecto de entrevistas a niños y adolescentes sobre su visión del futuro y su relación con la comunidad. C’mon C’mon: Siempre adelante (EU, 2021) revela que la mayoría se haya preocupado, pero optimista con el mañana, y sorprende la claridad de su postura.

Al principio, Johnny se encuentra en Detroit, ciudad sin futuro, de ahí viaja a Los Ángeles para cuidar al hijo de su hermana, un niño de nueve años, Jesse (Woody Norman), mientras ella va a rescatar al padre del chico, quien pasa por uno de sus episodios psicóticos. Mike Mills arma su narrativa base de elipsis, pero sin dejar hoyos en la motivación de sus personajes: Johnny, solterón y melancólico, tiene que aceptar el encargo pues se siente en deuda con su hermana; Viv (Gaby Hoffmann), quien cuidó a la madre de ambos en su etapa terminal; la relación entre tío y sobrino se impone por meras circunstancias de crisis familiar.

El cine de Mills tiene tintes autobiográficos. En Beginners (2010) dramatizó la salida del armario de su padre a los 70 años, y en Mujeres del siglo XX el proceso terminal de su progenitora. Difícil tratar temas familiares sin caer en el melodrama, sobre todo cuando se muestra la relación entre un niño producto de una relación disfuncional, y el adulto a cargo; pero Mills, alérgico al melodrama, se vale de su experiencia como artista gráfico y director de video-clips para músicos famosos, como Yoko Ono o los Beastie Boys, y focaliza momentos claves de la aventura que implica conocerse, probar límites y descubrir puntos vulnerables.

La fotografía en blanco y negro puede sugerir la pretensión de cine de arte, pero el director es consciente de cómo la frontera entre con lo comercial se ha hecho borrosa y, a cambio, gana en abstracción para compensar el sentimiento fácil que evoca el conflicto de niño y el adulto. La ausencia de color contrasta con la imagen sobrecargada de maquillaje del Joaquin Phoenix de El Guasón, y el público aprecia mejor esta actuación, generosa y empática con el chico.

Aunque demandante y manipulador, Jesse no es el típico niño precoz, sólo quiere ser un niño normal que sabe que ha pasado demasiado tiempo con adultos, por eso no tiene amigos; sus preguntas y reacciones son las de cualquier niño interesado en saber quién es quién en la familia y la parte que le tocará a él sobrellevar en la vida, secretos y traumas que presiente pero no sabe definir. Es patente la ausencia paterna debido a adicciones y problemas psicológicos, y la protección materna, demasiado presente; Johnny no pretende sustituir al padre, ni el chico espera eso de él, nada más quiere demostrar que es confiable y puede ser tomado en serio.

Sorprende la intimidad y la química que logra Mills entre Phoenix y el actor infantil, Woody Norman, el contacto es natural y espontáneo, siempre motivado por la necesidad de contención del chico y la capacidad de respuesta del tío.

Crítica publicada el 12 de junio en la edición 2381 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

 

 

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