Espectáculos

La canadiense Diana Krall aviva el Auditorio Nacional con su jazz telúrico

Regresó a México seis días antes de su cumpleaños 59, custodiada por un cercano trío: el contrabajista Robert L. Hurst III, el baterista hip-hopero Karriem Riggins y el guitarrista Anthony Wilson.
sábado, 11 de noviembre de 2023 · 16:20

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Bohemia jazzística brindó la telúrica cantante y pianista canadiense Diana Krall,  cautivando a conocedores y diletantes con un ardiente recital de ensueño durante su concierto de este viernes en el Auditorio Nacional.

Elegantemente ataviada con vestido negro brillante, la artista rubia nacida en Nanaimo, Columbia Británica, regresó a México seis días antes de su cumpleaños 59, deslizándose segura hacia su piano y custodiada por un cercano trío de músicos afroestadunidenses: el contrabajista Robert L. Hurst III, el baterista hip-hopero Karriem Riggins y el guitarrista Anthony Wilson (hijo del legendario trompetista Gerald Wilson).

Desde los primeros acordes, los reunidos se sumergieron en las oníricas ejecuciones y refinados cánticos de Diana. Las atmósferas intimistas generaron un idílico viaje hacia alguna taberna de la vieja Nueva Orleans.

Unos proyectores lumínicos de estilo cinematográfico envolvieron también el ensamble, resplandeciendo en destellos tenues en un ambiente acogedor. Una cortinilla negra al fondo, sin pantalla central, solamente las plasmas laterales brindaban espejo a los artistas.

 

 

La audiencia presente era adulta en su mayoría, pero no faltaban algunos jóvenes ávidos de buen jazz. Y la gala emprendió vuelos instrumentales al escucharse “I Love Being Here With You” (Peggy Lee) y “Let’s Fall in Love”, de su quinto álbum When I Look in Your Eyes (Verve, 1999):

¿Por qué rendirnos al amor?

Ahora es el momento, mientras poseamos juventud

Enamorémonos…

 

 

¿Y cómo no enamorarse de ella? Días atrás, el miércoles 8, había encantado de manera volcánica al Teatro Diana de Guadalajara. Atentos a los arpegios precisos y al scat maravilloso de la contralto de ojos grisazulado, los asistentes se mostraron respetuosos durante el recital entero, hechizados en sus butacas, interiorizando las emociones en silencio y liberando zambullidos de aplausos o alaridos al culminar cada pieza.

Krall correspondía sonriente, y con maestría interpretó la memorable “Night and Day”, de Cole Porter; “This Can’t Be Love”, de Harts & Rogers, más la sensual “You Call It Madness”, de su disco dedicado al combo de Nat King Cole “All For You” (Verve, 1996).

 

 

 

Diana encantó cual prestidigitadora con su fraseo erótico y delicado piano beat de notas azules, escoltándola el profundo contrabajo de Hurst, las sutiles percusiones de Riggins y el dulce rasgar de la guitarra a manos de Wilson. Un convite de virtuosismo jazzero a media luz y saboreado de principio a fin.

El acto avanzó, refinado, loado por el público selecto, escalando de un formato intimista a los ritmos de estándares como “I’ve Got You Under My Skin” (otra de Porter popularizada por Frank Sinatra), “I Was Doing All Right” (de Gershwin) y “Exactly Like You” (1930, melodía de Jimmy McHugh, letra de Dorothy Fields), de su tercer álbum, que alcanzó la cima de ventas en el mundo: “From This Moment On” (Verve, 2006).

El conciso repertorio consideró “East of the Sun (and West of the Moon)” y “Cheek To Cheek”, más dos dichosas gemas cósmicas: “The Look Of Love” (de Burt Bacharach, popularizada por Dusty Springfield en la película de James Bond “Casino Royale”, 1967) y “Fly Me to the Moon” (“Diana Krall Live in Paris”, Verve, 2002).

La bella Diana Krall (esposa del nuevaolero londinense Elvis Costello –Declan Patrick MacManus–, por cierto, quien grabó con Paul McCartney en 1989 el CD “Flowers in the Dirt”) recibió prolongados aplausos de pie en un Auditorio Nacional sapiente de que su espectáculo jazz ha sido el mejor del año. Y es que nadie puede negarse a la felicidad de escucharla. Nunca.

 

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