Cine
"Broker"
Una noche lluviosa, So-young, abandona a su recién nacido en el “baby box” de una iglesia, mientras dos detectives la espían porque buscan descubrir una red criminal de venta de bebés. Sang-hyun y su cómplice, Dong soo los secuestran para venderlos a familias desesperadas sin hijos.Los colaboradores de la sección cultural de la revista Proceso --cuya edición ya es mensual--, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros). Ellos son Blanca González Rosas, Eduardo Soto Millán y Federico Álvarez del Toro, Estela Leñero, Javier Betancourt, y Jorge Munguía Espitia, respectivamente.
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La noche de un día lluvioso, una joven, So-young (Lee Ji-eun), abandona a su recién nacido en el “baby box” de una iglesia, mientras dos detectives la espían porque buscan descubrir una red criminal de venta de bebés. Sang-hyun (Song Kang-ho, el protagonista de “Parásitos”) y su cómplice, Dong soo (Gang Dong-won), los secuestran para venderlos a familias desesperadas sin hijos; cuando la arrepentida madre regresa a reclamar a su hijo, descubre la jugarreta y parece cambiar de opinión, pues 8 mil dólares suenan más atractivos que cargar con el crío.
Primera incursión de Hirosaku Koreeda en Corea del Sur, “Broker” (Corea del Sur, 2022) lleva la acción de este tema, oscuro de entrada y que coquetea con el thriller, a un peculiar “road picture” que sólo sirve para desarrollar a sus personajes, y así explorar el tema más importante de su cine, el de la familia y su persistencia en condiciones anómalas, fuera totalmente del esquema funcional y moral de las convenciones sociales.
Cierto que Koreeda se ha establecido ya como un gran maestro del cine japonés, heredero --seguramente sin proponérselo-- de Ozu, por la liviandad con la que puede tratar temas tan oscuros como el de la infancia expuesta: “Nadie sabe” (Daremo shiranai, 2004), sobre cuatro niños abandonados por su madre en un departamento; más reciente, “Shoplifters” (Un asunto de familia, 2018), y ahora “Broker”; y qué tema más denso que el del tráfico de criaturas, pero la reunión de tres criminales, un bebé y un huérfano de seis años, crea de manera natural un vínculo tan fuerte que parecería que el código familia se impone “per se” pese a lo que diga la institución.
Koreeda camina como equilibrista sobre la cuerda floja del sentimentalismo, pero ¿quién es el duro que no se conmueve con niños y animalitos? Sin embargo, los personajes infantiles del realizador de “Después de la tormenta” (2016) o de la magnífica “De tal padre, tal hijo” (2013), adquieren una dimensión humana por derecho propio, y anuncian ya el tipo de adulto en que se convertirán, todo sin dejar de ser niños; más aún, los adultos, como es el caso obvio de “Broker”, son niños ellos mismos, pues el director les permite serlo y exponerse. Huérfano de niño, Dong soo, junto con su cómplice Sang-hyun (quien no tiene acceso a su hija por falta de dinero), viven la fantasía de ayudar a procurarles a los bebés una mejor suerte que la que les esperaría bajo la institución y las leyes burocráticas.
Y así, al tener que reconocer las heridas de su propia infancia, los adultos de cine de Koreeda pueden acceder a la adultez; excluyendo el sutil thriller “El tercer asesinato” (y aún en ésta sería discutible), de principio a fin de la obra del realizador japonés no encuentro algún personaje importante en sus cintas que se halle fuera de la ecuación.
En una reseña de “Sight and Sound” la articulista cita un comentario del director, relativo a su intento por hacer visible a la gente lo que el gobierno quiere olvidar o dejar de lado; esto no significa que Hirokazu Kooreda pueda verse como un mero crítico social, pues lo que le inspira de los casos de la vida real (como el intercambio de bebés en los hospitales en “De tal padre tal hijo”, y la actitud de los padres o el abandono de cuatro niños en un departamento en “Nadie sabe”, o el buzón para echar a los hijos no deseados, que en Japón o Corea del Sur son las actitudes humanas); el miedo, por un lado, por otro, la persistencia de la vida y la función de la familia, ajuste antropológico, con todas sus consecuencias.
Hace ya miles de años, un bebé expósito, muy conocido por todos, fue un tal Edipo, el rey de los pies lastimados.