Cultura

“Soy un alumno hambriento de conocer”: Eugenio Barba

El creador de la compañía escénica contemporánea más reconocida del mundo está en México para participar en un encuentro, donde ofrecerá un par de clases magistrales, conferencias, un conversatorio y funciones con el Odin Teatret, que celebra 60 años.
martes, 23 de enero de 2024 · 05:29

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Incansable a sus 87 años, el fundador de la compañía Odin Teatret, Eugenio Barba, es reconocido como el autor de una innovadora pedagogía teatral que a lo largo de sesenta años ha formado incontables generaciones, aunque afirma --con modestia-- que es él quien aprende de ellas.

“Parece que soy un maestro, en realidad es mi estrategia para quedarme como eterno discípulo, escéptico y consciente de que existe una piedra filosofal”.

Así lo explica el realizador de más de 81 producciones teatrales, en un breve cuestionario enviado por Proceso a través del director escénico Jaime Soriano, fundador del Laboratorio de Artes Jerzy Grotowski (LArEs) y quien coordina el Tercer Encuentro Escénico LArtEs Confluencias 2024” que se lleva a cabo durante enero y febrero en diversas sedes de la Ciudad de México y Guanajuato.

Nacido en Brindisi, Italia, el 29 de octubre de 1936, Barba está de visita en México para participar en dicho encuentro con el Odin Teatret, fundado por él en Oslo, Noruega, en 1964 y que cumple su sesenta aniversario. Es acompañado por las reconocidas actrices Julia Varley (con quien Barba estableció la Fundación Barba Varley) y Else Marie Laukvik. 

El director escénico ofrecerá un par de clases magistrales, conferencias, un conversatorio en el Centro Cultural Universitario de la UNAM, y con la compañía otras actividades pedagógicas y diferentes funciones, como se informó en este espacio la semana pasada.

Barba, con Julia Varley. Foto: Francesco Galli

Quemar la casa

Hijo de un oficial víctima de la segunda Guerra Mundial, Barba cambió la carrera militar, que cursaba en Nápoles, para emigrar a Noruega donde fue soldador y marinero, al tiempo que estudiaba literatura francesa e historia de las religiones en la Universidad de Oslo. Se registra además en la biografía que su propuesta de Antropología Teatral revolucionó el arte de los escenarios al permitir al actor desarrollar su propia creatividad y considerar la multiplicidad de visiones de los espectadores.

Fue discípulo en Polonia del dramaturgo Grotowski, con quien trabajó tres años. Tras un viaje a la India estudió el teatro llamado Kathakali y volvió a Oslo, pero al no encontrar trabajo creór el Odin Teatret con un grupo de actores.

Según una semblanza de la entonces crítica de Teatro en la agencia apro, Indira Cato, fue en su natal Brindisi donde realmente comenzó su relación con el teatro, pues de niño acompañó rituales religiosos “en los cuales las mujeres sueltan estremecedores lamentos al cielo, los hombres penan de rodillas, y los acontecimientos avanzan cargados de símbolos con sus respectivos cambios de vestuario. Para algunos éste es el origen de la Antropología Teatral creada por Barba, con Nicole Savarese y Ferdinando Taviani”.

En 1966 el Odin Teatret se mudó de Oslo a Holstebro, Dinamarca, y cambio su nombre a Nordisk Teaterlaboratorium/Odin Teatret. Apenas en 2022 decidió dejar ese nombre y volver al original. Soriano recuerda en el programa del Tercer Encuentro lo escrito por Barba en su libro “Quemar la casa”:

“Durante años he imaginado el espectáculo que termina en el incendio. Conocía al dedillo las distintas escenas, modificaba mentalmente su orden, limaba los detalles. Y me alegraba imaginando el infaltable gran fuego al final. (…) Sé que jamás ni metafóricamente quemaré el Odin Teatret, mi casa y la de mis compañeros. Pero es como si me desdoblara. Una mano busca explorar su arquitectura. La otra, continuamente, trata de darle fuego”.

A lo cual agrega Soriano:

“Eugenio no quemó la casa de Odin Teatret en Holstebro en 2022, pero sí le dio fuego a un espacio de confort que ya no le representaba más retos y, sobre todo, que le hiciera perder el sentido de las islas flotantes con las que nunca se ha desvinculado, y ahora la casa del Odin Teatret es todas las casas en cada rincón del mundo donde sabe que encontrará y será bien recibido por el pueblo secreto del Odin Teatret”.

Sembrar sin cosechar 

--¿Qué significado tiene llegar a sesenta años a lo largo de los cuales construyó una trayectoria sólida y no tuvo temor de “quemar” su casa y recomenzar por el mundo?

--Se dice que la vida tiene un sentido pero no una significación. El sentido es algo que muda con nuestros conocimientos y las circunstancias. Lo que he hecho, junto a la gente del Odin Teatret que me ha seguido hasta ahora, tiene muchos “sentidos”. Algunos profundamente personales mezclan impulsos emotivos y preocupaciones utilitarísticas (sic). El teatro me hace ganar mi vida. Pero me permite subrayar mi identidad de extranjero en un país donde he emigrado y durante años he vivido también la experiencia del racismo.

Agrega:

“El grupo de teatro es también una manera de desarrollar su diversidad como una pequeña cultura a través del rigor de un oficio cuyos resultados se dirigen a la sociedad. Al final, el verdadero sentido es lo que opinan los demás. Para los espectadores, qué sentido pueden tener nuestros espectáculos; para los jóvenes que llegan a esta profesión qué valor asume la lucha del Odin Teatret para no capitular frente al abuso y al poder. El sentido es sembrar y saber que los frutos no te pertenecen.”

Para quien llega a Holstebro o a las clases del Odin Teatret, cualquiera que sea el sitio donde se encuentren, es una experiencia única. En la plataforma YouTube hay videos donde se ve a los jóvenes aprendiendo en sus clases y talleres de técnica teatral, y más allá del propiamente escénico, aprenden en la convivencia con compañeros provenientes de muchos lugares,  durante las horas de comida, al ordenar y limpiar la casa… todo es una enseñanza. 

 La exestudiante Paola E. Vilchez Ramírez, de Perú, egresada de Teatro y Arte Dramático de la UNAM, envió por correo electrónico a este medio un breve testimonio de su permanencia durante diez días con actores y directores de diversos lugares del mundo en Holstebro, en el cual resume:

“De las y los odines aprendí a valorar ‘el trabajo’, a trabajar duro. En Odin trabajamos en las salas: la blanca, la negra, la roja, la azul y también manteniendo limpios el salón, la cocina, la biblioteca, los pasillos, los baños. Todo es trabajo, entrenamiento, y cultura de grupo: Hacerme responsable de lo que me toca (...).

“Aprendí que trabajando constantemente mi resistencia y posibilidades creativas aumentan, que puedo superar mis propios límites. Y, sobre todo, me inspiré al ver y convivir con personas llenas de experiencia y con espíritu joven, que lo entregan todo. En una Odin Week te comparten todos sus secretos, hasta los administrativos y de gestión; y sobre todo te contagian ese amor corajudo y terco al teatro y al oficio”.

“La quinta del sordo”.

Además, compartió un video donde se ve a Barba hablar en grupo de pie sobre el escenario, luego en los jardines, pero sin duda la experiencia más inolvidable para ellos es cuando conversa individuamente, le expresan dudas y está él ahí para aclararlas una a una. Los jóvenes actúan, cantan, bailan chachachá, y sobre todo gozan y se divierten.

En el video se ve cómo aclara a un alumno que nunca ha dicho que el teatro no debe ser político, lo que no puede ser es “ideológico”. Él, enfatiza, siempre se ha puesto del lado de las víctimas.

En la entrevista con Proceso se le plantea:

--Usted ha reflexionado sobre la función (social, política, terapéutica, didáctica, etc.) del teatro. ¿Cuál considera que debe ser esa función en este mundo actual violento y negado al diálogo?

--La fuerza y la esencia del teatro es la de ser una religión politeísta. Diferentes supersticiones para diferentes ídolos: para algunos el objetivo del culto es el entretenimiento, para otros ganar dinero, para otros la ambición o el desarrollo personal, y para otros la fe de que el teatro puede cambiar el mundo.

“A veces todas estas supersticiones se mezclan. Para mí el teatro es la posibilidad de crear un entorno, un ambiente con personas con las cuales comparto la necesidad de escalar nuestro Everest personal. Algunos suben una montaña también por motivos científicos. La casa del teatro tiene muchos cuartos.”

--¿Qué vislumbra hacia adelante? Sobre todo porque si algo ha creado usted es “escuela”, una pedagogía constante.

--Hacia adelante vislumbro obscuridad e ignorancia. Sin embargo, adoro ir a la “escuela”, vivo un placer profundo al aprender y profundizar junto a otros, gozo descubriendo, a través de la colaboración, algo que ignoraba un segundo antes. Soy irremediablemente un alumno hambriento de conocer estableciendo nuevas relaciones. Es mi manera de ser social y al mismo tiempo individualista, construir mi propio mundo y relacionarme con las constelaciones que están alrededor. Parece que soy un maestro, en realidad es mi estrategia para quedarme como eterno discípulo, escéptico y consciente de que existe una piedra filosofal.

Confluencia

Al director del Tercer Encuentro Escénico, Jaime Soriano, se le pregunta cómo lograron traer al Odin Teatret y a Eugenio Barba para celebrar sus sesenta años dentro del Tercer Encuentro Escénico.

Cuenta que se llama Confluencias por la sencilla razón de que nunca han perdido contacto con Barba y los miembros de la compañía. Luego se enteró que el director y Julia Varley solían vacacionar en México, “venían a descansar de los fríos noruegos y daneses”, luego coincidieron con la visita de Else Marie Laukvik.

“Ahora siguen confluyendo otras circunstancias. En realidad, en el último encuentro que tuvimos, Eugenio anunció que este año iban a cumplir los sesenta años y expresó que ojalá se pudiera dar algo. Fue como echar la piedra al lago y ver si se podía señalar algo importante. Y aunque no tenemos apoyo de ninguna institución, estamos recibiendo apoyo de él mismo a través de la Fundación Barba Varley.

“Ellos están financiando los boletos de avión, porque Eugenio ha decidido invertir en traer el grupo porque eso era lo primero. Y para toda la parte de organización del encuentro pues busqué alianzas con el Instituto Nacional de Bellas Artes, que nos proporcionó el teatro, no pagan las funciones pero nos proporcionó el teatro y la taquilla”.

Anotaciones del curso, por Cuaderno de Paola Vilchez. Foto: Cortesía de Paola Vilchez

Colaboran asimismo el teatro Varsovia, así como la UNAM, sede del conversatorio con Barba y sus amigos, y la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, donde Soriano fue docente:

“También nos abrió sus puertas, y hay que destacar ese sentido de generosidad y solidaridad, de lo contrario tendríamos que haber invertido mucho”.

La información del encuentro y programación puede consultarse en el sitio.

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