Italo Estupiñán, una historia interminable (Segunda de tres partes)

miércoles, 31 de diciembre de 2003 · 01:00
* En la Copa Libertadores de 1972 fue nominado como mejor futbolista del año México, D F, 30 de diciembre (apro)- Italo Estupiñán nunca pensó en jugar tempranamente en el futbol de paga Con el Bacará permaneció tres años antes de pasar a las filas del Nacional, equipo administrado por los militares Comenzó a escribirse la interminable historia Debutó con el Nacional en 1970, en un partido frente al Barcelona de Guayaquil, uno de los grandes clubes de Ecuador Inesperadamente fue titular porque los jugadores extranjeros se negaron a participar por atraso en los pagos quincenales "Ya sentía que iba a destacar inevitablemente" Y fue gracias a ese pasaje que el llamado Gato Salvaje --el apodo se lo debe al excronista Angel Fernández-- realizó uno de los juegos inolvidables de su carrera: su equipo perdió 1-2, pero anotó el gol de Nacional, y los periódicos locales hablaron muy bien de él Después fue convocado a la selección nacional a los 18 años y cumplió uno de sus sueños: jugar al lado de su ídolo Alberto Spencer, quien solía defenderlo ante cualquier ofensa de los rivales "Siempre salgo ganando, no sé cómo llegan las cosas, pero llegan Imagínese que si no es por esos futbolistas foráneos, no hubiera debutado ese día" "Raulito", el de la tenería, le dijo aquella vez, cuando Italo aún jugaba en el Bacará: "Te voy a dar 5 mil sucres", un dineral, a decir de Estupiñán "Era el equivalente a lo que ganaba una gran figura por mes Con 5 mil sucres podía dar el enganche para comprarme un carro en el año 1969" Entonces, Estupiñán, que ganaba 750 sucres por mes, tomó sus ahorros y regresó de visita a su pueblo al cabo de un año Llegó a las cuatro de la mañana, tocó la puerta y salió a recibirlo su madre Aurelina Martínez La encontró más delgada La señora, que sufría la pena de un hermano recientemente fallecido y por el hijo ausente, derramó lágrimas en el encuentro --Me han dicho que usted anda de vago --le recriminó al vástago --Eso es una gran mentira Mire (extrajo el paquete que contenía sus primeros salarios como jugador): tómelo Es para usted --¡Ahhh caray! ¿Y esto, de dónde lo sacaste? --No me lo he robado, madre Su carrera fue en ascenso En 1972 participó en la Copa Libertadores, en esa edición fue nominado el mejor futbolista del año y obtuvo como premio una copa de 80 centímetros de altura Raúl, el hombre de la tenería de Aucas hoy es su compadre, suele visitarlo frecuentemente en el Distrito Federal "Ha estado en mi casa y se hospeda aquí Siempre convivimos en Navidad" Italo o La Yerbita --como lo conocen en Ecuador-- supo de México a través de las películas de Fernando Casanova, que veía con frecuencia en los cines "Creí que era un país de pistoleros y de ensombrerados Fue mi ignorancia, pero algo me decía que México era una nación importante" Hoy, Estupiñán es orgullosamente mexicano; obtuvo la carta de naturalización a finales del pasado enero Se dice creyente del Divino Niño, patrono de Itapa, Ecuador y de Colombia, así como de la Virgen de Guadalupe Del primero cuenta este relato: "Un tipo estaba enfermo en Ecuador y le hablaron de este santo milagroso, hijo de Dios, que apareció en un humilde barrio de Bogotá, donde le levantaron un templo Hasta allá iba mucha gente enferma Ese sujeto también fue y se curó En agradecimiento construyó un templo en Ecuador, que ha crecido porque acuden muchas personas a pedirle favores al Divino Niño Yo siempre porto una pequeña imagen del santo porque me ha hecho muchos favores" Su fe por la Virgen de Guadalupe nació tras su retiro de futbolista, en Estados Unidos, luego de su efímero regreso al futbol, primero con el Emelec, de Ecuador en 1986, tres años después de haber anunciado su retiro con los Camoteros del Puebla Italo Estupiñán vivió en Estados Unidos durante algún tiempo después de haber colgado definitivamente los botines Un día salió de paseo en El Valle de San Fernando, un barrio poblado en su mayoría por mexicanos, y repentinamente llegó hasta una pequeña iglesia junto a su hijo Italo "Me arrodillé frente a la imagen, me puse de pie para persignarme y toqué la altura del corazón de la imagen Y sucedió lo increíble: A la Virgen le estaba latiendo el corazón Al principio no lo creía, por ello le pedí a mi hijo que hiciera lo mismo" --Papi ¡Le está latiendo el corazón a la Virgen de Guadalupe! --exclamó el vástago "Entonces exclamé: ‘Estoy bien ¡Es un milagro!’" De vuelta en México, Estupiñán viajaba cada fin de semana a Querétaro para atender un negocio particular Y era obligado realizar un alto a cierta altura de la carretera donde se localiza una capillita, lugar tradicional de los camioneros --Hice lo mismo y volví a sentir que le palpitaba el corazón a la Virgen de Guadalupe ¡Cómo no voy a creer en ella!

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