Análisis deportivo: Cuauhtémoc

jueves, 16 de septiembre de 2004 · 01:00
* “Ni los veo, ni los oigo”: Carlos Hermosillo México, D F, 15 de septiembre (apro)- Ayer se encontraron en el restaurante del hotel Royal Pedregal de la capital del país Cuauhtémoc Blanco y Carlos Hermosillo Un abrazo Muchas risas Bromas pesadas Hace un par de meses Cuauhtémoc terminó su relación con la conductora de televisión Galilea Montijo Y hace un mes los programas de espectáculos hablaban de que Hermosillo cenó con ella, situación que fue aclarada por el grandote de Cerro Azul porque esa noche él cenó pero con su esposa Las bromas fueron por ahí Cuauhtémoc es la jocosidad andando Hermosillo no tenía de qué preocuparse porque la falsa versión fue aclarada en su momento Bromearon por ese momento, hasta carcajearse Se encontraron como amigos y se despidieron igual Lo que no admitió discusión fue la realidad: Cuauhtémoc es hoy y Hermosillo ayer Pero Hermosillo terminó su carrera sin escándalo, con una despedida memorable, saliendo y entrando a los clubes sin problema Era alérgico a los escándalos fuera de la cancha Y su equilibrio personal se refleja en una familia bien constituida Cuauhtémoc es un poco opuesto Ha sido víctima de su propia y singular forma de ser Ídolo de barrio, producto de la sociedad desigual, inmaduro, carente de una sólida formación cultural, Cuauhtémoc, al igual que Diego Maradona hizo de las calles su escuela para aprender el único oficio donde lograrían el reconocimiento que les negaba la sociedad: el futbol En una vida con paralelismos, con la salvedad de que Cuauhtémoc no ha sido tocado por las drogas como Diego, el destino los ha juntado en la habilidad con la pelota, en la inconsciencia con que se desenvuelven en el futbol profesional sin acatar las reglas de comportamiento sociales para no chocar con los demás Maradona chocó con Menotti, igual que Cuauhtémoc con LaVolpe; Maradona retó a la FIFA como muchas veces Cuauhtémoc se ha peleado con la Federación Mexicana de Futbol o algún dirigente (hoy el pleito es contra Javier Pérez Teuffer, su expresidente en el América) Pero ambos encuentran su lenguaje universal cuando entran en contacto con la pelota Ambos comparten su relación inconsciente con el divismo Caminan con una aureola distinta a los demás futbolistas El ejemplo de Maradona, su triste final, su inminente y trágico desenlace mortal, deberían de servirle a Cuauhtémoc ahora que todavía tiene tiempo para reencauzar lo poco que le queda de carrera deportiva Maradona tiene ayer, brillantísimo, inmortal; a Cuauhtémoc le queda algo de hoy, mucho de ayer y poco de mañana Las vidas tan distantes, de países futboleros pero con distinto rostro, de repente se encuentran cuando los une el rectángulo mágico de una cancha de futbol Por eso Cuauhtémoc ignora a las barras Pumas “Ellas no juegan”, dice, afirmando su privilegio de cambiar en la cancha los silbidos por aplausos Sus pies tienen magia, igual que Diego A la hora de declarar, su boca no siempre acierta, como lo hace su pie derecho en un tiro libre Estos días ha insistido en su nuevo versillo de barrio: “Calladito me veo más bonito” Le gusta la celebridad del espectáculo Anda de novio con bailarinas, con artistas de televisión Dejó atrás, igual que Diego, su pobre infancia y a la novia de juventud A la hora de declarar no es orador Pero al dar un pase al espacio, con clara posibilidad de gol, su vista se torna periférica, sin que los científicos encuentren todavía explicación al respecto A su edad, con los golpes propios de la carrera, con una operación de ligamento cruzado, Cuauhtémoc Blanco sigue haciendo la diferencia en un equipo como el Veracruz, que depositó en sus educados botines la posibilidad de librar este año los problemas de descenso Cuauhtémoc se ha juntado de nuevo con su banda: Braulio Luna e Isaac Terrazas, a los que se agregaron Kléber Boas y el presidente Rafael Herrerías A todos les encanta la fiesta, la noche y el reventón Pero Cuauhtémoc es el jefe de la banda Hace la diferencia porque sabe que de sus botines sale futbol Su cerebro futbolero es capaz de procesar la jugada inverosímil y su capacidad racional es presa fácil de su inspiración A pesar de todo, de la fiesta, de las mujeres, del escándalo, de sus líos verbales (propios y ajenos), de sus lesiones y de sus años, Cuauhtémoc sigue siendo un Chaplin que esculpe gestos cómicos sobre las canchas de juego, porque delimita claramente la diferencia entre su calidad y la de todos los demás, que por simple golpe de realidad son de un rango menor Un jugador de futbol como Cuauhtémoc tendría que ser elegible ciento por ciento en cualquier Selección Mexicana, sea quien fuere el entrenador Pero Cuauhtémoc se permite el lujo de decir no para que luego le pidan que diga sí Sabe de sus excesos, pero también de su magia Pero alguien le tiene que decir que el futbol es finito Él tiene un tiempo en el espacio de su profesión Y un día se encontrará con la terrible realidad de que el futbol terminó Porque es bien cierto que en el extraño mundo del futbol Dios perdona, pero el tiempo no

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