Réplica del Angel de la Independencia llega a Sudáfrica
JOHANNESBURGO, 9 de junio (apro).- Los aficionados mexicanos que viajaron a Sudáfrica para apoyar a la Selección Nacional, ya tienen un punto de reunión en común: la réplica del Ángel de la Independencia que, con el apoyo del gobierno de la Ciudad de México, fue colocada hoy en una placita en el interior del Melrose Arch, un centro comercial de cinco estrellas, ubicado en la parte norte de esta capital.
En la singular ceremonia estuvieron presentes decenas de mexicanos que cantaron al ritmo de los mariachis y degustaron tostadas de tinga de pollo y papas y carne de res al pastor aderezadas con salsa verde que regaló la empresa “Probadita de México”, que estará en todas las sedes donde le toque jugar al Tri.
Entre los asistentes, hubo hombres y mujeres de color y algunos indigentes. Los varones se arremolinaron entre la multitud para recibir una máscara de luchador. Otros pidieron una bufanda y algunos más, banderas, que se amarraron al cuello a modo de capa. Doctor Wagner región 2.
Al presidente de la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut), Justino Compeán, no le hizo gracia. Los 15 mil artículos, entre bufandas, máscaras y bandas elásticas que trajeron desde México, son para obsequiarlos a los aficionados mexicanos, debido a que las bajas temperaturas del invierno sudafricano impedirán que luzcan la camiseta del Tri.
Compeán sueña con ver pintadas de verde las tribunas de los estadios Soccer City, en Johannesburgo; Peter Mokaba, en Polokwane, y Royal Bafokeng, en Rustenburg, no a aficionados mexicanos con chamarras de todos colores que el frío obliga a usar y la camiseta de la selección nacional abajo.
Una negra, con su bebé de nueve meses amarrado con una toalla a la cintura, caminaba entre los comensales pidiendo caridad. Bondadosa, una joven mexicana puso en la manita sucia del infante un poco de carne de pastor, que de inmediato devoró, aunque aún no tiene dientes.
Ansioso, el niño jalaba una y otra vez el dedo de la muchacha pidiéndole más. Se comió toda la carne de la tostada.
La madre contemplaba con ojos amorosos a su hijito. “Ngiyabonga” (“gracias”, en zulu), dijo. La extranjera le obsequió una tostada de tinga de pollo y se hizo a un lado. Se sentó. Puso el plato en el suelo. Con el nene en su regazo probó su primer alimento del día.
La replica de la victoria alada mide cuatro metros de altura y pesa cuatro toneladas.