Necaxa vence al campeón Pachuca y pasa a semifinales

domingo, 27 de noviembre de 2016 · 22:42
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- El campeón Pachuca también está fuera de la Liguilla del torneo Apertura 2016. El cuadro hidalguense, que terminó como el segundo mejor clasificado del campeonato en su fase regular, igualó sin goles en el estadio Hidalgo con el benjamín Necaxa, al que le bastó su triunfo (2-1) de media semana para clasificar a las semifinales. De a poco, la Liguilla se quedó sin dos de los equipos más regulares del torneo, pues un día antes Xolos de Tijuana, el líder de la competencia y favorito, fue eliminado por León. Y ya son 20 ocasiones en que el número 8 elimina al primer lugar de la clasificación general. En su gran temporada de regreso al máximo circuito, Necaxa se une en la ronda de semifinales a Tigres de la U. de Nuevo León, León y América, al que enfrentará en la siguiente fase. El portero argentino Marcelo Barovero se erigió en la gran figura del juego: resistió los embates de los jugadores locales y en los momentos de mayor exigencia tuvo el tino y aplomo para desdibujar los remates de los locales. En síntesis, el exarquero del River Plate fue atacado en gran parte del partido, que se extendió hasta los 95 minutos. “Toda la gente del Necaxa está ilusionada. La idea es que el club vuelva a ser lo que fue en los noventa. Vamos por este camino, se están dando las cosas muy rápido, pero no hay que confundir y seguir trabajando”, destacó Barovero. El portero valoró la actitud de los jugadores necaxistas. “El futbol tiene esto de mágico que a veces no importa el factor económico, sino lo grupal y estar consciente de que hay que trabajar. ¡Iremos por más!”. Necaxa terminó con un elemento menos por la expulsión de Claudio Riaño, por una falta con excesiva rudeza sobre el juvenil Hirving Lozano, a los 88 minutos. En la siguiente acción, Lozano se dirigió al entrenador del Necaxa, Alfonso Sosa, para reclamarle su actitud, al considerar que él ordenó a Riaño la agresión cometida a su persona. En todo el juego, los Rayos no abandonaron su estilo precavido –como se esperaba–, y con eso consiguió enfriar el entusiasmo del Pachuca, para el que ya terminó su reinado. En la recta final, y con la urgencia de marcar, desesperado el entrenador Diego Alonso envió a rematar al portero Óscar Pérez, en busca de marcar el gol que le diera vida.

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