El fantasma del fracaso se ve de lejos

domingo, 31 de julio de 2016 · 10:38
La imagen internacional de Brasil se derrumbó en los últimos tres años. De ser un ejemplo de modernidad y pujanza pasó a simbolizar los errores de planeación, el dispendio, las corruptelas, la inseguridad e incluso los riesgos para la salud, tras el surgimiento del virus zika. Los medios extranjeros han reportado la degradación paso a paso. Ahora, más que anhelar que sus Olímpicos sean un rotundo éxito, los habitantes de Río de Janeiro sólo esperan sortear el nuevo golpe que puede representar el certamen. RÍO DE JANEIRO (Proceso).- Al escuchar a la población de Río de Janeiro hablar sobre los Juegos Olímpicos, uno se pregunta si el sueño olímpico todavía existe. En Río, en estos tiempos de crisis, es difícil encontrarlo. En 2009, cuando esta ciudad brasileña ganó la designación, una fiesta popular tomó la playa de Copacabana y las palabras “empleo, inversión, imagen, oportunidad” fueron repetidas innumerables veces. Pero siete años después todos saben que la realidad ha sido otra. “Nos imaginamos tantas cosas buenas para la ciudad con los Juegos… Ahora no hay dinero ni hospitales funcionando”, dice Mitzi, una dentista carioca de ascendencia japonesa. Río está en una crisis como nunca había atravesado en su historia. El beneficio que podían traer los Juegos Olímpicos para Río era la presencia de turistas y una buena imagen internacional. Al final de cuentas, Río de Janeiro superaría los costos… Pero ahora, estos beneficios tampoco están garantizados debido a la cobertura de la prensa internacional, bastante negativa. La aparición del virus zika, en diciembre pasado, tuvo un papel fundamental en el declive de la imagen. Y ahora los problemas de inseguridad y la quiebra general del estado de Río de Janeiro están llevando a los primeros Olímpicos en América del Sur a una derrota ya preconizada por la prensa. Es con el título de “Brasil’s Olympic Catastrophe” que The New York Times difundió, el pasado viernes 1, una larga investigación sobre los Juegos. La periodista Vanessa Barbara hace un retrato espantoso de Río: describe una ciudad en obras pero sin recursos financieros, con hospitales y escuelas cerradas y una grave inseguridad. Unos días después, el lunes 4, el golfista japonés Hideki Matsuyama renunció a participar en los Juegos por causa del zika. En dos meses, es el octavo deportista que toma esa decisión, pese a que en inverno, periodo en el cual se realizarán los Juegos, se reduce significativamente el riesgo de contagio. Previamente, el pasado 28 de mayo, circuló una carta firmada por científicos internacionales dirigida a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la que pidieron la cancelación de los Olímpicos de Río por la diseminación de ese virus. La misiva fue firmada por 150 expertos mundiales. Aunque la OMS rechazó intervenir en este sentido, la noticia dio la vuelta al mundo y las cancelaciones de turistas y deportistas para Río de Janeiro comenzaron. “Sabemos que hubo cancelaciones después de la polémica del zika. Pero los turistas cancelan y, muchas veces, las agencias logran vender de nuevo los paquetes. Así que por el momento ha habido pequeños cambios pero no vemos una cancelación importante”, explica a Proceso Juliana Castañera, responsable de la comunicación de la Asociación Brasileña de Hoteles de Río (ABIH). El Ministerio del Turismo en Brasilia también asegura que no ha cambiado su expectativa de recibir entre 300 mil y 500 mil turistas extranjeros. En mayo pasado, unos días antes de la carta a la OMS, la ABIH había difundido un primer balance de la ocupación de los hoteles cariocas: 90% se ocuparían. Pero a un mes del certamen, existen grandes contradicciones sobre esta información. Según un artículo del periódico USA Today, titulado Americans skipping Rio Olympics, publicado al final de mayo, la mitad de los estadunidenses cancelaron su viaje a Río. La información supuestamente proviene de las agencias de viaje, que confirmaron las palabras “una cancelación en masa” dichas en entrevista por Dan Richards, director de la compañía Global Rescue en Boston que ofrece seguros de viaje y logística para los Olímpicos. Según el director, no es solamente el zika el asunto que preocupa a los turistas, también la mala imagen de la localidad, en general. Varias veces, el alcalde de Río, Eduardo Paes, se quejó en conferencias de prensa con los medios internacionales de “una visión negativa de la ciudad”. El hecho es que no hubo casi ningún artículo “positivo” sobre Río en la prensa internacional este año. Y últimamente las críticas se hicieron todavía más fuertes. Si los turistas cancelan su visita, la prensa será efectivamente, en parte, responsable de ello. Pero no porque haya hecho una cobertura mentirosa o exagerada de la situación. Además de lo dicho, cubrió la caída de un paso elevado para ciclistas el 22 de abril pasado, cuatro meses después de su inauguración como proyecto “ambiental” con un precio de 10 millones de dólares. La prensa internacional habló de la tragedia no solamente para informar de la muerte de dos personas, sino también preocupándose por la seguridad de las nuevas instalaciones construidas, en particular las relacionadas con el transporte. Y los periodistas también difundieron las “mentiras” oficiales sobre el estado de la Bahía de Guanabara, otro proyecto con tintes ambientalistas que al final no cuajó. Las relaciones entre las autoridades y los corresponsales extranjeros se tensaron a lo largo de los años, durante las conferencias de prensa. El baño que tomó un secretario de Estado en la contaminada bahía para convencer a los periodistas del buen estado de las aguas no acalló las preguntas. En julio de 2015, la agencia Reuters mandó a hacer sus propios análisis para conocer el verdadero estado del sitio donde serán realizadas las competencias de vela. El resultado no correspondió con lo que habían dicho las autoridades durante años. Los periódicos brasileños se sumaron a los medios internacionales respecto de los gastos olímpicos. La alcaldía se negó a entregar documentos sobre los presupuestos al portal de noticias UOL, ignorando la Ley de Acceso a la Información. La organización Artículo 19 –que defiende la libertad de expresión– y Publica –una agencia de periodismo de investigación brasileña– hicieron una pesquisa común sobre los gastos en seguridad con 16 pedidos de acceso a información. “El gobierno de Río fue el menos transparente de todos. El 30 de junio, el gobierno de Río recibió toda la ayuda federal para la seguridad durante los Juegos y no se puede saber cómo va a ser gastado el dinero”, resumió Natalia Viana, directora de Publica. La seguridad es ahora el tema principal de las coberturas nacionales y extranjeras en relación con los Juegos. Y es innegable el aumento en el número de muertes en las favelas de Río, el fracaso de la política de pacificación en 38 favelas, las marchas de policías y el presupuesto histórico entregado para controlar la delincuencia durante estos Juegos. Amnistía Internacional Brasil hizo una campaña (Río 2016: la violencia no es parte de este juego) para alertar a la prensa sobre el aumento de las muertes causadas por la policía en las vísperas de los grandes certámenes deportivos: 40% más antes del Mundial de Futbol (en mayo de 2014) y 90% más antes de estos Juegos. Igual que durante el Mundial, la ocupación de las favelas por militares y la caza de vendedores ambulantes por parte de policías municipales seguramente serán retratados en reportajes internacionales durante estos Juegos. Río vive su cuarto megaencuentro en pocos años –después del Mundial, la visita del Papa, la Conferencia Río +20 y los Juegos Panamericanos– y esas “medidas de seguridad” extremas (y muchas de ellas ilegales) se han convertido en moneda común. Los editoriales comenzaron a preguntarse si esos grandes actos son malos negocios para las ciudades que los reciben. Folha de Sao Paulo, periódico conservador, lo duda ahora, después de una investigación con varios especialistas. En el artículo La sombra de Atenas, Folha de Sao Paulo considera que Río podría tener el mismo destino que la capital griega, donde los Juegos Olímpicos de 2004 la precipitaron a la quiebra y la endeudaron hasta hoy.

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