Una muralla llamada Suecia y el respeto por la escuadra tricolor

martes, 26 de junio de 2018 · 18:01
La selección sueca que clasificó al Mundial de Rusia 2018 por la vía del repechaje, eliminando a Italia, busca demostrar en este torneo que puede llegar lejos sin su máxima estrella: Zlatan Ibrahimovic. Los llamados Blågult, quienes ya dieron su primer paso derrotando a Corea del Sur (aunque perdieron ante Alemania), consideran a la Selección Mexicana como el rival a vencer en un grupo lleno de sorpresas tras la derrota de los teutones ante el Tri. El conjunto escandinavo, que mañana miércoles enfrentará al Tri, califica a Chicharito, Herrera y Chucky Lozano como jugadores peligrosos. PARÍS (Proceso).- El Mundial de Rusia 2018 es la fiesta más grande del futbol, donde los mejores juegan, pero Zlatan Ibrahimovic no y debería estar. El mundo del balompié sabe de su carácter y no sorprendió su reacción, a principios de junio, cuando se dio a conocer que su país no lo consideró para el torneo. El mejor goleador de Suecia, a quien lo aquejaban las lesiones, nunca perdonó al director técnico de la selección, Jan Andersson, y a la Asociación Sueca de Futbol que no lo llamaran para integrar el equipo nacional. Pese a ser el mejor jugador en la historia de su país, este combinado europeo parece jugar mejor sin Ibra, envejecido y en mala condición física.  “Los medios dicen que el equipo es mejor sin mí”, lamentó el ariete de ascendencia serbo-bosnia. Sin embargo, en la realidad, “la selección juega de manera más tranquila”, asegura Nicolas Chartrain, periodista del portal deportivo Nordisk Football, especializado en el balompié escandinavo. Para el analista, los jugadores parecen estar liberados del peso que representa el talento individual de Ibrahimovic, quien concentraba toda la atención en sí mismo. La afición sueca está dividida sobre el caso porque una parte pidió ver a su estrella en la Copa del Mundo. El narizón, como le apodan, es un símbolo del futbol local, aunque otros piensen que su tiempo ya se acabó.  Ya sin su estrella, Suecia jugó la etapa clasificatoria para Rusia. Se impuso a Holanda (que quedó fuera de la justa mundialista) para alcanzar el repechaje, fase en la que enfrentaron a otro gigante del futbol europeo: Italia, cuatro veces campeona del mundo.  Pese a los pronósticos negativos, los suecos clasificaron eliminando a los italianos: en casa ganaron por la mínima diferencia; de visita, empataron sin goles.    Defensivos, pero peligrosos Los Blågult, como también se le llama a la selección de Suecia por el color de su uniforme (azul y amarillo), suelen pararse en la cancha con una formación defensiva 4-4-2. En la portería está Robin Olsen, del FC Copenhague del futbol danés, guardameta con buena reacción y sólido en su arco.  La zaga está formada por el capitán, Andreas ­Granqvist, del Krasnodar de Rusia, y por Víctor Nilsson Lindelöf, quien juega en el Manchester United de la Liga Premier de Inglaterra, siendo una de las más impermeables de Europa.  Los laterales Ludwig Augustinsson, del Werder Bremen de Alemania, y Mikael Lustig, del Celtic de Escocia, son contundentes y veloces. En el medio campo el equipo suele jugar con un contención y con un volante más ofensivo, ellos son Sebastian Larsson, del Hull City de la Liga Premier, y Albin Ekdal, del Hamburgo de Alemania, respectivamente.  Dos extremos tendrán el papel de provocar a la defensa mexicana y crear espacios: Víktor Claesson, del Krasnodar, y Emil Forsberg, del RB Leipzig de Alemania, pero ojo: no son extremos que se quedan pegados a la banda para sólo mandar centros, son capaces de acosar a los defensores mexicanos, entrar a media cancha y disparar al arco rival desde media distancia. En la delantera está John Guidetti, quien juega en el Alavés del futbol español y fue nombrado Mejor Jugador de la Eurocopa Sub-23, en 2015. Sin embargo, nunca logró confirmar las expectativas, así que el referente del ataque es Marcus Berg, quien milita en el Al-Ain de Emiratos Árabes Unidos. La selección sueca acostumbra a jugar con un gran pivote, Ola Toivonen, del Toulouse FC de Francia, quien recibe los pelotazos de la zaga central. “Una forma bastante básica y antigua de jugar, pero que funciona bien con los suecos”, considera Chartrain. La muralla  El entrenador Jan Andersson, de 55 años, basa su táctica en un detalle naturalmente físico: la estatura de sus jugadores. La selección sueca es una de las más altas del torneo, con un promedio de 1.86 metros, sólo rebasada por Dinamarca, Bélgica y Serbia, con 1. 87 metros. En cambio, el combinado mexicano tiene una estatura promedio de 1.80. El jugador que sobresale desde que Zlatan no está en el equipo es Emil Forsberg, de 26 años, futbolista del RB Leipzig, un equipo que alcanzó los cuartos de final de la Europa League en 2018, perdiendo ante el Marsella. “Tiene muy buena técnica individual y buena visión de juego –dice Nicolas Chartrain–. De hecho, heredó el número 10 del Rey Ibra. Es el líder del juego sueco”.  Con 18 asistencias en la temporada 2016-2017, Forsberg logró colocarse como el mejor asistente europeo, lo que refleja que es un jugador colectivo. Un crack del mediocampo. De acuerdo con Chartrain, la sueca es una selección en la que los jugadores se conocen muy bien. Su táctica, si bien es fácil de establecer, todos la saben y la ejecutan sin problemas.  No obstante, el punto débil del equipo, dice, “es que son eficaces, pero hacen pocos goles”. A pesar de ello, Suecia hizo 26 anotaciones en la fase clasificatoria y concedió nueve tantos en 12 partidos. Antes de dirigir a los Blågult, Andersson se convirtió en campeón del futbol sueco en 2015, al mando del IFK Norrköping (equipo de media tabla), derrotando al famoso cuadro de Malmö. “Esta hazaña deportiva le permitió ganar credibilidad y con eso logró convertirse en el entrenador de la selección nacional, justo antes de la Euro 2016”, recuerda Chartrain.  Andersson es un total desconocido en el Viejo Continente. Nunca llegó a dirigir en la Liga de Campeones y es poco experimentado. “Sin embargo, logró que la afición creyera que era posible ganar sin Ibrahimovic. La calificación ante Italia es su máximo éxito y le dio toda la credibilidad en su búsqueda de más victorias. Sin ser un filósofo del juego, como muchos directores técnicos argentinos y holandeses, logró conformar un grupo de jugadores que creen en él y en su forma de dirigir”, dice el experto. Enemigo a vencer El director técnico lo ha puesto claro: la meta es clasificar a octavos de final. Según el periodista deportivo, el plan sueco es derrotar a Corea del Sur –encuentro que ganaron 1-0, el lunes 18– luego perdieron en el último minuto con Alemania 2-1 y, ahora enfrentarán a México. En definitiva, para los suecos el enemigo número uno es la Selección Mexicana. “México es favorito –dice Chartrain– porque tiene futbolistas más experimentados y juegan mejor”.  En tierras vikingas confían en la eficacia y en la solidaridad del equipo local, pero le temen al Tri. “Vemos la cultura del futbol mexicano como una mezcla de jugadores técnicamente dotados, conscientes de la táctica”, expone Noa Bachnner, del diario Expressen en colaboración con AS.  Según el periodista, los mexicanos tienen “la sensación natural de la agresividad en su juego, una mezcla entre la cultura europea y la sudamericana”. Agrega que los suecos deben tener en cuenta a ciertos futbolistas mexicanos: “Podríamos esperar que alguien como Chicharito está en un mejor momento tras sufrir un poco con el West Ham United de Inglaterra. También estamos un poco preocupados por Hirving Lozano y lo mismo por Héctor Herrera, capitán del Porto”. Suecia no ha logrado llegar a octavos de final desde 2006 (el equipo no estuvo en los mundiales de 2010 y 2014), pero por la estirpe de sus jugadores y solidaridad entre ellos, se puede medir con cualquiera.  México necesitará tener confianza en su juego si quiere evitar las trampas y no chocar contra el muro escandinavo. El partido entre México y Suecia se jugará este miércoles 27 de junio, al mismo tiempo que el encuentro entre Alemania y Corea del Sur.   Este reportaje se publicó el 24 de junio de 2018 en la edición 2173 de la revista Proceso.

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