Daniela Campuzano, una vida entre bosques y montañas

sábado, 3 de agosto de 2019 · 15:53
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El 28 de julio en la prueba del Cross Country Olímpico Femenino, dentro del Ciclismo de Montaña de los Juegos Panamericanos de Lima, Daniela Campuzano arrasó con la competencia y se colgó el oro con tiempo final de 1:30:45.Luego de recorrer un total de 4.2 kilómetros en cuatro vueltas, cruzó la meta en primer lugar sin perder la punta del grupo luego del primer Loop. En agosto de 2016 Proceso publicó su historia que ante su nuevo triunfo continental se reproduce íntegra. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La ciclomontañista Daniela Campuzano fue criada entre bosques y montañas. Como en un cuento, desde los cuatro años Daniela ha pasado el mayor tiempo en el Rancho Santa Elena, en el municipio Huasca de Ocampo (Hidalgo), alejada del bullicio y la contaminación. La zona está cerca de Tulancingo, Hidalgo; está rodeada por ejidos y acusa carencias: no hay electricidad, televisión, internet ni telefonía celular. En medio de estas privaciones emerge el complejo turístico Rancho Santa Elena, propiedad de su padre, Roberto Campuzano, con decenas de hectáreas de árboles, cerros y caminos rocosos. El lugar ofrece a los turistas avistamiento de aves, actividades de aventura, campamentos, ciclismo, ecoturismo, escalada en roca, pesca deportiva, kayak, campo traviesa, rappel, pesca y tiro con arco. En ese espacio, Campuzano encontró el sitio apropiado para practicar el ciclismo de montaña. “Desde que sales de casa de inmediato estás en la montaña. No hay coches ni tráfico. Por lo tanto, no tienes que preocuparte de nada que no sea tu preparación. Es como el paraíso para el ciclismo de montaña. Si a ello le agregas la altitud del lugar, mejor todavía”. Justo ahí, Daniela depura su técnica en compañía de su esposo, el exciclista Octavio Cetto. La pasión por el ciclismo se la inculcó su papá, a quien le pagaron un trabajo con una bicicleta en la que Daniela, otrora triatleta, experimentó sus primeros ascensos a las montañas al lado de su padre, quien inició sus travesías con la hija mayor, Andrea. Su papá es agrónomo; su madre, bióloga. Sus dos hermanas, igual que Daniela, se titularon en esta última profesión. Por cuestiones laborales, los padres, originarios de la Ciudad de México al igual que las hijas, se trasladaron a esa semiapartada región, donde la familia se gana el sustento gracias a la promoción del ecoturismo en su propio rancho. Al comienzo, su padre y la hermana mayor incursionaron en las competencias, la mayoría organizadas por Roberto en su propio terreno. En ocasiones, Daniela y su hermana menor, Cecilia, participaban en las carreras, aunque acepta que al principio no le agradaban: “Me ponían muy nerviosa”. Su padre solía llamarle la atención cuando ella, de improviso, detenía su bicicleta para auxiliar a algún compañero en apuros. Ella dice que lo hacía porque difícilmente lograba contener los nervios. “Me sigo poniendo muy nerviosa, pero ahora es diferente porque estoy completamente dedicada a lo que me gusta, con la idea de vivir de esto. Pienso en lo afortunada que soy, y de esa manera intento controlarme…” Al principio no tenía espíritu competitivo, acepta la abanderada de México, primera ciclista nacional que competirá en la modalidad de montaña en Río 2016, donde aspira concluir entre las 10 mejores exponentes. “No puedo asegurar que estaré peleando una medalla. Haber clasificado ya es un gran avance y ahora mi sueño es terminar dentro del top 10. Les agradezco mucho que lo entiendan.” Se declara admiradora de Lorenza Morfín, destacada exponente del ciclismo de montaña, quien forma parte de su equipo. De hecho, Morfín sigue siendo su mayor referente. Daniela experimentó el capítulo más tortuoso de su carrera deportiva en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, a donde llegó como favorita a la medalla. Para tal ocasión, se trasladó con tiempo a la capital jalisciense, la tierra de su esposo, con la intención de alcanzar su mejor preparación En plena carrera sufrió una caída y se le rompió el freno de la bicicleta. Aunque continuó la prueba, Daniela perdió posiciones y concluyó en el noveno lugar, con una hora, 43 minutos y 39 segundos, contra el 1:34.09 de la ganadora, la estadunidense Heather Irmiger, y el 1:35.54 de Lorenza Morfín. Nada de lo actual tendría sentido sin el anterior capítulo, que la corredora recuerda como el momento más triste de su carrera, pero que al mismo tiempo la inspiró en beneficio de su trayectoria deportiva. En el ciclo olímpico anterior, Londres 2012, Daniela y su esposo formaron el equipo independiente DC Team (el nombre es la combinación de las iniciales de Daniela y Cetto). Antes, compitió para varios representativos en el país, pero siempre enfrentó el mismo problema: la obligaban a participar únicamente en carreras organizadas en México: “Para estos equipos, lo más importante es tener presencia en México y vender su marca aquí, cuando en realidad un deportista necesita fogueo internacional, sumar puntos y detectar todo lo que debe mejorar, pues en México siempre compites con las mismas personas y nunca te percatas si puedes llegar a sobresalir en el extranjero.” Sin importarle las restricciones, en temporada de vacaciones Daniela viajó a Italia durante seis años consecutivos (desde los 19 años) para participar en algunas competencias. Daniela entendió que con un poco de suerte y una mejor preparación podría alcanzar un alto nivel competitivo. “Las rivales son personas iguales a ti y, si te esfuerzas, puedes llegar a soñar. Así empecé a crecer en mi deporte y a pensar en unos Juegos Olímpicos”. Los patrocinadores con los que inició hace cuatro años la aventura en el DC Team son su familia y amigos. Le han dado todo el respaldo. A raíz de su designación como abanderada, Daniela recibió ofertas de patrocinadores, pero ella decidió conservar a sus primeros anunciantes. Daniela es la segunda ciclista que recibe tal honor, después de Nancy Contreras, quien encabezó la delegación en los Juegos de Atlanta­ 96. Justo ese año Daniela compitió por primera vez en el rancho de su padre. Ella, quien nació en la Ciudad de México hace 29 años, es bicampeona del Panamericano de la especialidad –logró su pase olímpico tras coronarse en ese certamen en Colombia, en marzo pasado–, monarca de los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014, cuarto lugar en los Juegos Panamericanos Toronto 2015 y, en junio pasado, finalizó en el undécimo sitio en la Copa del Mundo de Suiza, hasta ahora su mejor resultado. La selección mexicana femenil de ciclismo asistirá a Río 2016 con cuatro representantes: dos de ruta, una de pista y una de montaña. En esta última prueba, Campuzano participará el 20 de agosto. Daniela concibe el rancho Santa Elena como el espacio ideal: “Si pudiera estar ahí todo el tiempo sería muy feliz. Me gusta salir, viajar y competir, pero ese lugar me gusta muchísimo para mis entrenamientos. Sinceramente, allá no me hace falta el teléfono o internet. Todo lo contrario: me relaja estar ahí”. Ahí, sin embargo, se vive un conflicto ejidal. El dueño del predio denunció que un grupo de ejidatarios de Huasca de Ocampo cavaron zanjas en los principales accesos del lugar para impedir la salida de más de 100 turistas, cuyas edades oscilan entre cuatro y 85 años. En un comunicado la familia Campuzano detalló que los excursionistas abandonaron el sitio luego de descender por veredas en las montañas hasta 13 kilómetros en bicicletas por un acceso improvisado y rodeado por ejidatarios, cuyas parcelas colindan con ese lugar. Los campesinos consideran necesario construir un camino directo a la ampliación del ejido Santo Domingo de Aguazarca, a través del rancho Santa Elena. El conflicto aún se dirime en el Tribunal Agrario. Daniela no fue ajena al problema. La situación “es difícil, principalmente para mis padres, que le han puesto mucho empeño. No he querido entrometerme; es algo que decidimos con mis padres, que en estos momentos debo enfocarme en mis sueños y no preocuparme por lo demás. Después de Río veré si puedo ayudar o hacer algo”

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