Tokio 2020

Él es Gerardo Ulloa, ciclista mexicano en ascenso

Tiene la idea sembrada de que el trabajo y la disciplina todo lo pueden. En 2018 le dio a México el oro en los Panamericanos. Ahora, el pedalista tapatío competirá en la prueba de Cross-country varonil de Tokio 2020.
domingo, 25 de julio de 2021 · 21:07

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Puerto Colombia. Pista Pelícano. Barranquilla, 21 de julio de 2018. Gerardo Ulloa, mexicano de 21 años, llegó a la competencia con un mapa mental del recorrido. Un día antes visitó la instalación centroamericana. Diseñó una estrategia de carrera. ¿Cómo vencer en su casa a los colombianos ­Jhonnatan Botero y Fabio Castañeda? Botero, quinto lugar en los Juegos Olímpicos de Río 2016, es el mejor ciclista de montaña de América.

Desde la arrancada, Ulloa tomó la punta. Aceleró para abrir la distancia entre sus rivales. Sabía qué hacer. No quería ir a rueda ni intercambiando posiciones. Ni los 34 grados de temperatura hicieron que bajara el ritmo.

Estaba consciente de que los colombianos acostumbran a cerrar fuerte. Dosificó la energía. Pedalear, pedalear con potencia. Guardar fuerzas para cerrar el recorrido de 29 kilómetros. Ulloa cruzó la meta después de una hora 33 minutos y 54 segundos. Detrás, a 48 segundos, Botero. A cuatro minutos 29 segundos, Castañeda. Medalla de oro para México en los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018. 

Gerardo Ulloa es el máximo exponente del ciclismo de montaña de México. La presea dorada centroamericana es el inicio del ciclo olímpico que quiere cristalizar calificando a Tokio 2020. El objetivo no es fácil. El boleto se obtiene sumando puntos por país en las competencias élite y Sub-23 que tienen lugar por todo el mundo. Él es el único que compite a ese nivel. Misión imposible. En 2019, en México, en fecha y sede por definir, tendrá lugar el Campeonato Panamericano, su oportunidad real de llegar a los Juegos Olímpicos.

Al ciclista mexicano le cuesta hablar de sí mismo. Sabe que tiene talento. Lo ha escuchado de toda la vida: talento para ser ciclista de pista, también de ruta; por supuesto, de montaña. No cree que tiene unas piernas privilegiadas, tampoco pulmones maravillosos. Una mente extraordinaria, eso sí. Tiene la idea sembrada de que el trabajo y la disciplina todo lo pueden. No hay trucos ni magia. Pedalear, comer y dormir bien. Pedalear más, un buen entrenador, las mejores bicicletas, un fisiatra y un médico. Seguir pedaleando…

“Mi mentalidad tiene mucho que ver. No soy de los atletas que van a correr al extranjero y piensa que los demás están más fuertes y yo no. Esa es la clave que me ha ayudado a tener resultados. No hacerme menos. El deporte de alto rendimiento sí tiene que ver con la mentalidad de cada atleta”, cuenta.

Ulloa montó por primera vez una bicicleta recién acababa de aprender a caminar. Con un papá enamorado del ciclismo, no había remedio. Junto con sus hermanos recorría a golpe de pedal los parques y las calles de su natal Guadalajara. Ni bien empezaba a andar en bici cuando las ruedas traseras de apoyo ya le estorbaban. Tenía dos años. Su mamá optó por quitarlas. A los tres ya había ganado su primera carrera.

A nada le ha empeñado tanto tiempo como al ciclismo. Le iba tan bien en las competencias estatales y nacionales con su papá como entrenador, y luego con Manuel Oropeza, que el entrenador del Consejo Estatal para el Fomento Deportivo de Jalisco (Code), Carlos Berumen, lo invitó a su escuela de ciclismo de alto rendimiento.

Estaba por cumplir los 15 años cuando fue campeón panamericano. Era su segunda temporada en la categoría de cadetes. En su primer año de juvenil fue tercero a nivel continental.  Destacaba en las tres modalidades del ciclismo.  Se decantó por la montaña porque le gusta la emoción de las pistas mojadas, llenas de raíces y piedras, la velocidad que alcanza en las rampas. Siempre un recorrido diferente.

El equipo Patros le dio la primera oportunidad de participar como profesional. Pronto, el ciclista Ziranda Madrigal, del equipo Turbo, se interesó en Ulloa. Un ciclista juvenil encajaba perfecto en su grupo. Por primera vez salió a competir a Estados Unidos. Siempre volvía con un buen resultado.

“Mi mamá me decía: ‘Tienes que salir de México’. Yo también ya tenía la idea de ir a Europa y competir frente a los mejores. Buscaba competencias que me exigieran más, pero no era fácil. Los patrocinadores no llegan fácilmente y yo no podía cargarle esos gastos a mi familia”.

Con Turbo, Ulloa recibía un salario y el apoyo en equipamiento. En Guadalajara siempre se le veía en el bosque de La Primavera o en El Centinela, a veces cerca del estadio de las Chivas donde hay una ruta; otras, en la carretera a Chapala o ­Mazamitla. Dale que dale a la bicicleta. Luego cambió al equipo Belfort y dio el salto a Italia donde pasó su primer año como Sub-23.

El impulso

Apareció en el radar de los hermanos Alejandro, Luis y Roberto Rodríguez, quienes detectaron que Gerardo tenía que vivir en Europa, concentrarse para entrenar y participar en el mayor número de competencias internacionales. Le ofrecieron llevarlo a las copas del mundo. Los Rodríguez se dedicaban a conseguir los patrocinios. Gerardo, a prepararse y a competir. Desde hace cuatro años ha estado en ese equipo.

Los Rodríguez consiguieron apoyo económico del Code Jalisco, del gobierno del estado de Guanajuato y de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade). Así nació el Conade-Code-Gto Cadencia.MX Pro Cycling Team.

Antes de los Juegos Centroamericanos hizo una gira por Europa donde obtuvo tres triunfos al hilo. En la Copa del Mundo de Val di Sole, Italia, se colocó en la décima cuarta posición. Una semana antes de que abrieran las villas centroamericanas, Ulloa ya estaba en Barranquilla alistándose para su prueba.

Este proyecto arropa a Ulloa y a cuatro corredores más; uno de ellos es el juvenil Adair Prieto, de 16 años, quien comienza a despuntar. Todos se concentran en León y reciben atención integral en Aquiles MD, un centro de medicina del deporte y de entrenamiento. Viven en la ciudad zapatera y reciben todo lo necesario para preocuparse, únicamente, por entrenar. El doctor Jesús Rivera es el médico responsable y la programación de los entrenamientos la hace José Ángel Martínez. Al año, Ulloa pasa unos cuatro meses compitiendo en Europa.

“Se hace el análisis, la planeación, y si hay o no hay dinero los atletas somos los últimos en enterarnos. Nosotros sólo estamos concentrados en asistir a las competencias, los que se preocupan por el sustento son los hermanos Rodríguez, yo me enfoco en entrenar y que todo me salga bien.  He estado recibiendo el apoyo que necesito para tener estos resultados, para estar yendo y viniendo del extranjero, principalmente de Praga, donde hacemos base y de ahí nos movemos a Alemania, Suiza e Italia.”

De vuelta a la pista

El oro centroamericano que Gerardo Ulloa se colgó en Barranquilla no es el resultado que más ha disfrutado. Para él, el primer lugar que obtuvo en la prueba de Cross Country en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nanjing 2014 es más representativo.

El equipo mexicano de ciclismo concluyó en el quinto lugar detrás de Colombia, Dinamarca, Holanda y República Checa. Aunque no pudo obtener una presea olímpica juvenil, recuerda con gran cariño el 20 de agosto de 2014, día en que finalizó con 100 puntos por haber hecho su recorrido en 54 minutos y 46 segundos. Terminó delante del colombiano Brandon Rivera y del checo Jan Ritzinger.

“Para mí fue una competencia más, una carrera más (en Barranquilla), y a lo que sigue. Mi mejor resultado ha sido en los Juegos Olímpicos de la Juventud porque un día antes se rompió mi cuadro con el que había competido toda la temporada. Un compañero me prestó su bici y el día de la carrera dije: ‘hay que darlo todo’.

“Colombia y República Checa fueron rivales muy fuertes. Apreté en las últimas dos vueltas, pude abrir distancia y eso me dio un plus psicológico. Apreté, apreté y gané. Me dejó muy satisfecho saber que tengo nivel para competir contra los mejores del mundo.”

Gerardo Ulloa confía en que, en poco tiempo, crezca la base de ciclistas de montaña en México, que la escuela de la cual él forma parte ahora genere deportistas de talla internacional, para que el país sume puntos que puedan ayudar a mejorar los rankings. Por ahora, sabe que en México no existe la cultura del ciclismo de montaña, que el apoyo es escaso para que los corredores compitan en el extranjero.

Pese a que en una carrera de fin de semana se pueden presentar entre 300 y 500 ciclistas en la montaña, la gran mayoría lo practican como deporte recreativo. Pocos bolsillos aguantan los entre 70 mil y 110 mil pesos que cuesta una bicicleta. Todo se complica cuando hay que tener entre dos y tres, la de ruta y la de montaña; la que tiene suspensión adelante y la que tiene en ambas ruedas. Ni hablar de pagar los boletos de avión al extranjero, hospedaje, comida. El sueño de competir fuera de México pocos lo acarician.  La falta de dinero es un muro en el que se estrellan.

“Si yo no hubiera tenido este apoyo, hubiera sido diferente mi camino. Mi ilusión de irme a Italia igual me habría empujado, no me hubiera quedado con los brazos cruzados a competir sólo en México. Hubiera llegado al mismo lugar para lograr mi objetivo, consiguiendo mejores resultados y vendiéndome mejor con los patrocinadores. Ahora espero que México tenga más atletas de élite y Sub-23. En una Copa del Mundo, Suiza tiene cinco corredores en el top 10, siempre están dando puntos”. 

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