Tokio 2020

Ella es la boxeadora Brianda Tamara Cruz: el sueño de llegar al ring olímpico

La pugilista sinaloense es, junto con Esmeralda Falcón, una de las primeras representantes del boxeo femenil mexicano en la historia de los Juegos Olímpicos. Este martes arranca su participación en Tokio 2020.
lunes, 26 de julio de 2021 · 23:24

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- De niña, Brianda Tamara Cruz enfrentó con la mayor entereza la amarga experiencia del bullying en la escuela primaria. Con el transcurrir del tiempo, no olvida las burlas de las que fue víctima por sus compañeros de clases en su natal Mazatlán, Sinaloa.

Esta difícil situación, que por primera vez decide exponer, le marcó su vida para siempre, pero el boxeo le cambió el panorama.

De hecho, se aficionó a esta disciplina a temprana edad por tres motivos esenciales: el primero para ganarse la consideración de aquellos que la ofendieron por su evidente sobrepeso, el segundo por el gusto de continuar los pasos de su padre Daniel Cruz, quien incursionó en el pugilismo aficionado y que ahora se gana el sustento en el noble oficio de pescador en un barco atunero de bandera estadounidense.

Y el tercero, en honor a su abuelo materno Héctor Manuel, “Papá Héctor” o “Paletón”, como solía llamarle desde pequeña, cuando todavía se le dificultaba hilvanar las palabras.

Hace seis años, en vísperas de su muerte, “Paletón” no dudó en compartirle su presagio a la nieta: “Tamara, ya no te veré competir en los Juegos Olímpicos, pero sé que lo vas a lograr …”.

Ahora que los recuerdos afloran, Tamara Cruz intuye que su abuelo “está llorando en el cielo, y yo estoy feliz de que mis sueños de llegar a unos Juegos Olímpicos se hayan cumplido. Es como una garra más que obtengo en mis deseos de realizar una buena actuación en Tokyo 2020”.

Tamara Cruz no olvida los días en que su madre, Perla Sandoval, y su abuelo “Papá Héctor” la acompañaban a sus peleas o a sus sesiones de entrenamiento. “Paletón siempre estuvo conmigo. Me veía pelear y lloraba de felicidad y orgullo”.

El pasado 4 de junio, Task Force, el Grupo de Trabajo del Comité Olímpico Internacional, dio a conocer que Brianda Tamara Cruz obtuvo la plaza olímpica en la categoría de los 69 kilos. En un hecho sin precedentes, la pugilista sinaloense se convierte así, junto a Esmeralda Falcón –de la división de los 60 kilos–, en las primeras representantes del boxeo femenil mexicano en la historia de los Juegos Olímpicos.

La aventura de Brianda Tamara inició en Mazatlán, donde fue protagonista de un imprevisto episodio, que relata de esta manera: “de muy chica tuve problemas de sobrepeso y sufrí muchos episodios de bullying. Siempre he sido muy callada y reservada, pero estos problemas también me llevaron a practicar deporte y, en ese sentido, el boxeo me encantó desde las enseñanzas de mi padre.

“De pequeña bajé más de 30 kilos. Ahora me he mantenido en mi peso. Nunca tuve la oportunidad de contarle esto a nadie, porque son cosas que me marcaron de por vida, y siempre me las quedo para mí. Ahora estoy orgullosa de la persona que soy, de mis logros y transformada en una Tamara valiente, dedicada y disciplinada”.

A los 14 años se fue de la casa de sus padres para buscar el sueño deportivo. Desde entonces se concentró en el Centro Nacional de Desarrollo de Talentos y Alto Rendimiento (CNAR), en la Ciudad de México. De tal manera, que sólo viaja a Mazatlán cuando sus actividades se lo permiten.

Le gusta y le apasiona convivir con la familia, su principal respaldo. “Soy muy apegada a mis abuelas, tías y primos. Cuando tengo tiempo libre sólo quiero estar con mi familia. Me gusta salir a comer con ellos, ir al cine y visitar la playa… soy de muy pocos amigos”.

Acepta que el tope de tener pocos amigos obedece, en parte, por todo lo que experimentó a causa del bullying. “La verdad sí tiene mucho que ver. No soy muy abierta con las personas, pero gracias a Dios me he rodeado de muy buenas personas que siempre me han apoyado. Los amigos que ahora tengo me estiman mucho, y yo también los quiero. Ellos son todos para mí”.

De aquellos momentos aciagos, sólo considera: “sabemos que en la primera los niños somos muy crueles y en muchas ocasiones no pensamos las cosas. Siempre me expresaron muchos comentarios negativos y ofensivos, de los que no me siento preparada para contarlos porque son cosas que todavía me afectan, pero formaron a la Tamara que ahora soy. Me he vuelto más valiente, más dedicada y más segura. Eso me ayudará más en los Juegos Olímpicos”.

A pesar de los malos momentos, Tamara está convencida de que no por dedicarse al boxeo los problemas de bullying hayan terminados. “Ese tipo de personas las vas a encontrar en todas partes. En lo personal, me he mantenido siempre con un objetivo y he tratado de sacar a esas personas de mi vida. Me he rodeado de muy buenas personas, y por eso hace mucho que ya me siento muy bien conmigo, segura y orgullosa.

“Ahora mismo he recibido muy buenos comentarios de gente que ni me lo esperaba, entre ellas aquellas que en su momento fueron groseras conmigo. Agradezco a Dios que por fin esta gente ve otras cosas en mí, que no todos se vayan por el aspecto físico. Sólo pido que nadie pase por eso, que no nos hagan sentir mal y que todos estemos bien”.

Tiene 22 años y comenzó en el pugilismo a los 11 años cuando, finalmente, fue admitida en un gimnasio de boxeo. Para entonces, Tamara ya tenía las bases de esta ruda disciplina, inculcada por su padre, “para defenderme”, asegura.

“Tengo la mitad de mi vida entrenando boxeo. Mi sueño de pequeña siempre fue ser deportista olímpica, representar a México en unos Juegos Olímpicos”, dice.

A los 16 años compitió en su primer nacional de la especialidad, donde obtuvo la medalla de oro en 2017. De ahí fue seleccionada para representar a México en los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe. “Desde entonces he defendido mi lugar en la selección nacional: llevo 6 nacionales y en todos he ganado medalla de oro, gané la presea de bronce panamericana, en dos ocasiones he sido campeona en copas internacionales y en una más fui medalla de plata”.

Con récord de más de 60 peleas, Brianda Tamara considera que ha representado dignamente al país y a su estado Sinaloa.

En un principio, practicó baloncesto, cuando no había posibilidad de ser admitida en un gimnasio de boxeo porque no tenía la edad requerida, y aunque participó en un campeonato de basquetbol, lo suyo siempre fue el deporte de los guantes. “Todavía estás muy pequeña para dedicarte al boxeo”, le objetaron. Por ello, siempre que su padre estaba en casa procuraba enseñarle el boxeo.

Así que mientras Tamara alcanzaba la edad apropiada, su madre se encargó de llevarla a sus prácticas de voleibol o baloncesto. “Mi mamá me llevaba a donde yo quería, pero en lo personal nada más esperaba cumplir la edad para estar en un gimnasio de boxeo. Finalmente, a los 11 años llegué, y ahí me quedé…”.

Su padre es su mayor orgullo –“es una persona muy trabajadora”, se ufana-, pero la madre es la “valiente” en casa. No en vano se encarga de la administración del hogar y de los cuidados especiales que requiere el hermano menor, que sufre de la epilepsia.

Por su oficio de pescador, su padre casi nunca está en casa. De modo, que el hombre pasa la mayor parte de su tiempo en altamar. “Toda su vida ha estado en barcos atuneros. Se va del hogar de dos o tres meses y sólo permanece 10 días en casa”.

En la actualidad, el progenitor se encuentra en Samoa, Hawai, donde labora en la nueva compañía que recientemente lo contrató. “Bendito Dios, él buscaba ese puesto, y estamos muy felices de que esté realizando lo que él quería, aunque su ausencia es prolongada”.

A raíz de esta actividad, el padre va a permanecer un año fuera de casa. Eso implica que no estará con los suyos para atestiguar las actuaciones de la hija en los Juegos Olímpicos Tokyo 2020, donde Tamara tiene la primera cita que espera -dice- se repita en la siguiente edición.

“La vida del pescador es muy difícil: nunca está en casa, pero siempre he sentido su apoyo, siempre nos comunicamos por mensajes, correos electrónicos o llamadas. Es buen padre y buen esposo. Siempre lo extraño a mi padre y lo llevo en mis pensamientos.

“Mi padre es el pilar de casa, el que lleva la comida, y lo aceptamos y apoyamos. Antes laboraba en una empresa mexicana, pero no le iba muy bien en la cuestión económica. Por eso buscaba ese trabajo, y este año se lo dieron. La vida de mi padre es el mar; en eso ha trabajado siempre, y ahora que le está yendo bien no nos podemos quejar, y le agradecemos a Dios de que haya trabajo”.

Ahora que el panorama le ha cambiado, Brianda Tamara Cruz se asume como una mujer dichosa, “pero con una medalla olímpica me voy a sentir más feliz todavía. Personalmente, me siento plena con mi familia, con las personas que me rodean, y eso para mí también lo es todo.

La boxeadora que detesta las películas de terror -“porque me pongo muy ansiosa y me da taquicardia”- debutará en Tokyo 2020 este martes 27 de julio con el primer combate en la categoría welter, correspondiente a la etapa preliminar con la participación de 32 pugilistas (por categoría).

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