Cataluña: Golpes de realidad

miércoles, 25 de octubre de 2017 · 10:03
MADRID (apro).- Es de vértigo el ritmo de los acontecimientos en torno a la crisis catalana, pero también de mucha incertidumbre con miras a las sesiones del Parlament, que inicia este jueves a las 10:00 hora española y las sesiones del Senado español de jueves y viernes, donde podría definirse qué sucederá en el peor conflicto político e institucional que vive España en el actual período democrático. La disyuntiva es: Si habrá declaración unilateral de la independencia de Cataluña y si el gobierno de la nación pondrá en marcha la aplicación de las durísimas medidas para intervenir el gobierno de Cataluña. La salida de unas elecciones se barajan también, pero no hay nada escrito. Pero lo que es un elemento de presión grave y palpable es el impacto que esto ha tenido en la economía de la comunidad autónoma y en la propia España. Aquí se cumple el dicho de que el “dinero es miedoso” y suele irse cuando huele dificultades o inestabilidad jurídica. En Cataluña se está produciendo esto, porque hasta ahora alrededor de mil 500 empresas han trasladado su sede social y otras también su sede fiscal fuera del territorio catalán, lo que es quizá uno de los baldes de agua fría más severos que sufre al bloque independentista. Durante años, el relato soberanista planteó que España robaba a Cataluña y que la independencia permitiría tener prácticamente 16 mil millones de euros para gastarlos en lo que quisieran. El expresidente catalán Artur Mas llegó a declarar que no se produciría la fuga de los bancos catalanes (CaixaBank y Sabadell) a causa del `proces´, sino que se pelearían por quedarse. Fue en un mitin de L´Hospitalet de Llobregat, el 19 de septiembre de 2015, previo a las elecciones del 27 de ese mismo mes, que Mas vaticinaba sobre los bancos: “claro que no se irán. Se quedarán”, se “pelearán” por quedarse, porque “Cataluña representa el 20% del mercado español”. Los hechos lo desmintieron: La primera entidad que tomó la decisión después del referéndum del 1 de octubre, fue el Banco Sabadell que decidió trasladar su sede social a Alicante. Y detrás de éste se fue CaixaBank, que trasladó su sede social a Valencia. Lo hizo la rama de inversión de CaixaBank, Criteria Caixa, sociedad donde tiene presencia el empresario mexicano Carlos Slim. Se van por la estabilidad que requieren para sus inversores, sus clientes y, sobre todo, porque podrían cerrarse las líneas de crédito del Banco Central Europeo (BCE) en el supuesto de concretarse la independencia. No es un dato menor si se toma en cuenta que estos dos bancos tienen su origen en Cataluña y fueron por décadas pieza fundamental para el crecimiento de la región. Es ampliamente conocida la relación que estos bancos mantuvieron con la burguesía catalana, mucha de ella representada en el partido Convergencia i Unió (CiU), alianza de Convergencia democrática de Cataluña, de Jordi Pujol y Artur Mas, y Unión Democrática de Cataluña, de ideología democristiana. Pero la corrupción y los conflictos internos rompieron esa federación de partidos catalanes, por lo cual, Artur Mas creó el Partido Demócrata de Cataluña (PDECat), que ganó las elecciones de 2015, pero con insuficientes votos, lo que les obligó a ceder a las enormes presiones de la Candidatura d´Unitat Popular (CUP), que se negó a sumarse a la mayoría parlamentaria independentista si esta era gobernada por Mas. En este punto es que PDECat propuso que en su lugar gobernara otro de sus miembros, el hasta entonces alcalde de Girona, Carles Puigdemont. El convencimiento de Puigdemont de continuar con la hoja de ruta independentista empezó a inquietar a los sectores más conservadores de su partido, pero, sobre todo, a las grandes empresas catalanas o de inversión extranjera con una convicción de permanencia en la zona. Y es que empezó la fuga de empresas como aluvión. No solo se fueron los dos bancos antes citados, sino que a esta iniciativa se han sumado otras sociedades como Gas Natural, que se mudó a Madrid, una de las empresas con presencia global más importantes, incluido México desde hace años. Se fueron también Abertis, empresa líder en gestión de autopistas con presencia en el mundo, se mudó a Madrid, en tanto que Cellnex, la constructora Colonial, Oryzon, Naturhouse, Eurona, EDreams, Pasta Gallo, también se mudaron a Madrid. Un caso de enorme simbolismo por su raíz catalana es el del Grupo Editorial Planeta, que movió su cede a la capital española, como también sucedió con Bimbo, la empresa de pan con capital originalmente mexicano. Valencia recibió la sede social de Idilia Foods, la sociedad propietaria de la filial de Coca-Cola y de Nocilla; Aguas de Barcelona se fue a Madrid, al igual que muchas de las aseguradoras, como Zurich, Axa, Segur Caixa Adeslas. El Colegio de Economistas de Cataluña expresó su preocupación por los “inevitables efectos económicos” que provoque el desafío independentista en esta comunidad autónoma y las repercusiones que esto traerá en términos de recuperación, crecimiento y empleo. Como otros actores, este Colegio de Economistas conminó a los políticos a “alternativas pactadas y consensuadas” para la crisis política de España. Gonzalo de Bernardos, profesor de Economía de la Universidad de Barcelona, quien es crítico con el proceso independentista, sostiene que el impacto será muy grave por la falsedad de las magnificas perspectivas que prometía el independentismo. Sostiene que estas mil 500 empresas que se marcharon, en términos de facturación representan el 30% del Producto Interno Bruto (PIB) de Cataluña. Actualmente, el PIB catalán supera los 210 mil millones de euros, cerca del 20% del de España. Desde el independentismo se minimizó el impacto de estas salidas, aduciendo que no existirá “deslocalización” de los puestos de trabajo. Pero según de Bernardos, esta movilización de los puestos de trabajo no es un efecto automático, porque primero suele producirse el cambio de sede social, luego de la sede fiscal, es decir, que esos impuestos irían a España, no a Cataluña. Después vendría el cambio de sede de la dirección, de las sedes informáticas y estratégicas y a partir de ahí podría producirse la decisión de desplazar a la plantilla de trabajadores, un efecto que podría ser devastador para Cataluña. Es cierto que cientos de miles de empresas continúan su actividad en Cataluña, pero estas son las de pequeñas y medianas empresas, no los grandes trasatlánticos de la economía en esta comunidad. Algunos otros expertos advierten que esto tendrá un impacto en el comercio y, sobre todo, en el turismo, que es sin duda uno de los motores de Cataluña (Barcelona es uno de los principales destinos turísticos en Europa). El presidente de Seat, Luca de Meo difundió una carta en una publicación interna de este fabricante automotriz, dirigida a los 14 mil 500 trabajadores en la que les dice que no tiene intención, por el momento, de mover de Cataluña la sede social de la compañía. “Un cambio de sede social estaría motivado por la búsqueda de protección jurídica y tendría sentido en el momento en que entendamos que este ya no se da en el territorio en el que estamos ubicados”. Máximo dirigente del comité ejecutivo de Seat, empresa de Vokswagen, añadió: “hasta el momento no hemos tenido que tomar ninguna decisión porque hemos podido desarrollar nuestra actividad”. El caso de Seat ha sido muy comentado en los medios españoles, porque surgió de entre miembros de la representación de los trabajadores un bulo, no confirmado, que el rey Felipe VI habría presionado a la directiva de la compañía para que salieran de Cataluña. El gobierno de Mariano Rajoy aprobó un decreto que facilita la salida de las empresas, un gesto muy criticado porque, si bien facilita a las sociedades tomar las decisiones que más convengan, también es cierto que el presidente español ha manejado mal esta crisis, nunca se creyó que se produciría el actual escenario y siguió actuando como es su costumbre, esperar que las cosas se pudran para actuar con el menor esfuerzo posible. Cataluña no es el caso y por eso se llegó al escenario actual.

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